Me pierdo en el azul de tus ojos y cada uno de los días que he pasado a tu lado bailan en mi memoria, Clarke, mi amor. Todos y cada uno tienen un hueco especial en mi alma.
Recuerdo perfectamente la primera vez que te vi. Trabajabas en una cafetería cercana a la Facultad. Tenía un par de horas de descanso y decidí dar los últimos retoques a una presentación que tenía que hacer, mientras me tomaba un sandwich. Así que elegí una mesa apartada y saqué mi portátil. Tú no atendías mi mesa, pero en cuanto te cruzaste en mi visual, no pude apartar mis ojos de ti. Se me pasó el tiempo observando la cadencia y elegancia de tus movimientos, dejándome embriagar por el fresco y penetrante olor que emanaba tu cuerpo cuando te movías cerca de mi, imaginando cómo sería sentir la suavidad de tu piel bajo la yema de mis dedos y soñando con tus jugosos labios posados sobre los míos. No llegué a la presentación. Me costaste mi primer y único suspenso en la Universidad.
Pero volví. Cada día. Y observé que solo trabajabas los miércoles, jueves y viernes. Después de un mes, no había avanzado mucho contigo.
Era otoño y ese viernes no había podido pasarme al mediodía por la taberna a almorzar, así que decidí hacerlo a la hora de la cena. Era temprano y tú todavía estabas sirviendo las mesas, aunque mirabas continuamente tu reloj. Deduje que te faltaba poco para terminar el turno. Tomé una ensalada y aunque pretendía lucir concentrada y movía las hojas de mis apuntes como si de verdad estuviera leyendo, tu embrujo me tenía embobada. Tras un nuevo vistazo al reloj, desapareciste por la zona de almacén mientras te ibas soltando el delantal. Te vi salir y recogí precipitadamente mis cosas, sin saber siquiera qué haría. ¡Qué iba a hacer! había pasado un mes desde la primera vez que te había visto y yo había sido incapaz de dirigirte la palabra más allá de decirte lo que deseaba comer o beber. Un mes, y el único código que había manejado contigo era una suerte de sonrisas y miradas que yo estúpidamente pensaba que iban a surtir algún efecto, pero que, por supuesto, no habían servido para nada. Pero como era una ingenua y una optimista y estaba deslumbrada, me precipité a la puerta detrás de ti. Tan precipitada que al salir tropecé contigo, que permanecías quieta.
-Uy, perdona, no te había visto -dije tras haberte arrollado.
Intenté mantener en equilibrio mis libros y carpetas que tras el choque amenazaban con caerse desparramados. Te aprestaste a ayudarme para que no se precipitaran al suelo y tus manos rozaron mi piel. El dulce contacto curvó mis labios en una sonrisa. Fue automático, como una suerte de resorte, un mecanismo perfectamente engrasado y que funcionó sin fallos desde ese mismo momento. Tú lo sabes, Clarke; cada vez que me tocas, mi boca sonríe. Siempre.
-No, perdona tú. Me he quedado parada como un pasmarote aquí afuera. La verdad es que ha refrescado mucho. Hace frío. Estaba intentando decidir si voy andando, cojo el autobús o llamo a un taxi -me dijiste sonriendo.
Intenté no parecer idiota, pero sabía que iba a ser imposible. Una vez vi tu sonrisa, mis ojos no pudieron dejar de mirar tu boca, porque si hay en el mundo algo apetitoso, sugerente e incitante, es tu boca. Fue automático, como una suerte de resorte, un mecanismo perfectamente engrasado y que funcionó sin fallos desde ese mismo momento. Tú lo sabes, Clarke; cada vez que me sonríes, la incontrolable tentación de besar tus labios destella en mis ojos. Siempre.
-No te va a aliviar mucho el frío, pero seguro que algo te ayuda -dije desenrollando la bufanda que llevaba al cuello y tendiéndotela.
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EL ALFABETO DE NUESTRO AMOR (COMPLETA)
FanfictionA través de las diferentes letras del abecedario recorreremos distintas historias de amor o desamor, según el caso. Cada letra será un pequeño relato independiente. (CLEXA- ELYCIA) Le debo la genial portada a GabaSantos, a la que estoy infinitame...