Z (de zafiro)

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Todavía estoy intentando entender qué fue lo que pasó en la Ciudad de La Luz. De nuevo jalé otra maldita palanca que no sé a dónde nos llevará. No sé si Allie tenía razón y el mundo tal y como lo conocemos está otra vez en riesgo y de nuevo la radiación arrasará con la mayor parte de la raza humana, o eso fue otro de sus delirios. Pero tampoco es lo que más me importa. La verdad es que ya pocas cosas me importan.


Mis labios todavía cosquillean ante el recuerdo de tu último beso y en mis oídos retumban tus últimas palabras: I always be with you. ¿Dónde estás Lexa? ¿Dónde estás, amor? Tuve tu cuerpo yerto entre mis brazos y vi cómo se escapaba nuestra vida en tu aliento. Si, nuestra vida, porque sin tí ya no soy nada, ya no quiero ser nada. Creía que yo también había muerto en vida hasta que tu espada, en la ciudad de la luz cercenó la vida de mis atacantes y tus fuertes brazos envolvieron de nuevo mi dolorido cuerpo. Si tu mente pudo viajar a la Ciudad de La Luz, tu cuerpo, Lexa, tiene que estar vivo aún. Y yo voy a encontrarte, aunque sea lo último que haga con mi vida, voy a traerte de vuelta, amor. Aguanta. Aguanta por mí.


Me dirijo al poblado de los natblidas, desde donde comenzaré a buscarte. El poblado es un caos de cadáveres y miembros cercenados. Supongo que Ontari y sus secuaces no tuvieron piedad con los pobres niños que allí habitaban, así que lo primero que me veo obligada a hacer es cavar una gran fosa donde pueda dar descanso a tanto cuerpo desmadejado. Paso todo el día preparando el hueco. Sé que tú querrías que así lo hiciera. Les honro por ti. Y me despido de ellos por ti.


Esa noche me refugio en la gran sala de estar de la casa de los natblidas. Mi sueño es inquieto. Te veo a ti, veo a mi padre. Tus ojos me perturban. Papá tenía una colección de minerales y piedras preciosas, que sus antepasados habían introducido en el Arka. Yo las trataba con veneración y él me dejaba enredar con ellas y me contaba la historia de cada mineral. Pero mi favorita era la que mi padre llamaba "una deliciosa anomalía natural". Recuerdo sus palabras exactas "Esto es un zafiro verde, una variedad muy selecta del Corindón. También se le denomina Zafiro Fantasía o Esmeralda Oriental y su coloración se debe a la presencia de trazas de hierro. Es una de las gemas más excepcionales y raras de nuestra, colección.". Y recuerdo que cuando yací en tu cama después de haber saboreado el dulce néctar de tus jugos y haber enloquecido con el tacto de tu piel, pensé que tú eras mi zafiro verde, realmente, la persona más preciada y preciosa del planeta para mi.


De repente oigo ruido de pasos acercándose a la habitación en la que me encuentro. Me escondo detrás de un armario y observo una niña no mayor de diez años dirigiéndose sigilosa hacia la cocina.


-Hola -digo, intentando que mi voz suene dulce para no asustarla.

-¡Wanheda! -exclama con una expresión en el rostro difícil de descifrar para mí.

-¿Quién eres? -pregunto.

-Me llamo Anelka. Soy una de las natblidas que vivía aquí. Creo que la única que sobrevivió. Había tenido una pelea con Kerman, otro de los sangre-negra y el maestro Titus me castigó. Me mandó a recoger flores al lado del río para adornar la cueva donde había sido llevada la Comandante Lexa. Lo hice. Recogí las flores, las llevé a la cueva y al volver encontré a todos mis compañeros muertos y a Ontari y otros cuatro guerreros de la Nación del Hielo cubiertos de sangre. –La niña agacha la cabeza-. Fui una cobarde y eché a correr.

-No, no fuiste una cobarde, Anelka, fuiste inteligente. Nada podías haber hecho contra Ontari y cuatro guerreros más. Hiciste lo correcto.

EL ALFABETO DE NUESTRO AMOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora