Fin Del Proyecto

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Cuarto de prueba, 7:45am.

El sol artificial despierta al joven de su sueño en la habitación de simulación.

Los doctores, científicos y biólogos del laboratorio, estaban listos para continuar con el valioso proyecto.

La misión del día de hoy era llegar a Marte, el planeta que inútilmente los humanos intentaron colonizar pero su pobre tecnología y su inepta capacidad a los cambios de atmósfera, los había obligado a permanecer en edificios aislados que eran proporcionados de oxígeno suplente a base de plantas mantenidas artificialmente.

Era una población más moderna que la que habían dejado en la tierra.

Presumían de tener dinero y poder, pero sus recursos se agotaban y realmente eran una amenaza para el resto de los habitantes de la galaxia, ya que se  creían dueños de todo y de igual forma lo tomaban sin importarles que afectarán algún ecosistema o vidas semejantes.

El laboratorio fue instalado en uno de los cráteres muertos del planeta para después liberar a Eiclod.
El experimento sería el mismo de la vez pasada.

-Prueba iniciada!-. Dice la asistente.

Después de una hora de ataques hacía Eiclod con el mejor armamento militar que tenían los humanos, él demostró ser muy resistente a cualquier arma de nivel bajo.

La estación humana en Marte había quedado gravemente afectada por la intromisión de Eiclod pero a él no le había pasado nada en lo absoluto.
Después de verificar las estadísticas, el director de proyecto estaba satisfecho... era hora de volver a la base central.

-Señores es hora de probar suerte con el armamento de los Lazahari! Hay que soltarnos y probar con una amenaza mayo que los humanos!-.

Ordena el director de laboratorio, alardeando de lo que había logrado.

Los Lazahari eran una civilización moderna, regida de manera monarquicamente y del cual sus habitantes se enorgullecian de no tener ni un cabo suelto dentro de sus pobladores. En pocas palabras eran simplemente perfectos.


Esa misma noche... dentro de la cámara simulada... era hora de conectar a Eiclod para nutrirlo. A diferencia de como era anteriormente, ahora él era lleno de nutrientes por las tres entradas que tenía en la espina dorsal y en los cuales se le insertaban tres agujas que le transferian líquidos y demás nutrientes a todo su cuerpo.

Después de 'alimentarlo', fue suelto en la habitación para seguir conviviendo.

Eiclod de inmediato se acerca a Margo para ayudarla a comer pero a ella le dolía tanto su cuerpo que no podia ni masticar algo.
Al igual que las otras dos criaturas, se negaban a comer y esto causó el colapso de una de ellas. Era el que tenía apariencia de hiena, en ese momento Eiclod se percató de su ausencia y se dedicó a buscarla hasta que lo encontró tirado en el suelo, estaba arrojando mucha sangre por la boca y jadeaba de modo que parecían convulsiones al no entrarle más aire a los pulmones.

Eiclod se acercó de prisa a él para tratar de calmarlo mientras su vida se apagaba lenta y dolorosamente. La criatura lo miró por un segundo para después dejar caer su cabeza ya sin vida. Su rostro demostraba mucho sufrimiento y tristeza... su expresión muerta en la mirada decía que por fin había encontrado la paz por la cual suplico por mucho tiempo.

Eiclod lo acarició una última vez y bajo la mirada mientras cerraba los ojos en muestra de lamento por la miserable criatura, en ese instante se acerca Margo y se sienta a un costado de Eiclod.

-A..adi..o..os  To..bia..as..-. Dijo Margo con mucho esfuerzo.

En ese entonces Eiclod empezó a comprender más... Tobías era el niño del fondo del contenedor que venía con él ese día... era el pequeño de complexión ancha, piel azul como el cielo y ojos negros profundos.

El Chico Espacial Where stories live. Discover now