Capítulo 23

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Esta vez me senté en la barra, ya que no quería seguir con la charlita de aquel capullo.
Unos minutos después, una camarera pone un margarita en frente mía y la miro extrañado.
-Del caballero de allí -señaló, con una sonrisa.

-Del caballero de allí -señaló, con una sonrisa

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Cómo no.
-¿Ahora qué, Crowley?
-Has interrumpido una charla preciosa sobre el amor de Castiel, ¿pensabas que me iría como si nada?
-Mira, vine aquí para beber un par de copas y olvidarme del asunto. No para que el Rey del infierno me dé consejos amorosos.
-Está bien, está bien. Entonces sólo beberemos como dos viejos amigos.
-Ya te dije que no..
-Oh cállate -me interrumpió. Lo miré sorprendido pero me quedé callado, realmente no tenía ganas de hablar.

-¡Dios! -gruñí un rato después, sobresaltando a Crowley.
-¿¡Qué!? -me gruñó él, tras el susto.
-No soporto estar aquí -saqué un par de billetes y los dejé sobre la mesa, levantándome.
-¿Y a dónde vamos?
-¿Vamos? -arqueé la ceja.
-Conozco un karaoke cerca de aquí -se puso la chaqueta- Es un buen sitio.
-No pienso ir a ningún lado contigo.
-Hay muchas chicas -pensó un segundo- Y chicos.
-Eres peor que un grano en el culo -dije saliendo.
-Bien. Yo te guío.

Subí al coche a regañadientes, ya que no quería que el imbécil de Crowley subiera, cosa que al final hizo, no sé ni cómo.

-Quizás tu hermano tenga razón y ese capullo sólo quiera protegerte.
-¿Protegerme de qué? No necesito protección, no soy un crío. Acabaría contigo con los ojos cerrados.
-Ya claro.. -puso los ojos en blanco.
-No le tengo miedo a nada, me da igual morir y eso él lo sabe perfectamente.
-Quizás por eso lo haga. A ti te da igual morir, pero Castiel no soportaría que te pasara nada.
Yo seguí con la mirada puesta en la carretera.
-Sé que todos me quieren muerto, lo sé perfectamente. Pero me la sudan, cogí este trabajo porque me llena ¿vale? Y arriesgar mi vida forma parte de esto. Así que me da igual morir o no, ¡me la suda y es algo que debe aceptar, porque si yo no tengo problema con eso él tampoco debería!

 Así que me da igual morir o no, ¡me la suda y es algo que debe aceptar, porque si yo no tengo problema con eso él tampoco debería!

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-A ti te da igual porque crees que te lo mereces, pero el ángel y tu hermano no piensan igual, Dean. Tu problema es que nadie te odia más de lo que tú mismo lo haces.

-¿Estás intentando hacer psicología conmigo? -Cállate y para, que ya hemos llegado

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-¿Estás intentando hacer psicología conmigo?
-Cállate y para, que ya hemos llegado.

Fuera del local había un cartel luminoso que decía "Karaoke" con más luces aún.
-Así que esto es lo que te gusta, ¿eh? -dije bajando del coche- Te veía más serio -sonreí.
-Imbécil -gruñó en bajo.
-No pienso entrar ahí, Crowley. ¿Te parece que yo canto?
-No es sólo un karaoke ¿Vale? Y tiene un buen bar.

Un par de copas y chupitos después, no sé cómo diablos ni por qué, me encontraba en el escenario cantando con copa en mano.

-Holaa -dijo una rubia sonriente, poniendo una mano en mi rodilla.
-Tienes tu mano en mi rodilla.
-Ay, lo siento -sonrió a modo de disculpa- Me gusta como cantas, lo haces muy bien.
-Gracias.. Tu mano sigue en mi rodilla.

-Me llamo Bárbara, tú eres Dean, ¿no? -quitó su mano rápidamente de mi

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-Me llamo Bárbara, tú eres Dean, ¿no? -quitó su mano rápidamente de mi.
-Ajá.. -la chica era alta y rubia, en otra ocasión seguro me la hubiera ligado, pero esta noche realmente no estaba para nada que no sea beber.
-Disculpa a mi amigo -dijo Crowley de repente- pero acaba de pasar una ruptura y esta noche no está muy dispuesto, que digamos..
-Oh.. lo siento mucho, pero ella se lo pierde.. -esta vez puso su mano sobre mi hombro, pero no dije nada.
-Ya, ya.. -rodó los ojos el Rey del infierno- Podrías dejarle tu número y ya él te llamará -lo miré con odio.
-Ah, claro, claro -dijo ilusionada.
-No creo que sea buena idea, verás.. -iba a decir.
-Mira, no hace falta que me llames para una cita, si quieres puedes llamarme para desahogarte un poco y charlar..
Miré a Crowley, que pretendía una cara inocente, pero su mirada era todo lo contrario.
-Claro -dije para acabar con todo el ridículo asunto.
Apuntó su número en mi móvil y me dio un beso en la mejilla como despedida; yo sólo le sonreí y agradecí mentalmente que se hubiera ido ya.
-¿Qué diablos pretendes? -le dije a Crowley una vez se hubo ido la chica.
-Sólo quiero ayudar, ¿vale? Animarte un poco.
-Ya, claro, olvidaba que somos "amigos" -dije irónico y seguí bebiendo, hasta no recordar nada más..

...

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