Capítulo 1.
― ¿Lista? ― preguntó Gideon, detrás de ella.
― Si... eso creo ― respondió Amber.
La chica intentó apartar las manos de Gideon de sus ojos, pero no las pudo apartar ni un poco.
―¡Ey! No espíes ― el chico no se escuchaba molesto, al contrario.
Las manos de Gideon olían a té y limón como siempre. Impaciente, Amber tamborileó los dedos en la canasta que cargaba. Le desesperaba no ver, le hacía sentir indefensa a cualquier peligro que se aproximara.
Y cuando menos se lo esperó, Gideon apartó las manos. Los ojos de la chica se adaptaron rápido a la luz y admiró lo que se presentaba: arena blanca, rocas, agua cristalina y un hermoso cielo atardecido. La chica sonrió cuando una pequeña brisa le revolvió el cabello.
― Gideon... No debiste molestarte en traerme.
― No fue nada complicado hacerlo. Aparte... es fastidioso estar en el Instituto siempre.
Amber se encogió de hombros. Caminó hacia la orilla del océano y dejó que el agua fría mojara sus pies. Se sintió como una niña pequeña al estar así de fascinada, pero era la primera vez que conocía la playa. Giró la cabeza y vio que Gideon la miraba con una sonrisa tonta; el chico se sentó en la arena y le hizo una seña a la chica para que se acercara.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó Gideon cuando ella se sentó a su lado.
- ¿En qué sentido?
- J.
- Ah, desde luego. Ya mejor, supongo - no era del todo cierto.
- Me alegro, él... digamos que está como siempre: hiriente y sin sonreír - explicó -. Pero bueno, no venimos aquí para hablar de él, ¿quieres tomar algo?
- Sí - respondió Amber. Estaba demasiado concentrada en sentir la brisa que le pegaba en el rostro. El calor iba disminuyendo, pero desde luego la noche no sería fría.
Gideon abrió la canasta y sacó una botella de vino blanco y dos copas. Sirvió un poco en ambas copas y le dio una a Amber. Ella la tomó, pero no bebió.
- De verdad, no debiste molestarte. Ni siquiera era necesario salir. O al menos pudimos ir a... un McDonalds o algo de ese estilo - comentó.
- No quiero que me mires raro por esto pero no me gusta McDonalds y... creo que no mereces algo así, cuando alegras la vida de muchas personas con solo sonreír - los ojos de Gideon estaban perdidos en el cielo.
Amber se ruborizó. Gideon acostumbraba a decir cosas así, pero a veces eran demasiado... tiernas.
- Oye, necesito tu consejo para... conquistar a alguien. Seguramente la conoces mejor que yo - Gideon le tomó la mano y se la apretó con fuerza.
Isabelle, fue lo primero que le llegó a la mente. Apretó la barbilla, intentando que su ira se apaciguara. No quería que Gideon estuviera con Isabelle, y se sentía algo estúpida por aquellos celos. Y en cuanto sus celos se apagaron, llegaron las ganas de llorar.
-Si... desde luego - la voz de la chica se escuchaba rota -. Para eso están los amigos: para apoyarse siempre.
Lo miró. Era raro hacerlo. Se imaginó que sería de ella si dijera todo lo que pensaba; ya hubiera perdido la amistad de Gideon para siempre.
Amber puso su cabeza en el hombro de Gideon para sentir como respiraba. No comprendía como él y Jem podían ser parabatai, siendo tan diferentes en cada sentido. Ella perdía el control sobre si misma cuando los veía; era imposible evitarlo.
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Sangre Metálica ➳ Shadowhunters #2 (Sin editar)
FanfictionEscondida y victoriosa, Alexandra Montclaire sonríe; su traición hacia los Cazadores de Sombras ha sido todo un éxito, pero su plan no ha terminado aún. Amber está consiente de quién es, o al menos podría interpretarse así. Es una Cazadora de Sombra...