Callendo

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Ya había pasado un tiempo desde el día en que Nishinoya estuvo presente en mi casa, aproveche esas vacaciones de verano para poder pensar todo detenidamente, prometiéndole que tan pronto nos volviéramos a ver le daría una respuesta. Sobre Kageyama y lo ocurrido con Suga, pues, también prefería evitarlo por ahora, no quería pensarlo, lo odiaba, pero lo que ellos hacen esta moralmente correcto ¿Qué tenían que hacer mis celos presentes?
Pero volviendo a lo primordial, respecto a Nishinoya, no era fácil, él es amable y tiene una actitud tan genial, que sería cosa del tiempo para caer en sus brazos, o eso pensaba, pero ¿podía hacer algo tan cruel? El bebé no era del líbero, él no había metido la pata y aun así va a tener que arruinar su imagen por ser padre joven, incluso habló sobre conseguir algún trabajo para comprarle cosas al pequeño y un hospital seguro en donde pueda dar a luz… ¿era justo que despreocupara la escuela solo por nosotros dos?.

— y eso que ya le dije que mi mamá iba a correr con los gastos hospitalarios.

Estaba tapado de pies a cabeza con las sabanas, el comienzo de clases era mañana y en todo ese mes no hice más que flojear, tal vez por eso mi panza había crecido más por la grasa que por el mismo bebé.

“Que no se muera ahogado… es lo único que pido”

Pero no era mi culpa, aunque al principio, mi madre, casi se quita todos los pelos de la cabeza, ya de a poco se estaba alegrando con la idea de ser abuela, quería un nieto o nieta sana y gordita, no desnutrida, por lo cual nunca podía saltarme las horas de abundante comida que me tocaban.

La puerta de mi cuarto fue tocada, ni alcance a hablar cuando la mujer que ocupaba mis pensamientos entraba con una bandeja repleta con pan, dos pasteles y un vaso de agua.

“¿Dieta? ¿Dónde?”

—Hinata, mamá te trajo el desayuno… ¿he? ¿No te has bañado aún? ¿también tengo que hacer eso por ti?

— la mujer hizo un puchero antes de dejar las cosas en un mueble, su broma fue delatada cuando sonrío y se sentó a mi lado para tocar mi barriga.

— ¿Cómo está este pequeño? ¿listo para ir a la escuela mañana?

—No lo atormentes cuando aún no nace, en los meses que le quedan quiero que solo disfrute acá adentro— Di una sonrisa para acariciar mi vientre, el nene de Kageyama… o la nena de Nishinoya.

“¿Se puede cambiar tan fácilmente la sangre?”

— Tu rostro a cambiado— interrumpió mi madre

—¿Cambiado?... ¿En qué sentido?

—Tienes un brillo en los ojos, yo también lo tuve. Cuando nazca tu pequeño, todos esos miedos que te invaden se irán… ¿piensas en el padre? — Dio claramente en el calvo

— incluso esa duda se va a ir, también lo pensé en esos tiempos ¿Qué va a decir? ¿Odiara a mis niños? ¿Y si me preguntan por su padre? ¿Lo molestaran en el colegio? O ¿Podré protegerlos? ¿Podré cumplir ambos roles?... las madres solteras son mal vistas, porque somos incompletas

— Pero luchaste, eres fuerte, siempre lo has sido, en cambio yo… yo— yo aún me sentía como un pequeño pichón, uno tan pequeño que con suerte sabe volar.

—Uno no nace fuerte, ustedes me hicieron fuerte, lo harás bien, ese pequeño lazo que los une ahora es algo que ni el tiempo lo romperá y cuando te des cuenta el tiempo habrá volado

Besó sutilmente mi cabeza otorgándome un buen abrazo que me dio valor y soporte, pero no el suficiente como para que mis miedos se fueran, la rabia e impotencia se adueñaban poco a poco de mi. No había vuelta atrás, ya estaba decidido, tenía mi respuesta. Por eso al día siguiente, después de haber llegado al club me junté con Nishinoya para darle el sí.

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