Ella es linda, morena, con unos ojos simples, una chica cualquiera, ella es Emma North.
Emma ama lo que hace, pero al darse cuenta que los demás no aman lo que hace, se va por el camino de la decepción.
Él es lindo, piel clara, con unos ojos hipnoti...
-¿Quieres saber? ¿Sabías que la persona que nos inspira a pintar es normalmente la persona que amamos?- dijo y quedé pensando.
-¿Quién te inspiró a pintar?- me preguntó y yo lo pensé.
-Mi mamá.- dije confusa.
-¿Y ahora quién lo hace?- preguntó y lo señalé a él.
Él sonrió.
-La persona que nos inspira es la que amamos.- volvió a decir.
Le sonreí.
Me encantaba que fuera tan romántico y yo tan poco cariñosa.
Es mentira, en realidad si soy cariñosa pero cuando me conviene.
-¿Y a ti quién te inspira?- pregunté con una ceja enarcada.
-Tú, tú me inspiras. Tú me haces hacer estás cosas tan cursis.- suspiré y el hizo lo mismo.
-Oliv.Br es mi abuela.- informó.
-Espera, ¿Oliv?¿De Olivia?¿Se casaron?- pregunté confundida con una sonrisa.
-Se volvieron novios, tanto como amaban pintar, se amaban a ellos, eran felices, pero los padres de Nicolás no querían a Olivia, tenían planeado que se casará con otra chica, Emily, esa chica era muy linda, pero Nicolás no la quería, después de años de noviazgo, los padres separaron a Nicolás de Olivia, porque supuestamente Olivia le mintió y el se dejó llevar, lo casaron con Emily, tuvieron tres hijos, y después de su último hijo, James, la señora Emily murió, Nicolás consigue el amor de nuevo, consiguió a Olivia de nuevo, se casaron a penas se vieron y tuvieron dos hijos, un hijo hombre, llamado Marlon Briand, y su hija, la menor, llamada Gabrielle Briand. Y te cuento esto, porque todo es posible, todo tiene una razón. Se conocieron de pequeños, se amaron y todo.- finalizó la historia mi amigo.
-Hace tres años... Olivia murió.- dijo triste Maximilian.
-Te traje aquí, por algo y es por esto.- dijo llevándome a una habitación.
Ví dos retratos, uno de una chica, hecho a lápiz, se sabía que era hermosa, al parecer tenía unos ojos claros, se veía también que tenía el cabello claro por la forma en que lo hicieron.
Luego ví la otra, era.. yo.
Era un retrato pero echo con pintura, tenía colores, el rosa y el azul eran los principales, me gustaba.
Quedé sorprendida.
Ambos estaban colgados en la pared.
La habitación estaba vieja, una cama matrimonial de madera, un buró del mismo material, las paredes estaban rotas, estaba hecho un desastre.
Me acerqué a la pintura y estaba a punto de tocarla pero Max me volteó.
Me acorraló y me sentí extraña con la situación.
-¿Sabes leer griego?- preguntó y asentí.
-Dí esto:- mostró un cuadro donde estaban varias letras en griego.
-¿Quieres..- leí otra vez.
¿Quieres ser mi novia? decía el cuadro.
Lo abracé.
-Si, te quiero, Max, eres lo mejor, nunca nadie me había hecho esto.- susurré en su oído.
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-Te quiero, Em, no sabes cuanto soñé que pasara esto.- me abrazó más fuerte.
-Te amo.- susurramos para fundirnos en un beso.
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El beso era lento, pero apasionado, todo lo que sentíamos lo transmitiamos por medio de ese beso.
Sabían a algo de menta y a mi me sabía a gloria.
Sus labios, estaban cálidos, algo secos pero gracias a ese beso sus labios volvieron a la normalidad.
Lo amaba de eso sé.
Cuando terminamos ese beso, él me miró tiernamente.
-No sabes cuánto espere por ti, por ese beso y porque me dijeras esas palabras.- susurró, sus ojos azules brillaban más que nunca y aún con la oscuridad yo lo podía ver.
Lo abracé otra vez.
Esta vez me sentía completa, me sentía feliz.
-No soy como ese idiota, yo te amaré por siempre, hasta en el infierno te amaré.- susurró y le sonreí.
