Celos

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Aún no puedo comprender mucho como termine en esta posición. Estaba fijándome apasionadamente en ser la estrella del equipo como lo fue el pequeño gigante, de centrarme en ganar. ¿Por qué? Ah... Es difícil de explicar, pero simplemente quiero eso. Quería eso, ganar, sentir todo eso en mi cuerpo, el placer de la máxima felicidad como en esa ocasión que sólo pensaba en que nada nos iba a detener, pero... Perdimos; y perder fue casi igual a que me cortaran las alas que tanto empeñé en aprender ocupar.

Así caí, quería sentir que todo estaba bien, pero tenía culpa, de que tal vez si no hubiera cometido algunos errores en ese partido, tal vez, sólo tal vez, el resultado en ese marcador hubiera sido distinto. Al final logré levantar la cabeza, no fue porque olvidará la pena, si no porque note que no era el único. Kageyama estaba igual de frustrado que todos, tal vez lo ocultaba, pero en ese momento en que me puse a correr mientras gritaba, en un intento de soltar toda esa presión. Noté que ya ambos estábamos tratando de desahogarnos, en ese momento pensé "Ah... Tal vez no somos tan distintos después de todo".

Ese inútil pensamiento no molestaba en los primeros días, era algo normal a mi parecer, sentir que ya lo estaba sintiendo como un amigo más que rival ante mis ojos me era sumamente feliz, más de lo normal. Y ya cuando noté que con cada cercanía suya mi cuerpo se tensaba a tal modo de solo preocuparme del latir de mi corazón, de querer ir abrazarlo cada vez que lo veía, de provocarlo para que me regañara y me mirara sólo a mí... Ahí lo supe, algo no iba bien.

El amor, nunca me puse a pensar en él al 100%. Si, habían chicas que me sacaban de mis casillas hasta ponerme nervioso, pero nunca a tal punto como me lo generaba Kageyama. Estaba loco, eso era seguro, tal vez sólo me estaba enamorando de sus jugadas, tenía que ser eso. Porque ¿Un hombre con otro hombre? Rayos, sí que sonaba tonto.

— ¡Hinata! — así esa voz de quien pensaba llamó mi atención, mis ojos lo miraron con ilusión para después sentir el balón estamparse contra mi cara, para finalmente, quedar tirado en el piso.

Todos se acercaron a mirarme para ver cómo estaba, por primera vez mis mejillas se tiñeron de rojo por la vergüenza y es que ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él y fijarme en mi amado deporte? Estaba quedando como un tonto conmigo mismo. Así sólo sonreí para demostrar que estaba bien.

— Perdón. Creo que me dejé llevar por mi mente — comenté antes de ponerme de pie y sacudir mi atuendo

— ¡Idiota! — claro que ya sabía quién me había dedicado esas palabras. Sólo pude voltearme para sacarle la lengua y volver a mi posición de juego.

Aun así, pude sentir que esa mirada seguía clavada en mi durante el partido. Kageyama notaba la extrañeza en mí y es que ya no era la primera vez que me estaban pasando estos accidentes. Pero no me ilusiono.

Me preparé para tirar mientras mordía mis labios, tenía rabia, impotencia, todo porque...

"¡Pégale al maldito balón!" Así en un desquite ocupe todas mis fuerzas, pero gran error.

— ¡Suga, cuidado! — el mencionado no alcanzó ni a darse la vuelta cuando el balón se estampó en su rostro.

Se formó un gran silencio, pues, se notó a kilómetros que el error no fue por distracción, sino porque mis propias manos habían mandado ese balón con esas intenciones. Pero no fue momento de preguntas, todos corrimos a ver, en especial Kageyama que me dio la peor mirada de odio antes de darme un golpe.

— ¡Fíjate en donde tiras las cosas, idiota! — su cara de preocupación y ver cómo lo atendía con el mayor cuidado, al igual como si fuera la única rosa del jardín, despertaban mi celos y frustraciones. Todo eso lo delataba; a Kageyama le gustaba Suga, yo no, por lo tanto, ante sus ojos yo solo me asemejaba a un hermano menor, un insignificante hermano que no tenía la absoluta oportunidad con él. Y es que había que admitirlo, el peliplata era un amor de persona, amable, gentil, hermoso, con una sonrisa de Ángel... Alto. Y yo... solo soy... Hinata.

— Perdón — apreté mis ropas antes de dejar soltar algunas lágrimas de frustración. Suga tan pronto me vio se enderezó un poco desesperado, ignore sus palabras de "solo fue un accidente" porque no... no lo fue; no fue un maldito accidente, yo en esos momentos era un simple monstruo por culpa del amor.

Costo seguir jugando, esa escena me bastó para ignorar un rato a Kageyama, lo malo es que mi rendimiento iba disminuyendo por las ideas que ocupaban lugar en mi cabeza y así ese día, se volvió el inicio de la eterna pesadilla.

Ese día ya habíamos terminado la práctica, más temprano de lo usual por ser día festivo. El tema fue que la mirada de Kageyama se mostraba decidida, temía el porqué de esos ojos, pero cuando note que se marchaba junto al peliplata, note que había tomado el valor suficiente como para ir y declararse, él quería tenerlo al lado como pareja, no como compañero de equipo, ni mucho menos compartirlo con algún futuro pretendiente

"No sabes cuánto te envidio Suga... Si hasta su comportamiento es distinto que conmigo".

Cabizbajo me fui del lugar hasta mi casa, en donde hice mis deberes y algunos labores de la casa.

También me acuerdo que me llamaron del colegio de mi hermana para saber si podía retirarla, al parecer no lograban contactar con mi madre y la menor ya no podía aguantar con la fiebre.

Por esa razón tuve que salir de noche. Mi casa estaba sin medicamentos y como hermano responsable tuve que elegir entre dejarla sola o acompañarla y ver cómo su fiebre aumentaba.

Así fui directo a la farmacia, de algún modo mi mente se había despejado sobre el tema de Kageyama y Suga, pero tan pronto pude ver un motel en una esquina, tuve que morder mi labio

"¿Acaso la tendrá grande?¿Estarán gozando ambos?" Sacudí con fuerza mi cabeza avergonzado

"¡Idiota! ¿Cómo llegué a pensar esto?" Sólo me puse a correr descontrolado por los nervios que trataba de soltar, la gente miraba, pero no me importó. Traté de pensar en los grandes saltos que tendría que dar en el próximo partido, que quería impresionarlos

"Sí, eso importa, da lo mismo si Kageyama no me mira con esos ojos. De todas formas, yo recibiré sus pases siempre"

— ¿A qué viene esa sonrisa forzada de idiota? — abrí mis ojos de golpe para mirar y tratar de notar de dónde venía aquella voz.

— ¿Kageyama? — parpadee un buen rato antes de frotar mis ojos — ¡¿Eh, acaso eres eyaculador precoz? — así mientras trataba de sacar la cuenta de las horas, su fuerte agarre contra mi cabeza no tardó en llegar.

— ¡¿Ah?! — soltó molesto.

— ¡Duele, duele, suéltame! — esa mano tan dura, sentía que me iba a romper mi cráneo en cualquier momento, por suerte, este perdono mi vida. Y sólo suspiro antes de quedar mirándome con sus manos en el bolsillo de su chaqueta.

Fue un incómodo silencio el que paso, se notaba distinto a lo habitual, digo, no presentaba esa aura confiada de siempre. Se sentía de la misma forma cuando nos enteramos de los exámenes libres que podrían chocar con nuestro partido en Tokyo.

"¿Qué debería decir?¿Acaso no le dijo a Suga sobre sus sentimientos?¿Y si lo rechazó?¿O si dijo algo ridículo por los nervios? O peor aún... ¿Se le soltaría un gas por el miedo?" tantas dudas que pasaron por mi cabeza en esos momentos, cuando sacudí mi mente para hablar, este sólo me ganó.

— ¿Quieres ir a tomar algo? —.

— ¿Tomar? — respondí extrañado.

— Sí... En mi casa creo que tengo un poco de alcohol — suspiré, se veía tan destrozado ahora, la sombra que provocaba su flequillo al bajar su cabeza me impidió el verle a los ojos. Pero lo sabía y por esa misma razón, igual por lo tonto que fui, olvidé a mi hermana y sólo asentí para irme junto con él a su casa.

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