Desperté en la habitación de un hospital, no sé quién soy, ni que me ha pasado, hay unas personas que dicen ser mi familia pero yo no las recuerdo, en mis sueños hay dos versiones distintas de mi vida, en una soy una mujer feliz, estoy con el hombre...
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Estoy desayunando en la cocina junto a Bryan, cuando escuchamos que nuestros móviles suenan, primero el mío y enseguida el de él. Desde que elimine todas los perfiles de las redes sociales, solo recibo mensajes de mi familia, "que se reduce a mis primos y tía Mery", y de los pocos amigos que me visitan, "Joshua, Sheryl, Matthew y Billy", por lo general Alexander y Bryan cuando no están en casa, no me envían mensajes, si no que me llaman.
Veo que Bryan coge su móvil y sonríe al ver la pantalla, doy por hecho que ha recibido algún mensaje de Amber, cojo el mío sin prisa y mientras desbloqueo la pantalla recuerdo que podría ser la contestación del mensaje que envié ayer a última hora de la noche.
Pero el mensaje es de Matthew y su contenido, también me saca una sonrisa. Es una foto en la que aparecen él, DJ y Mark haciendo gestos tontos, justo antes de subir al avión.
Giro la pantalla del móvil hacia Bryan y él hace lo mismo, nos ha enviado la misma foto.
— Espero se lo pasen bien—. Comento y Bryan niega con la cabeza.
— Matthew se lo pasara mejor en el viaje a Tenerife.
— ¿Por qué estás tan seguro?
— Ese viaje lo planifico DJ, así que toda la diversión estará basada en fiestas y no recuerdo ninguna en la que Matthew pareciera siquiera divertirse.
— ¿Ni cuando se emborracha?— Bryan suelta una carcajada.
— Matthew no huele siquiera el alcohol.
— Nunca se ha emborrachado.
— Claro que sí, nos emborrachamos con 15 años en casa de los abuelos—. Se ríe. —Fue en una fiesta por el cumpleaños del abuelo, empezamos probando el vino y acabamos cogiendo una botella de whisky del mini bar del despacho del abuelo, fue él quien nos encontró en la sala de cine completamente borrachos, estaba furioso—. Bryan se pone serio y suelta aire.
— ¿Y qué fue lo que hizo?
— ¿Tú que crees?—. Pregunta sin esperar respuesta. —Nos dijo que merecíamos estar castigados hasta el día del juicio final, nos cogió de las orejas y como pudo nos llevó hasta una habitación, donde nos obligó a ducharnos con agua fría, no paraba de hablar, al final dijo que era su culpa, porque tenía que haber puesto bajo llave aquella botella de whisky—. Termina la historia riendo.
— Me estás diciendo que su enfado era porque os tomasteis su botella de whisky y no por estar borrachos—. Él afirma divertido. —Debía tenerle mucho cariño—. Me río.
— Nadie se enteró de nuestra borrachera, al día siguiente, el abuelo fingió síntomas parecidos a los nuestros y todos creyeron que habíamos comido algo que nos sentó mal—. Su mirada se pierde en un punto fijo de la mesa. —Fue la única borrachera de Matthew y solo le he visto tomar vino o Cava, en contadas ocasiones.
