Capitulo 15

511 18 0
                                    

El ventilador había reducido bastante el calor en la pequeña casa de Pamela pero seguía bastante caliente. Pamela cerró la puerta con profundo pesar y oyó alejarse la furgoneta de Harry. Y para poner las cosas peor, no la había besado al despedirse, aunque lo entendía. Sólo un beso y al día siguiente lo sabría todo el pueblo. Tenían que mantener aquel asunto en privado. Apenas podía creer que se hubiera ofrecido él mismo con el riesgo que corría de perder la amistad con sus hermanos.

Pero en cuanto el sonido se alejó, Pamela se apoyó contra la puerta por dentro, deslizó las manos por sus senos y cerró los ojos perdida en los recuerdos. Entonces, alzó las manos y empezó a bailar ejecutando una ritual danza de celebración. Al tocarla y excitarla como lo había hecho, Harry le había dado un sentido completamente nuevo a su cuerpo.

Sintiéndose embriagada, entró en su habitación, se quitó las sandalias y se desnudó para meterse en la ducha.

Cuando el chorro le acarició la piel como las manos de un amante, alzó de nuevo las manos hacia los senos henchidos y se los acarició perdida en los recuerdos.

Entonces, deslizó las dos manos hacia el vértice entre sus piernas, donde el cuerpo todavía le palpitaba de deseo por él. Los libros eróticos eran muy explícitos y no necesitaba a Harry ni a nadie para el tipo de milagroso alivio que había experimentado en la furgoneta, pero volvió a subirlas. Esa noche quería saborear la sensación de sus manos y su lengua acariciando su cuerpo. Quizá fuera una tontería, pero le parecía que, si lo hacía ella sola de nuevo, los preciosos recuerdos se diluirían.

Apagó la ducha y se secó. Su cuerpo ya no era exclusivamente dominio suyo y eso le produjo un escalofrío de placer. Se puso crema por todas las partes del cuerpo que él pudiera acariciar, enojándose cuando comprendió que parecía estar esperando a Harry Styles.

Pero quizá fuera mejor que no volviera, pensó mientras se extendía la crema aromática. Quizá deberían crear algún ceremonial para lo que iban a hacer. Así tendría tres días para prepararse. Tres días para comprar tentadora lencería y convertir su habitación en un nido de amor. Dejó la crema y volvió a la habitación para examinarla con atención. Tendría que cambiar muchas cosas. Agarró un cuaderno de notas amarillo, se tiró desnuda en la cama y empezó a hacer una lista.

A la tarde siguiente, mientras Pamela sacaba la carga de bolsas que traía de Phoenix; su vecina, Hazel Nedbetter llegó corriendo con un jarrón de una floristería lleno de margaritas. Pamela escondió con rapidez bajo el asiento la bolsa de una conocida tienda de lencería.

-Las guardé en mi casa para que no se te marchitaran en el porche-

-Muchas, gracias, Hazel-

Pamela miró las flores amarillas y blancas que sólo podían venir de una persona.

-Ni siquiera eran de la tienda de Copperville. Venían de una gran floristería de Phoenix. ¿Te puedes imaginar? El precio del transporte debe haber sido una barbaridad-

-Seguro-

Al menos Harry había tomado algunas precauciones, pensó Pamela. Estaba encantada de que le hubiera mandado las flores, pero ahora tendría que buscar una excusa para contarle a Hazel. La mujer no pararía hasta saberlo.

-Debe de hacer cuarenta grados aquí al sol- Dijo para ganar tiempo-. Vamos a la sombra del porche-

Dejó el jarrón en la barandilla del porche y se volvió hacia Hazel con la primera mentira que se le ocurrió.

-Deben de ser de mi nueva directora del colegio de Nueva York-

-¿De verdad? ¡Qué detalle! No creo que al señor Grimes se le ocurriera nunca mandar flores a una nueva empleada. Las cosas deben de ser muy diferentes en el este-

Hazel miró la tarjeta con ganas de que Pamela la abriera. El sobre no estaba cerrado, pero Pamela no creía que su vecina lo hubiera leído.

Resuelta a convencerla; sacó la tarjeta del sobre. Por suerte, Harry había acudido en su ayuda. La misteriosa tarjeta sólo decía:

Te deseo lo mejor al explorar nuevos mundos. E.

Pamela sabía a qué mundos se refería Harry, todos relacionados con la cama que estaba a punto de decorar-

-Sí, es de mi directora- dijo mientras se la enseñaba.

-¡Qué amable enviarte un ramo así! Aunque hubiera pensado que las rosas o los claveles serían más apropiados-

-A mi directora le gustan las margaritas- Hazel asintió.

-¿Has estado de compras?-

-Sí, he comprado algunas cosas para el viaje-

Y sería un viaje de cuidado considerando lo que había comprado ese día. Pensó que Harry quedaría encantado. Quizá más que encantado. Lo cierto era que quería que se le hiciera agua a la boca.

-¿Cuándo piensa Lionel poner el cartel de alquiler en el jardín?-

-No creo que lo haga hasta dentro de un mes. Pero es muy selectivo con la gente a la que se la alquila, así que no te preocupes. Tendréis buenos vecinos-

-Supongo, pero te echaré de menos de todas formas-

-Yo también, Hazel-

Pamela se alzó el pelo de la nuca. Incluso a la sombra del porche hacía bastante calor, pero si invitaba a pasar a Hazel podría tardar otra hora en irse. Era una mujer encantadora y en cualquier otro momento no le hubiera importado, pero estaba ansiosa por meter sus compras dentro antes de que alguien se fijara en la bolsa de la lencería o de las sábanas de satén.

-Tu madre se va a quedar seca de llorar cuando te vayas-

-Ya lo sé. Seguro que yo también lloraré. Pero tengo que extender las alas, Hazel. Es mi oportunidad-

-Y tus hermanos. Aunque intenten aparentar que no les afecta, te van a echar mucho de menos. Y ese chico, Harry Styles te va a echar de menos una enormidad. Por cierto, los vi llegar juntos anoche. Y me extrañó porque Mabel Bellweather me dijo que te habías puesto mala en el Nugget-

Pamela empezó a preguntarse si Harry y ella tendrían alguna oportunidad de guardar su secreto.

-Me sentía mal, pero en cuanto salí me puse mejor y nos fuimos a dar una vuelta en coche. Harry quería hablarme de un nuevo programa de cría que está empezando con su padre. Iban a buscar unos cuantos sementales a Flagstaff este fin de semana. ¿Sabías que estaban en Flagstaff?-

Hazel asintió.

-Eso había oído. Norah quería ver algunas antigüedades allí-

-Exacto- Pamela decidió preparar a Hazel para el siguiente paso de Harry- Le hice prometer a Harry que se pasaría por mi casa en cuanto llegara del viaje, así que verás su furgoneta en cuanto vuelvan-

-¿Lo ves? Ustedes dos siempre han sido uña y carne y siempre se han contado de todo. ¿Quién te va a contar sus cosas cuando estés en Nueva York?-

Pamela no quería enfrentarse a aquel hecho todavía.

-Supongo que tendremos que usar el teléfono. Bueno, Hazel, será mejor que te deje ir a preparar la cena-

-Sí, supongo- Hazel no parecía querer captar la indirecta-. ¿Cómo estaba Phoenix?-

-Hacía mucho calor-

-Ya me imagino. Estas noches ha hecho tanto calor que apenas he podido dormir-

Lo que significa que Harry y yo tendremos que cerrar las persianas a cal y canto, pensó Pamela.

-A mí me ha pasado lo mismo. Bueno, Hazel. Gracias de nuevo por guardarme las flores-

-De nada- Dijo su vecina mientras se dirigía al camino de hierba que separaba las dos casas.

Pamela recogió las flores y entró en la casa. El teléfono sonó en cuanto posó el jarrón en la mesita. Rodeó el sofá y descolgó el inalámbrico.

-¿Hola?-

-¿Dónde has estado? -preguntó Harry. Es la sexta vez que te llamo hoy y siempre ha salido el contestador.

El sonido de su voz le endureció los pezones. Harry nunca la había afectado así antes, pero todo había cambiado.

Proyecto de Verano (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora