Intimidantes

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Dracó acababa de irse, y aún no puedo creer lo que hice; le di un beso en la mitad de sus labios.

Dos golpes en la puerta y Drake entra en la habitación, me inspeccióna unos momentos y estoy segura de que se pregúnta el por qué de mi sonrísa.

-Cómo estás?- pregúnta entrecerrando los ojos.

-Muy bien- inténto ocultar mi felicidad, pero es casi imposible.

-Por qué estás tan feliz Jess?- pregúnta sentándose en la silla junto a mi cama.

-Hoy me darán de alta- mentí.

Drake me observa sin decir nada un rato, luego entráron cinco doctores y rodeáron mi cama.

-Como amameció señorita West?- preguntó el que me ha estado atendiendo y vigilándo - Veo que está muy sonriente-.

-Dormí bien, amanecí de buen humor- dije levantándo los hombros como si no tuviera importancia.

-El jóven que salió hace unos minutos es su novio?- preguntó otro doctor.

Drake lo miró con cara de pocos amigos, para después mirárme esperando mi respuesta.

-Es solo un amigo- negué con la cabeza.

-Bueno, vamos a hacerle unos últimos estudios y después podrá irse- otro doctor habló.

-¿Qué clase de estudios?- preguntó Drake.

-Revisaremos que su cuerpo haya eliminado todas las toxinas y ya no haya nada de que preocuparse- respondió el doctor principal.

-Usted si es su novio?- le preguntáron a Drake.

Él me miró a mi unos segundos, luego al resto de los médicos y negó lentamente con la cabeza.

Los estudios consistieron en una muestra de sangre para verificar que no hay más toxinas en mi cuerpo, y cuándo el resultado salió positivo, me permitieron cambiarme, arreglarme un poco y solo bastaba esperar por los chicos para que vinieran por mi.

Cuando la hora llegó, papá fue a recojerme a mi cuarto, y en la entrada del hospital, estaban Chris, Alex, Jake, Ish, Drake y Dracó esperando por mi.







Una vez en el hotel, los chicos se marcháron, al parecer papá quiere hablar conmigo sobre algo delicado.

Me senté en el sofá, y examiné unos minutos mis abolladuras por todo el cuerpo.

-Cómo te sientes?- la voz de mi papá se hizo presente, y hasta entonces noté que había entrado.

-He estado mejor- dije levantándo los hombros -De qué querías hablar?-

Él se sentó en el sillón frente a mi, se pasó una mano por el pelo y me miró, claramente no sabiendo por dónde empezar.

Soltó un suspiro y comenzó: -Quiero hablarte de tu madre- sus ojos me estudiaron, y el aire de mis pulmónes desapareció.

¿Mi madre?

-Qué?- pestañeé -Qué con ella?-

No me miraba, su vísta estaba directa en el suelo -Verás, el incidente del Instituto salió en las noticias, y tu también- ahora palidecí -Y tu madre lo vio, se puso en contacto conmigo y desde entonces no deja de preguntar por ti y...- hizo una larga paúsa antes de continuar -Quiere verte-.

Dios mío.

-Y tu que le dijíste?- mi tono de voz aumentó, pero la verdad era que no tenía ningún deseo de verla, no después de aquella vez.

 Las Lagrimas De Un Ángel, La Agonía De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora