La Dueña De Todo - [Golddy] [Finalizada]

Capítulo 38

Abrió sus ojos

¿Donde estaba? ¿Estaba muerta? No, esa opción no podía ser correcta, aún sentía los latidos de su corazón y se encontraba respirando.

Sentía frío, su cuerpo estaba muy ligero, ¿lleva ropa verdad?, esto era más difícil de responder, no sentía nada. Intentó bajar la mirada para ver su cuerpo, pero no estaba. ¿Ahora es una cabeza flotante en medió de la nada? No, eso era imposible, sentía su corazón, sentía sus brazos pagados a ella, sus piernas moverse. Pero entonces ¿por que no se veía?

Bueno, ese momento era perfecto para entrar en desesperación y pánico, pues no sabía donde estaba o que hacía, mucho menos cuanto tiempo lleva... ¿Que estaba haciendo?

No lo recuerda, era borroso, como si hubiese sido hace miles de años que pensó o realizó tal acción. ¿Estaría en coma o algo así?

Llegó a concluir que; seguía viva, su cuerpo esta entero y no sabe que demonios le ocurrió. Sintió leve pinchasos en su cabeza. Soltó un suave chillido mientras recuerdos invadían su mente

Iniciando por su madre. Aquella era una mujer preciosa, de largos cabellos castaños claros decorados con un mechón rubio que no sobresalía pero quedaba perfecto, sus ojos eran color plata combinando perfectamente con si piel pálida. Ella la recuerda como una mujer delicada y preciosa, de finos rasgos y belleza fuerte la cual exige las miradas de todos sobre ella. Se parecían mucho, exceptuando sus cabellos dorados heredados por su lado paterno. Su madre nunca fue una mujer amorosa, todo el amor que una niña debía recibir fue dado por las numerosas niñeras y sirvientas que tuvo, especialmente por las que venían del linaje de Verónica, la familia de Verónica eran puras mujeres y sus maridos, ahora que lo piensa Verónica lleva con orgullo el apellido de su madre y no el de su padre. ¿Por que? ¿Tanto así apreciaba a su madre? Era lógico, fue la mujer que le dio la vida poniendo la propia en juego. Ella jamás sabría que significa amar a su madre, ella aborrecía con su alma a su madre. Jessica. Ahora que Golden se sumergía en su mente recordaba aquel nombre, Jessica. La mujer mas bella, altiva y insaciable que Golden llego a conocer. Aparte de ella, al mirarse al espejo

Jessica nunca la arrullo, canto canciones para dejarla dormida o estuvo con ella. La gente decía que la vida se su madre era perfecta, pues si, siempre llena de costosas joyas y finos muebles, con comidas exquisitas cocinadas por los mejores cheff que se podían pagar. Pero aun con eso su madre no estaba satisfecha, tal vez por ello los abandonó.

Su abuelo era otra historia. Cuando su padre dejo la depresión empezó a sumirse en el trabajo, aún con esto siempre estuvo muy atento a sus necesidades. Su abuelo no concordaba con la educación inculcada por Junior, pues veía que su nieta no tenía nada de disciplina y sólo sería una muchachita malcriada la cual no serviría para nada en la vida. De hay salieron las clases particulares de Jeffry para enseñarle todo lo que pudiera necesitar en la vida, más que nada enfocándose en los idiomas y la matemática. Claro que, cuando empezó a rehusarce llegaron los castigo, el más fuerte fue a los 7 años. Recordaba como su abuelo la tomo del pelo y la tiró sobre una mesa de madera para empezar a golpearla, por mucho que rogara porque parará el hombre solo intensificaba los golpes. Ese día aprendió que su abuelo tenia mano pesada. Incluso, se encontraba en el mismo estado de trance que ese momento, sin sentir su cuerpo ni nada por el estilo, solo golpes. Cuando empezó a ir a la escuela, sus sirvientes desarrollaban sus deberes para que ella pudiera seguir tomando clases con Jeffry. Su vida era puro estudio hasta que descubrieron su talento en la música y empezaron a explotarla, aunque no se dio cuenta de ello sino hasta los 12 o 13 años. Bueno eso ya no importaba.

Sus amigas. ¿Que hubiese hecho sin ellas? Nada. Posiblemente se encontraría en el fracaso u la quiebra. Si no fuera por Toddy y Cupcake, sus canciones estarían en manos de unos ladrones que disfrutarían de una gloria robada y sin fin de fama. Lo mejor que pudo hacer, fue regalar todo lo que les compró, aun recuerda sus caras de ira al ver como los regalos dados por ella iban a manos da unos niños que posiblemente rompieron todo. Gastó bastante dinero en ellos, pero no se arrepiente de nada.

Sus sirvientes. Ellos eran muy leales a su palabra. Golden tuvo la oportunidad de conocer a la madre y abuela de Verónica, esas mujeres eran muy dulces y eficientes, también muy respetuosas. Lamentándolo mucho la abuela de Verónica fue alcanzada por los años y la madre por el retiró, ahora casi no sabía de ella -ya que la abuela estaba muerta- pero Verónica asegura que su madre esta en sus mejores años. Jeffry por otro lado, era un hombres reservado pero hogareño, siempre que podía iba a ver a sus muchos hermanos y sus padres, dos personas ya mayores que han vivido mucho. Para Golden eso era maravilloso, vivir una vida plena con la persona que amas y tus hijos.

Dejando la cursilería de lado Golden se preguntó si estaría en el vacío por siempre. Aunque sentía su cuerpo no podía verlo o moverlo, era como si su cuerpo y mente estuviesen desconectados. Era sumamente aburrido. Pero si estaba allí por siempre ¿Que sería de su vida? ¿Sus amigos? Toddy posiblemente se casara con Bon, si resolvían los conflictos en los que estaban, por supuesto, y viviría de la moda, pasarelas y fama tal como siempre soño. Cupcake posiblemente heredaría la compañía de su madre y junto a sus hermanas, vivirían en riqueza y éxito, Cherry y Berry eran tan o más ambiciosas que su amiga, por lo cual en su vida no faltaría nada. Chica tal vez sería costurera, pues una vez mencionó que no era buena no en la cocina, ni la limpieza, y prefería la costura, tal vez sería una diseñadora reconocida o montaría una casa de costura, quien sabe. Bonnie, de algo Golden estaba cien por ciento segura, Bonnie viviría de su guitarra, ya fuera como un músico muy reconocido o un hippie que se la pasa tocando canciones y recibiendo monedas por ello, cualquiera era factible para el pequeño, de eso estaba segura. Foxy era otra cosa, intento imaginarlo casado con Chica, negado por completo, solo se imaginó un matrimonio disfuncional lleno de discusiones y gritos, con hijos llorones. Intento imaginarlo con trabajo, nah, sería despedido más rápido que la luz. Pensó que viviría con Bonnie, de hecho eso se le hacia divertido y acertado, vio a Foxy tirado en el sofá de Bonnie gritando "¿que hay de cenar?" y un desinteresado Bonnie llevándole comida China. Sip, ese era el futuro de esos dos, si o si. Freddy. Le daba miedo pensar en el futuro de Freddy, posiblemente se casaría, tal vez con la chica de los toys y viviría prosperó y feliz con ella. Sintió un nudo en su garganta al imagínese eso, era demasiado para ella.

¿Y su futuro? ¿Sería ese lugar oscuro por siempre o sería temporal?

No estaba segura.

Sonríe tristemente, si saliera de ese lugar llamaría a su madre para gritarle que es una zorra, les daría un aumento a Jeffry y Verónica, abrazaría fuertemente a Toddy y Cupcake, le regalaría a Bonnie muchas gomitas, un almacén entero para que disfrutará, a Foxy le daría mucho pudin y le diría la verdad sobre lo que sintió para dejar aquel círculo cerrado, llevaría a Chica a comprar telas, muchas telas de diferentes colores y tipos, sería valiente para soltar el micrófono que su abuelo le encadenó y lo más importante. Le diría a Freddy lo especial que es en su vida, que es su cielo despejado, su mirada a la libertad y la persona que mayor alegría le trajo. No mentiría, le deba miedo, pero eso quería.

Cosas que posiblemente cumpliría.

Y seguiría pensando en ello, si no fuera por la cegadora luz que la rodeó y los brazos qué logró distinguir que iban a ella.

— ¡No me dejes tu también! —

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.