G (de gracias)

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-¡Perdona!    -exclamó Lexa al  oir el estruendo de libros y cuadernos chocar contra el suelo

-¡Ay, no!  ¡Maldita sea mi suerte!   -se enojó Clarke.

-Lo siento de verdad.  No te había visto   -volvió a reiterar Lexa, mientras observaba desolada una carpeta que había ido a caer en medio del único charco que había en la calle-.   Dime qué puedo hacer para ayudarte con esto    -señaló la maltrecha carpeta que ahora tenía entre las manos chorreando agua.

-Lo siento, no quería chillar.  No  ha sido culpa tuya. Yo también iba distraída   -dijo apenada Clarke.

-Las dos hemos estado poco afortunadas.  Lo siento   -volvió a disculparse Lexa-.  Ahora dime que el daño no es irreversible    -señaló la chorreante carpeta que aún mantenía entre los dedos-.  ¿Cómo lo podemos  arreglar?

-Es un trabajo que tengo que entregar mañana, pero por suerte, lo tengo en  un usb que llevo encima   -miró el reloj-.  El único problema es que debo volver a la imprenta y rogar a todos los dioses  para que el encargado esté de buen humor y quiera hacerme el trabajo para hoy mismo...

-Yo tengo un amigo que trabaja en una imprenta no muy lejos de aquí.  Seguro que Monty me hace el favor  de volver a imprimirte todo esto para hoy   -dijo, respirando tranquila, Lexa-.  No sabes qué peso me quitas de encima,  pensé  que había estropeado tu trabajo.  Por cierto, me llamo Lexa, Lexa Woods.

-Y yo Clarke Griffin.  Encantada  -dijo-.  Nunca te he visto por aquí   -añadió.  Y entonces, más relajada, Clarke se permitió fijarse en la chica  que estaba parada delante de ella.  Era esbelta y estilizada,  con un  porte tremendamente atractivo,  una brillante melena color castaño y  unos penetrantes ojos verdes.  Claro que nunca la había visto por el  campus, sino no se hubiera olvidado de ella.

-En realidad,  hace cuatro años que terminé la Universidad.  Cursé derecho.  Soy  abogada y trabajo en un bufete en el centro.  Consideraron que les  vendría bien alguien en el bufete con formación en derecho  internacional  y me han conminado a cursar un master.  He empezado hoy.   Y menudo estreno.  Lo siento.   ¿Qué hay de ti ?  -preguntó la abogada.

-Cuarto de Arquitectura    -respondió Clarke.

-Tengo mi coche allí mismo.  Vamos, te llevaré con mi amigo e intentaremos arreglar  este estropicio     -sonrió Lexa y Clarke se fijó entonces en los  jugosos labios y los blancos dientes de la abogada.  Echó a andar detrás de ella.



En el camino al coche, Lexa sacudió su cabeza.   Todavía tenía grabada a fuego en su  retina la deliciosa visión de la chica que la seguía.  Madre mía  con Clarke Griffin, con su cuerpo esbelto y curvilineo,  con su dorada  melena donde los reflejos del sol parecían haberse quedado enganchados y qué ojos, pero si ni siquiera el mar tenía ese azul  tan límpido.  Madre mía, pensó.  Y se obligó a dejar de pensar en ella.  "Es una niña, por Dios"  se dijo.  Ella pronto cumpliría 26 años y Clarke, si estaba empezando cuarto, tendría unos 21.   Una niña. Pero ¡qué niña!


En quince minutos  estaban en la imprenta de Monty.  Cuando vio aparecer a las dos chicas una franca sonrisa se pintó en su boca y salió de detrás del  mostrador para abrazar a Lexa.



-Hola guapísima   -le dijo mientras dejaba un beso en la mejilla de su amiga-.  ¿Qué te trae por aquí?   ¡Y tan bien acompañada!    -sonrió  enfocando su vista en Clarke.

EL ALFABETO DE NUESTRO AMOR (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora