El elegido

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-Dios mío, que te paso?- mi rostro pasó de el asombro a la preocupación. Tenía la camisa rasgada, la cara y brazos cubiertos de sangre seca, y el cuello sumamente arañado.

Tan prónto cómo Dracó me pusó nuevamente en el suelo, corrí al lado de Drake, sujetando su rostro en mis manos.

-Tu estás bien?- me preguntó de vuelta. Que rayos! El que está herido es el, no yo.

Su vista se fijó en Dracó, giré mi vista hacá el y me percate de que ambos se veían fijamente, cómo si estuvieran usando la telepatía o algo así.

-Jess, necesitamos hablar contigo- Dracó se puso tenso, y supe que algo malo pasaba.

-Ahora- agregó Drake.

**Dracó**

Chris me llamo, quería que fuera a acompañar a Jess, no me dio muchos detalles pero sonaba desesperado así que no protesté y fui.

La encontré sentada en la banca de un parque. Me acerqué a ella y noté que sollozaba levemente... estaba llorando.

-Hey, estás bien?- que pregunta tán más estúpida, si estuviera bien no estaría llorando, pero por lo menos así notó mi presencia.

-Dra-Draco, que haces aquí?- dijo mientras con la manga de su sudadera se secaba la cara...

-Iba pasando y vi que una patética chica lloraba, de prónto le encontré similitud contigo y me acerqué a ver que tienes- mi intención era hacerla reír, pero fracasé vilmente- dime Jess, que te pasa? ¿Alguien te hizo daño?- el simple echo de imaginar que alguien la lástimo me cabreó de inmediato.

-No tengo nada, estoy bien- su tono de voz sono más duro de lo que esperaba, pero, que no tiene nada?! Por que los humanos siempre dicen eso cuándo es OBVIO que tienen algo?!

-Creó que esa es la mentira más grande de la humanidad- me sente a su lado y con las yemas de los dedos le limpie unas cuántas lágrimas de la cara- si no quieres hablar está bien, lo respeto pero no puedes estár aqui- tengo que llevarla de vuelta a su casa, sólo ahí estará a salvo... por ahora.

-Por que no? Es un país libre- su tono de voz se había suavisado pero no por completo. Que terca es.

-Pues para empezar porque te ves patética y le das un aire de lastima al parque- fue lo primero que se me ocurrió y por fin me miró directo a los ojos y sólo entonces pude notarlo- Dios! Tus ojos!- cambiáron de color! Son azules! Mi cara era el mismísimo reflejo de la impresión, noté cómo abrí los ojos cómo platos y mi mandíbula cayendo al piso.

-Punto número uno; no soy patética ni provocó lástima al parque. Punto número dos; si, cambian de color conforme mi estado de ánimo.

Mi cara seguía reflejando asombro, lo cuál le causo gracia y comenzó a reír, genial, mi fachada de chico malo había desaparecido completamente, y parece que me voy a desmayar de la impresión.

-Bueno, por lo menos te hice reír- dije rascandome la nuca apenado. Sentí que me ruboricé levemente y cambie el tema - Quieres ir a caminar? O lo que tu quieras, sólo deja ya de verme así- Y una vez más mi semblante cambió y adquirió esa pose de malote.

-En realidad, quiero ir a mi casa- perfecto!

-Bien, vámos- me pare y de un tirón la levanté de la banca cómo si fuera una muñeca de trapo -Creó que recuerdo el camino hacía tu casa- en realidad, lo conózco a la perfeccion. Noté también que la diferencia de estatura es muy notoria.

-No estás pensando...-

-En entrar a tu casa? Pero si aún no me invitas- viendo cómo se relajaba creyendo que no entraría agregué- así que me autoinvite y por lo tanto si, voy a entrar-. Su cara pareció incómoda ante la ídea, puse cara de dolido y pregunté -tienes algún invonveniente con eso?- sabía que no se iba a negar.

 Las Lagrimas De Un Ángel, La Agonía De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora