Desperté en la habitación de un hospital, no sé quién soy, ni que me ha pasado, hay unas personas que dicen ser mi familia pero yo no las recuerdo, en mis sueños hay dos versiones distintas de mi vida, en una soy una mujer feliz, estoy con el hombre...
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La llegada de Sheryl y Billy evitó, que Joshua completara su relato, sobre lo que pasa en el instituto, aun así me quedo claro que Ayrín vivió un verdadero infierno en el, pero encontró la forma de sobrevivir.
Estoy envueltaentre tantas emociones, que me resulta complicado creer quien soy, por un lado, el odio y el rencor de Ayrín y por el otro, la fortaleza de Lía, cada una afrontaba los problemas y las adversidades, a su manera.
Estamos en la terraza balconada, que ocupa todo el costado sur, de la primera planta de la casa, que tiene dos accesos, uno desde el salón principal y otro desde la parte frontal de la casa, contando con unas bonitas vistas al jardín, además de no perder detalle, de quien entra o sale de la propiedad.
–Ayrín, te toca–. Me dice Sheryl, estamos jugando al monopoly, y como siempre Billy nos lleva ventaja.
–Qué tal si continuamos la partida otro día–. Propone Joshua y lo agradezco en silencio.
–No tendrá nada que ver, el estar en banca rota–. Me río, Sheryl y Billy me acompañan.
–Me parece bien–. Dice Billy. –No tiene gracia ganar siempre–. Sheryl pone los ojos en blanco, ante la falta de modestia de su novio.
–Ayrín, en que piensas tanto–. Quiere saber Sheryl.
–En que quiero saber todos los detalles, de cómo ha sido mi vida, estos últimos años en el instituto–. Sheryl y Billy me ven sorprendidos.
–Ya le he dado un pequeño adelanto–. Les explica Joshi.
– ¿Por qué has hecho eso?–. Le contesta molesta Sheryl.
– Por la misma razón, por la que el sol, no se puede tapar con un dedo–. Le aclaro.
– Y exactamente, ¿qué es lo que te ha contado Joshua?–. Pregunta Billy en un tono neutro.
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–Ayrin, tu no quieres hablar del instituto, pero no puedo explicarte lo que pasa, si no te explico antes lo que sucede en el–. Se le borro la sonrisa del rostro.
–Estas insinuando que sigo haciendo esas revisiones ginecológicas por algo que pasa en el instituto–. Joshua afirma con un movimiento de cabeza.
–Chloe inicio una cruzada difamatoria en tu contra, que al principio paso desapercibida–. Hace una pausa para reírse. –Sus argumentos eran estúpidos y lo único que conseguía era el efecto contrario, hasta que un día–. Se calla y no sé si es que lo ha olvidado o quiere hacerse el misterioso.
–Deja el drama Joshi, hasta que un día ¿qué?
– El instituto estaba empapelado con octavillas, que decían que eras tan zorra, que tu familia te obligaba a ir al ginecólogo, para comprobar que no tuvieras, ninguna enfermedad de transmisión sexual.
