Cuando un río se desmorona después de haber sido retenido varias veces, las piedras son las primeras en irse con él, son las más fáciles de desprender y las que más rápido se pueden adaptar, sin embargo no todo termina ahí, el río sigue arrasando sin piedad todo a su paso, sin mirar a quienes se quiebran por su culpa... hasta el más inocente, hasta la simple pieza insignificante del ajedrez se empieza a volver parte del lodazal siendo ahora un peligro para el resto... Así pasó todo... Así paso con Suga... él era el río que ahora no podía frenar.
Hace no mucho que la noticia había sido revelada a sus oídos y junto con aquello el pensamiento del caudal se vino rápidamente a su mente cuando notó el acongojamiento del menor... Entre ellos dos ¿Quién era la piedra mayor? Supuestamente como Sempai tenía ciertos deberes que cumplir, guiar y aconsejar a los de edad menor era su prioridad, a pesar de todo no podía evitar el no preguntarse el hecho de que ¿Cómo un día tan feo podía presentarse así de soleado? sus manos se encontraban aferradas a esa taza de té, quieto, inmóvil mientras que el líquido demostraba la verdadera imagen de su alma, un caos que no dejaba de temblar al paso que perdía su calor.
Con tal de sentir que todo aquello no era más que un simple sueño producto de las hormonas del embarazo soltó una pequeña sonrisa típica de su naturaleza con el fin de dar a entender que ya era hora de despertarse, con razón su abuela siempre le comentaba que el azúcar era mala antes de irse a dormir, menos mal que ya había aprendido la lección, sus dos pequeños estarían alejados de ese peligro ¿no? Que bonitos serían, sus dos bebés eran los seres más bonitos sin duda alguna ¿jugarían el mismo deporte que lo unió a su padre o se entregarían a otras paciones? Ni él lo sabía, pero ya quería descubrirlo, si... prefería pasar el tiempo en descubrirlo que en toparse con la mirada de desilusión del peli negro que fue la culpable de arrebatarle la gentileza en sus facciones, fue en ese momento que pudo dar con la dura realidad... Kageyama no estaba mintiendo.
— Lo siento— Repitió nuevamente Tobio saboreando la amargura de su saliva, sin entender si debía seguir hablando o callar, su chico no le estaba dando señales y él no era el mejor en seguir lo que el "ambiente" le dictaba
—Ésto...¿Cuándo... Cuándo pasó?
La cabeza de Suga bajó con delicadeza hasta topar su mirada con el piso, un extraño sentimiento iba invadiendo de a poco todo su ser hasta el punto de no saber que decir, y aunque lo supiera ¿Valdría la pena cuando la leche ya estaba derramada?
—Fue antes de lo nuestro — Musitó Kageyama mientras su dolida mirada iba a parar al cuerpo del contrario, mordiendo de inmediato sus labios por la mera sensación de querer estrecharlo entre sus brazos y susurrarle con delicadeza en su oído un "Todo estará bien" aunque ni él mismo se lo creyera.
—¿Antes?
Ni su propio ser sabía porque preguntaba, incluso cuando analizó su pregunta le dieron más ganas de reír que de vomitar. Era claro que Hinata sentía algo por Tobio... todos lo sabían, incluso él, menos el que formaba parte de la historia... A pesar de todo, él simplemente había roto el destino por su propio bien... Un mero egoísta...Un...
"Un diablo disfrazado de ángel"
Sus manos temblorosas dieron con sus orejas, tratando de apretarlas con fuerza en un intento de callar sus pensamientos, de opacar ese lado que empezaba a hacerle un Juicio sin entender sus razones
—¿Puedo... pensarlo un poco?
La mirada de la madre de Karasuno finalmente fue alumbrada por los pequeños rayos de luz que se colaban por la ventana, revelando con cuidado las precarias lagrimas que amenazaban por salir de sus ojos confusos y colapsados.
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Caminos
FanfictionHinata siente una fuerte atracción por Kageyama, el cual, lastimosamente tiene puesta la vista en la madre de Karasuno, Suga. Después de un día de borrachera y una noche loca entre nuestros protagonistas, Hinata queda albergando la vida de esa unión...