Atrapado

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Ya habían transcurrido dos días desde que me había enterado de mi estado, mi cuerpo aún no delataba nada, ni siquiera los típicos síntomas que mencionan las madres en ese lapso de periodo, solo unas leves náuseas que eran controlables con un vaso de agua y unas buenas bocanadas de aire.

"Bueno... creo que es porque con suerte tengo dos meses"

— Si no me doy prisa los síntomas me delataran de la peor forma — suspire resignado en mi habitación.

Tan solo ayer había ido al hospital más cercano para pedir la autorización de aborto, pensando que todo iba a ser fácil y rápido, pero el condenado papel aparte de pedir mi firma, pedía la del otro padre también para demostrar que estaba de acuerdo.

"Claro, podía pedirle a cualquiera que lo firme por Kageyama"

Aunque no todo era simple, porque como era menor de edad tenía que ir acompañado de un adulto más el otro progenitor con su identificación... ¡CON UNA MALDITA CÉDULA DE IDENTIDAD!

— ¡Ah...! ¿Por qué tantas trabas me pone la vida?

Nada bueno iba a salir si se lo contaba a mi madre, si no sabía medir mis palabras de seguro obligaría a Kageyama a tomar la responsabilidad.

"¿Y si escapo del país?" No, ya venían las finales, no iba a dejar ese momento por puro temor, tal vez si después, pero no ahora.

Así miré mi pequeño escritorio para notar las pastillas del resfriado de mi hermana. Pero qué malvada idea pasaban por mi mente, aunque deseara ir matando esa criatura lentamente con remedios, había una pequeña parte de mi con sentimientos maternales que me frenaba a cometer tal acto.

Acomode mi mano en mi vientre con temor sintiendo un extraño calor recorrer mi espalda, era extraño, pues... era plano, nadie pensaría que adentro estaba el hijo de la persona que tanto amo

"Es como en esas teleseries donde la malvada se embaraza para separar a la pareja protagonista"

— Oye bebé ¿De verdad quieres nacer de un papá tan torpe? — mi teléfono sonó llamando mi atención, y es que al notar el nombre de Nishinoya en la pantalla, no dude en contestar.

—¿Nishinoya? ¿Pasa algo?

— Eso quería saber yo... Como no has venido a las prácticas me pensé lo peor — se escuchó el leve suspiro del contrario y algunos ruidos de rebotes de balones, al parecer seguían en el gimnasio.

— Perdón... no me sentía muy bien, pero ya mañana estaré y compensaré todo, lo prometo

—ni se te ocurra, si no quieres decirle al entrenador, por último, finge un malestar, en tu estado no debes esforzarte

"Ah... Cierto que sabe"

— Lo intentaré, pero no prometo nada — vamos, todos tenían en claro ese amor que sentía por ese deporte.

— Oye... — musito de la nada el líbero

— ¿Si?

— Pon el altavoz y acerca el teléfono donde Nishinoya junior.

"¿Nishinoya junior? Pero qué mal nombre, ni si quiera se que es y ya lo paso por niño"

Solo suspiré e hice lo que pidió ¿Qué tramaba?

— ¡Kageyama! ¡Ven! — mis ojos se abrieron por sorpresa y el abrupto temor junto a los nervios me invadió ¿Por qué lo llamo?

Se escucharon unos pasos, el típico ruido de zapatilla rechinando con el piso, el tiempo pasó lento y solo pude seguir mirando con terror el teléfono que se posaba con tranquilidad en mi abdomen.

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