Capítulo 11 / Me la enseñaste tú.

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–Tan solo perdí el equilibrio por no apoyarme bien con las muletas, queréis dejar el drama–. Me quejo.

–Si perdiste el equilibrio, pero porque te desmayaste–. Se burla Joshua.

Es verdad, después de escuchar el tono tan descortés, con el que Bryan pregunto qué hacía Lis en casa, todo me dio vueltas, en realidad fue como si el suelo se moviera.

–Tienes la tensión un poco baja–. Me informa Lis, mientras me quita la pulsera que supongo utilizo para medir la presión arterial.

–¿deberíamos llevarla al hospital? –. Pregunta Alexander, con tono de preocupación.

–No es necesario, a no ser que se repita o aparezcan otros síntomas, puedo pasar mañana a primera hora, para medirle la presión, si estáis de acuerdo, claro.

–Si, por favor, me sentiría más tranquilo–. Le responde Alexander.

–Pues hasta mañana–. Se despide Lis, maría la acompaña hasta la salida, pero antes de salir de la habitación escuche como Bryan le daba las gracias y parecían sinceras.

Alexander me pide que me quede en cama hasta la hora de la cena y por extraño que parezca, no puse objeción ninguna, pues también creo que es lo mejor, siento martillazos en la cabeza, supongo que mi nuevo chichón en la frente, tiene algo que ver.

–Ya no se puede ni merendar tranquilo en esta casa–. Suelta Joshua mientras se deja caer a mi lado en la cama.

– ¿Tu sabes que le pasa a Bryan con Lis?–. Me mira con expresión vacilante, sé que esta desorientado por la pregunta. –Bryan no estaba enterado que Lis vendría y podría jurar que no le gustó nada verla aquí.

–No estoy enterado de los detalle, pero me entere que Lis puso en su lugar a Amber.

–Vale, no son necesarios los detalles estando Amber de por medio.

–Me temo que Bryan se quedó con todos los detalles que le dio Amber–. Nos reímos.

Me pase toda la tarde viendo la tele con Joshua, María me trajo la merienda y he de reconocer que mi amigo tiene un buen paladar, el pastel de chocolate estaba buenísimo.

Joshua también se quedó a cenar, al parecer es algo muy habitual, ya no me cabe duda alguna de que es un buen amigo. Antes de marchar me pregunto si actualizaría mis redes sociales, no le respondí, en ese momento no sabía que debía hacer.

Ahora me encuentro tumbada en la cama, tengo el móvil entre mis manos y mientras deslizo mi dedo índice por la pantalla, me niego a volver a ser la chica de las fotos, cientos de fotos con diferente atuendo, una perfecta combinación de colores, zapatos y bolsos a juego, todo estético, pero esa sonrisa y esa mirada no combinan, solo veo una falsa sonrisa y unos ojos tristes.

AYRINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora