Capítulo 32

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— No me pueden obligar a casarme con FredBear — escupió fríamente

Su abuelo e padre solo la veían en silencio, aunque con diferentes significados. Willian observa a su nieta con sus penetrantes ojos, semejantes al hielo, tan fría su mirada que dejaba un vacío dentro de Golden, alimentando la semilla del miedo. Willian Junior, por otro lado tenía en su mirada impotencia, con una mezcla de nerviosismos y pánico, ocultándole algo a la rubia. Para Golden su abuelo era un demonio mientras su padre un niño regañado en plena travesura.

A un paso firme, aunque internamente inseguro de su movimientos, se acercó al escritorio de madera color caoba. Se estaba derritiendo de temor con cada paso ¿Y si su abuelo le golpeaba? No, no lo aria en frente de su padre, jamás le tocaría un solo peló en frente de su padre como el anciano cobarde que es.

Se sintió mareada, con ganas de vomitar, repentinamente la alfombra blanca y esponjada bajo sus talones la tragaba mientras las paredes y techó la sofocaba, como si toda la habitación se cohibiera a su alrededor mientras ella se reducía a un simple germen que sería aplastado. Su abuelo, la habitación, la alfombra blanca, las gruesas paredes de mármol pintadas de un color crema le daba esa sensación de diminutes. Aquellos colores deberían ser agradables ante la vista, pero a ella solo la hacían marear.

— ¿Que has dicho Golden? — fue una amenaza disfrazada de duda, advirtiéndole que se arrepintiera, dirá la vuelta sobre sus talones y se largara antes de que lo sacase de quicio y la golpeara en frente de Junior. Aunque no se retractaría a esas alturas.

— Que no pienso casarme con Mr. FredBear. Solo tengo 16 años, no puedes obligarme —

Willian suspiro con cansancio, le empezaba a dar lata la actitud de su nieta. Golden pasaba sus ojos sobre su abuelo y luego sobre su padre, este último ni siquiera hablaba, en algún punto bajo la mirada cohibido e avergonzado.

— Tienes razón Golden, no puedo obligarte a nada — aquello trajo alivio a Golden, significaba que su abuelo no la molestaría —. El si te puede obligar — eso sobresalto a Golden, su vista rodó a su padre.

Si era cierto que Willian Golden no tenia ningún poder o autorización sobre Golden, pues no era su representante legal ante la ley. El único con la autoridad de casar a Golden era Willian Golden Junior, el padre de Golden, esto hasta que la rubia cumpliera su mayoría de edad.

— No puede ser... ¿Me vendiste? —

— Golden, no lo veas de esa forma, tu sabes que jamás... —

— ¡Pero lo hiciste! ¡¿Eso valgo, la fortuna de FredBear es suficiente para comprarme?! ¡Tu dijiste que valía más que simple papel! — vociferó con rabia

— No Golden, claro que no vales papel. Tu vales más — intento levantarse para acariciar el rostro de su hija, aunque ella sólo se alejó mirándolo con rabia

— ¿Entonces por qué lo hiciste, no, por qué lo hicieron? —

Ni Willian ni Junior le dijeron nada, la respuesta se atragantan en su garganta asfixiándolos. La respuesta era mucho peor.

No pudo más, entre la sofocante condición que se encontraba y la rabia se quedaría sin aliento y terminaría desmayándose. Simplemente salió de aquel lugar llena de rabia.

Su habitación se veía tan lejana en ese momento. Como si la oficina de su abuelo y su habitación estuviesen en continentes diferentes. Aunque consiguió llegar con dificultad y pereza, aventó la puerta blanca de madera. Jeffry y Verónica están dentro.

La azabache extendió sus brazos a Golden, y como un acto automático la rubia corrió a refugiarse en el pecho de Verónica y reventar en lágrimas sobre ella. Verónica le consolaba acariciando su cabeza con suavidad, Jeffry solo les mira de lejos.

La Dueña De Todo - [Golddy] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora