Capítulo 13, parte 2.

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Capítulo 13, parte 2.

Nueva clase.


El mundo se detuvo por completo cuando Amber y Tatiana cruzaron miradas; igual de asustadas y confundidas. Era su madre, la misma mujer que le daba un beso en la frente cuando la despedía con un beso cada día de la escuela y la misma mujer que había muerto en el funeral de su padre.

― Mi niña... ― musitó Tatiana. Su voz era rasposa, como si tuviera telarañas en la garganta.

Amber retrocedió un paso, todavía sin poder creer lo que veía. Era ella, exactamente igual a como era cuatro o cinco años atrás: delgada, mismo cabello rubio, mirada asustada y la boca seca. Llevaba camiseta y un pants grises, pero estaban casi completamente teñidos de sangre y suciedad.

No sabía que decirle. En el fondo, quería abrazarla y llorar en su hombro, pero algo no la dejaba moverse hacia ella.

― Amber, mi amor, soy yo, tu mamá ― siguió Tatiana, su tono de voz rogaba, pero la chica siguió inmóvil.

Pero Alexandra la amenazó con una espada corta que había sacado del interior de su chamarra.

― Vuelves a hablar y te corto la garganta ― su tono era glaciar y seguro.

― ¿Por qué le haces esto? ― la voz de Amber temblaba ― Es nuestra madre.

Lexie no dijo nada al instante, sólo las miró con los ojos entrecerrados, como si buscara algo.

― Mamá se suicidó después del funeral de papá en el 2009 por el peso de sus pecados. Esta cosa ― la señaló acusadoramente ― es un vampiro cobarde que merece pagar por lo que hizo.

Hacía años que había enterrado su dolor por la muerte de sus padres, pero algo de ella se abrió y liberó todo ese dolor acumulado, llenándola rápidamente y saliendo en forma de lágrimas. Años atrás dejó de llorar cada noche por ellos, pero todo eso estaba volviendo, y la consumía.

Tatiana miró a su hija mayor con miedo.

― Ella no merece saber esto ― dijo, refiriéndose a su otra hija.

En respuesta, Alexandra le tomó las muñecas y las cortó verticalmente, y la sangre salió a chorros de las heridas. Tatiana gritó de dolor y se tiró en el suelo de nuevo.

― ¿Qué haces? ― gritó Amber, poniéndose a toda velocidad de rodillas para ver las heridas de su madre.

― Ya está muerta, los vampiros no pueden morir desangrados. Solo es tortura, por si no sabías.

Tatiana lanzó un ruido extraño cargado de sufrimiento.

― Sophia, no lo necesita saber ― imploró.

― Le estaría quitando una parte de su vida si no le digo ― contestó Alexandra, encogida de hombros ― Déjame te hablo de la vida oculta de nuestra madre y de tu padre. Sé que recuerdas a ese hombre que nos visitaba seguido, Elías Lightwood, y espero que lo recuerdes porque él es tu padre biológico.

Amber tragó saliva sonoramente. Recordaba bien a ese hombre, era alegre y muy honrado, pero no podía procesar que era su padre.

― Elías era un Nefilim de nacimiento, pero unos vampiros lo convirtieron en su juventud. Él no estuvo de acuerdo y buscó una bruja que lo ayudara a apagar su lado Subterráneo, y lo lograron, así que siguió con su vida normal. Tatiana y Elías se hicieron muy cercanos conforme mi papá se acercaba más a Francesco y a sus laboratorios (en serio, mi papá amaba trabajar aquí) porque querían saber los planes que Francesco, pero se hicieron íntimos y un día... bueno, tú entiendes. Mi papá pensaba que eras suya y te crio como a su hija, y Elías nunca supo de tu existencia.

"Mi papá pensaba que eras suya y te crio como a su hija", Amber se estremeció. De repente, recordó las tardes que Peter Montclaire le ayudaba con su tarea, y se sintió una intrusa.

― Eres medio cazador de sombras, medio vampiro ― explicó Alexandra ―. Eso es lo que quiero que entiendas.

― Eso no es posible. Los vampiros no pueden tener hijos.

― Cierto ― coincidió ―. Eres lista, hermana. Pero Elías era un Cazador de Sombras que consiguió anular la maldición vampírica, y todo eso te lo heredó.

― ¡Deja de mentirme! ― Amber miró a Tatiana por un momento, esperando que la apoyara ― Es la cosa más patética y antinatural que me has dicho. Te creía más los cuentos de Ositos Cariñositos que me contabas para que no llorara.

― Si te estoy mintiendo, ¿por qué no tienes la marca de los Montclaire en la espalda? Es porque eres Amber... Lightwood, supongo.

Era cierto, no tenía la marca Montclaire, esa que tenía siglos en la familia.

― Y no he terminado ― continuó Alexandra ―: Como sabrás, Maeyer eligió esta familia porque somos poderosos. Uno de nuestros ancestros era un Nefilim despojado de sus Marcas que le pidió que uno de sus descendientes fuera el responsable del fin de los Cazadores de Sombras, y esa soy yo. Soy la chica de la profecía. Pero uno de los hermanos de Maeyer, Zilévo, proclamó que un ser cercano a mí sería mi destrucción; un híbrido biológico de las especies que habitan el mundo de las Sombras.

― Ese híbrido biológico...

― Eres tú, exactamente. Una mezcla entre un Subterráneo y los Hijos del Ángel. Zilévo, ese demonio que confiaba mucho en ti, sentía envidia de Maeyer por la diferencia de poder, así que quiso arruinarle el plan que llevaba siglos tramando.

Las piernas de Amber fallaron, y la dejaron caer de rodillas al suelo. Le dolió, pero no hizo ninguna mueca.

Alexandra se puso de cuclillas al lado de su hermana.

― Yo no quería que esto fuera así, pero tú eres mi destrucción, y no lo voy a permitir ― pero no había ni una pizca de lamento en su voz ―. Francesco se encargó de que no fueras rival para mí.

― Ni con la intervención de Francesco sería rival para ti ― escupió Amber, mirando al suelo.

― Él y yo sabemos que me puedes vencer con el entrenamiento adecuado, y eso que yo no soy aun lo que necesito ser para terminar con los Cazadores de Sombras. Así que con magia te alteramos.

El corazón de Amber dio un vuelco.

― Empezamos una guerra en tu interior. Tus dos lados están todo el tiempo en una lucha constante por el control de ti. En ratos serás una Cazadora de Sombras, pero en otros serás un vampiro hambriento y maligno, y cuando la Clave se entere de tu impureza, te encerrará y no podrás detener mi plan. ― dijo Alexandra ―. No eres muy fértil, por el hecho de que estás medio muerta, eres más fuerte y rápida que un Cazador de Sombras común, puedes llevar ambas dietas, tienes le don vampírico de la compulsión, pero en realidad no sabemos mucho de ti. Eres algo nuevo. Todo esto lo averiguamos con muestras de sangre.

― ¿Y por qué no usaron a Elías? ― Amber pudo ver de reojo que su madre abrió los ojos como platos.

― Porque él no nació siendo híbrido, y tú sí.

Ya no pudo decir nada, no sabía cómo reaccionar. Estaba condenada, y sabía que los Cazadores de Sombras se asustarían de su condición. Pensó en Jem rechazándola y pidiéndole que se aleje, en un Gideon asustado y en el arrogante Cónsul encerándola para siempre en la Ciudad Silenciosa.

― Quiero un tiempo a solas con mamá ― fue lo único que dijo.

Sangre Metálica ➳ Shadowhunters #2 (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora