E (de ella)

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Antes de comenzar a leer esta one shot, me gustaría que os fijárais bien en la increible portada que me ha regalado GabaSantos.  Estoy todavía que no me lo creo... Solo me queda darle las gracias por apoyar de una forma tan decididamente genial mi trabajo.



Aquella noche, hace ya casi medio año, recibí una petición de amistad en mi Facebook.  No soy muy hábil con las relaciones  virtuales, bueno, esto lo digo  como si en verdad lo fuera con las reales, así que rectifico,  no soy hábil con las relaciones.  Me llamo Lexa Woods.  Tengo veinticuatro años;  hace tres que acabé la carrera de periodismo y colaboro con el diario Press-Register debido, en gran medida a mi condición de jugadora de balonmano en el Aurburn Team y sobre todo a mi puesto de central en la selección estadounidense de handball. Tengo pocos, pero buenos amigos y he tenido también pocas y además malas novias.  Este es el resumen de mi vida.



Ignoré  la solicitud.  Ni la acepté,  ni la rechacé y no se me ocurrió  siquiera echar un vistazo al perfil.  No conocía a ninguna Clarke Griffin y tengo por costumbre no agregar  a mi Facebook a gente que no conozco.  Lo sé, soy rara;  todo el mundo quiere tener muchos amigos en las redes sociales,  como si tener un gran círculo virtual de nombres fuera la esencia de la felicidad.  Pero yo me identifico con las palabras de Mateo Alemán  "Deben buscarse los amigos como los buenos libros.  No está la felicidad en que sean muchos ni muy curiosos;  sino pocos, buenos y bien conocidos".



Estaba terminando el artículo que debía entregar al día siguiente, así que decidí dedicarle toda mi atención.  Cerré el navegador y me centré en el reportaje que estaba preparando.  Una hora después y satisfecha con el resultado, apagué el ordenador y me dispuse a acostarme.  Cada vez retrasaba más el momento de irme a la cama.  Se me hacía grande y fría desde que ella ya no la compartía conmigo. Costia.  Echaba de menos su tacto suave, su olor dulzón y su ronroneo cuando dormía.  Hacía cinco meses que me había partido el corazón y todavía lo sentía roto. Cinco meses y aún no había conseguido recoger todos los pedazos.  ¿Cómo se recupera el alma después de una traición?   Todavía me costaba conciliar el  sueño.   Todavía me despertaba muchas noches bañada en sudor frío y  con una lágrima surcando mi mejilla.   Entonces sólo lloraba.  Al  principio fue un llanto desesperado e incontrolable que apenas me  dejaba respirar y desgarraba mis entrañas,  ahora era un llanto sordo,  un dolor que todavía me palpitaba en las sienes.



Lo único que hubiera podido ayudar a recomponerme era el balonmano.  Pero ahí tampoco estaban las cosas especialmente bien.  El entrenador me reprochaba que pareciera cansada y distraída.  Y yo callaba, porque sabía que tenía razón.  Parecía haber perdido la confianza y la intuición y eso me hacía sentirme todavía más vulnerable.



Me acosté y me dejé engullir por mi propio vacío interior.  Solo quería no pensar, no recordar, no enojarme, no añorar, no evocar, no irritarme, en definitiva no sentir.  Por primera vez en mucho tiempo conseguí dormir de un tirón y aunque me levanté con un nudo en la tripa, no había rastro de humedad en mi rostro, y por primera vez pensé que, recuperar el control sobre mis emociones podía ser de nuevo posible. Por primera vez pensé que, al no haber reprimido el dolor, éste se había ido derramando poco a poco, noche a noche,  lágrima a lágrima hasta vaciarme por completo de él.   Tal vez, mi  alma estaba empezando a sanar.

EL ALFABETO DE NUESTRO AMOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora