Capitulo 13

365 6 6
                                    

***Narra Jose***

Me encontraba en la sala de profesores con la señora Delgado, el señor Fields y otros profesores. Hablaban de cómo les iba el día, enfin cosas más que aburridas. Me iba a levantar un momento para coger un café de la máquina cuando alguien irrumpió en la sala haciendo que todos nos asustemos por el repentino ruido que provocó.

"¡Ayuda por favor!" pude ver bien a la señorita Gonzalo, que estaba agitada y cansada, por el color rojo de sus mejillas supuse que se había pegado una buena carrera para llegar aqui.

"Señorita Gonzalo, ¿Que ocurre?" pregunto Delgado mientras le daba un vasito de agua para que pudiera relajarse, estaba muy pero que muy alterada, y la curiosidad me llamaba la atención.

"Es-s Pa-pa-patrici-cia, Patricia" consiguio terminar de decir. Me acerqué a ella totalmente preocupado. Me había dado un un vuelco el corazón.

"¿Que pasa con Patricia?" intente no sonar muy preocupado para que no se notará, pero me fue en vano. Ana no mencionaba palabra. "¡Ana, por Dios, habla!" le dije agitandola para que reaccionara.

"Ella se ha caído... ella se ha caído, no-no está bien..." empezó a tartamudear, pero a la vez parecía como si lo estuviera asimilando todavía. Me quedé en una especie de trance.

"Dios..." suspiró Delgado. Vale Jose, tú acompañame haber que ha pasado y los demás esperar aqui" dijo mientras me señalaba. Buena elección Delgado.

"Claro" me dirigí hacia la puerta, la abrí y primero las deje pasar a ellas, después salí yo detrás. íbamos a paso ligero y cada paso que daba, más me preocupaba. Las pulsaciones me iban a cien, por no decir a mil. Cuando lo que me parecieron horas, por fin llegamos a la sala común de las chicas. Había un gran corro de personas gritando estupideces que me volvían loca la cabeza. Gritaban cosas como 'esta en shock', 'esta inconsciente', 'esta muerta'. Esto último me sacó de mis casillas. Me abrí paso empujando a cualquiera que se interpusiera en mi camino, sin importarme lo más mínimo. Cuando la ví ahí tumbada en el suelo, blanca como la leche, mi corazón cayó. Me arrodillé ante ella.

"¡Ey Patri!" dije meneandola un poco para que me respondiera, sin éxito, ya que ella tenía la mirada perdida. Por un momento cerró los ojos, haciendo que una corriente eléctrica de nervios recorriera todo mi cuerpo. "Patri, no me cierres los ojos" le dí pequeños golpecitos para que reaccionara. Puse mis dedos bajo su nariz para ver si respiraba, cosa que no era así. La desesperación se apoderaba de mi.

"¡Llamar a una ambulancia!" le grite mirando en dirección a la directora, quien tenía una mano en su boca por el shock. Cuando ví que no se movía le volví a gritar. "¡Deprisa joder!" esta vez pareció reaccionar ya que se movió de su sitio y se dirigió hacia el teléfono de la sala de estar. Yo me quedé mirando a Patri, sin saber si debería realizar alguna práctica de reanimación o no. Pero no estaba seguro. Las dudas me comían. Dios ayudame. ¡¿Qué hago?! Pf.

"¡Haz algo por favor" dijo exasperada Andrea "¡Reanímala!"

No me lo volví a pensar antes de posicionar mis manos enlazadas sobre su pecho apretando unas ocho veces seguidas, para luego juntar mi boca con la suya para introducir oxígeno. Esto lo hice unas cinco veces, pero ella no respondía. La idea de rendirme ni se me pasaba por la cabeza. Continué, continué y continué. "vamos, vamos Patri, respira" yo seguía maniobrando cuando la señora Delgado me agarró por los hombros pidiendome que parara. La ignoré y continué. Seguí hasta que note que el pecho de Patri subía y bajaba rápidamente. Patricia comenzó a toser sin ni siquiera abrir los ojos.

"Eh Patri, tranquila, ya estas bien, estas a salvo" comencé a tranquilizarla mientras le elevababa suavemente la cabeza para que pudiera coger mejor el aire.

Plato ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora