Capítulo 17

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***Narra Patricia***

Me encontraba en la odiosa habitación del hospital recogiendo mis pertenencias. Mis padres estaban fuera hablando con el sexy médico. Patricia controla tus hormonas. Mi voz interior hablaba por mi.

"¿Cariño?" pregunta mi madre a la vez que acarrea la puerta con golpes. Me saca de mis pensamientos.

"Pasa" respondí terminando de empaquetar todo. Entró esbozando una pequeña sonrisa. "¿Qué pasa?" pregunté arqueando una ceja en confusión.

"El médico ha dicho que ya puedes abandonar la habitación. También ha dicho que te van a llevar en ambulancia al colegio" me informó. Yo me extrañé. Estaba perfectamente. No hacía falta que me llevaran en ambulancia.

"¿Por qué no me lleváis vosotros en el coche?" pregunto ceñuda.

"Porque el médico ha dicho que era lo mejor, para evitar riesgos" ¿Eso dijo el doctor? Que considerado. Yo sonreí tontamente.

"Tienes razón, mejor prevenir que curar" dije ganandome una sonrisa de su parte.

"Muy bien. Ahora prepárate todas las cosas" terminó de decir ella. Y así lo hice. Deje preparada la pequeña mochila que me había traído mi madre. Cuando terminé, salí de la habitación donde me esperaban mis padres junto con el sexy médico. Me despedí de ellos dándoles un beso y un abrazo y seguí al médico de camino a la ambulancia. Me monté en esta con la ayuda del médico. Él se puso en la parte de atrás junto a mi. Estuvimos un buen rato sin mencionar palabra. Aproveché la ocasión para poder fijar mi vista en sus facciones. Es moreno, pelo rizado, no muy largo y unos grandes ojos marrones que imponen. A través de su bata se marcan sus definidos músculos. Es dos palmos más alto que yo. Es condenadamente sexy. Él se percató de que lo miraba cuando se volteó para mirarme.

"¿Necesitas algo?" preguntó con una sonrisa radiante que me dejaba ver su dentadura perfecta. Este hombre es ilegal.

"Mmmm, si no te importa me gustaría preguntarte algo.." dije enlazando mis dedos con la cabeza gacha de la vergüenza. Él asintió con la boca cerrada sin mostrar ninguna expresión.

"Me gustaría saber porque te interesaba tanto que fuera al colegio en ambulancia, y no me vengas con eso de que no querías que me pasara nada porque no cuela. Siendo médico deberías saber que estoy perfectamente" él se llevo la mano al pecho. Fingiendo como si lo hubiera ofendido.

"Hombre, no todos los días se caen chicas tan guapas y sexys" me dice esta vez guiñándome un ojo. Cuando me doy cuenta veo que esta más cerca mío. ¿Cómo ha llegado hasta aquí?

"Vaya, vaya, sabes como aludir a una mujer" decidí seguirle el juego. Dos pueden jugar al mismo juego.

"No es lo único que se me da bien hacer" dijo acercándose cada vez más lentamente y sin intención de parar. Oh. Empieza a hacer calor.

"¿Así?¿El qué?" le dije muy cerca de su boca. Notaba su respiración chocar contra la mía.

"Esto" dijo y antes de que pudiera evitarlo se apegó a mi con fuerza. Presionó sus labios con los míos de la manera más salvaje que jamás había experimentado. No sentí la necesidad de separarme de él. Además solo tenia un brazo bueno y de seguro que no me dejaría que lo hiciera. Había algo en mi cabeza que me decía que esto estaba mal, pero lo pensaba con determinación y no hacía nada malo. Disfrute el momento que sabía que pronto terminaría. Nuestros labios se movían a un ritmo lento y apasionado a la vez. Algo en mi cabeza me torturaba. Algo iba mal. Algo no estaba bien en esto. ¡Qué el no es José, estúpida! Me decía la voz de mi cabeza. Él me dejo las cosas claras. Tengo que olvidarme de él, aunque tenga que ser de esta manera, si no me acabaría volviendo loca. El solo recordar lo que me dijo José en la habitación del hospital hacia apenas unas horas hizo que me encendiera de la rabia. Me aferré más a él provocando que este se excitará aún más. Me agarró de los muslos elevando y haciendo que enroscara las piernas sobre el altillo de su cintura. Me dejo lenta y suavemente en la camilla que había al lado nuestro. Me agarró de la mano y empezó a dejar pequeños besos húmedos que luego pasaron a recorrer todo mi brazo parándose en el cuello. La mano que tenía libre empezó a desabrochar la falda del uniforme dejándome expuesta ante el. El se quitó la camiseta en una fracción de segundo. Se desabrochó el botón de su pantalón y metió las manos por debajo de mi polo. Sus manos estaban frías como cubitos de hielo. Hacía que me estremeciera por dentro. Sin darme cuenta comencé a jadear. Bajo las manos hacia mi vientre y empezó a tirar de las tiras de mi ropa interior sin llegar a quitármelas. Empezó a masajearme el vientre con la palma de su mano. Me levanto un poco el polo dejando al descubierto mi abdomen y mi ombligo dejando un beso en este. Empezó a subir los besos hacia mi pecho cubierto por la camiseta que no había llegado a quitarme del todo. Agradecía que me besara por encima de la ropa, ya que nadie antes me había visto desnuda. Cuando aproximo su rostro hacia mi me congele cuando vi a José, quien sonreía pícaro. Yo pestañeé y volví a ver al médico. Dios ni siquiera se como se llama. José me estaba volviendo absolutamente loca. Volvió a bajar las manos a mis caderas y empezó a bajar mi ropa interior lentamente. Yo le agarre las manos antes de que lograra hacerlo.

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