Este es el primer capítulo, espero que os guste. Si queréis ver los adelantos, pasaros por mi página de facebook: https://www.facebook.com/7Hy1MC
Álex, mi novio, bueno, mi ahora ex novio, acaba de dejarme. ¿La razón? Porque dice que no me cuido y que me estoy volviendo una vieja aburrida. ¿Acaso es un crimen que me gusten los juegos de mesa? Me ha dejado por una chica de veinticinco años que es mucho más joven, alta y guapa que yo, aunque ésta es bastante tonta.
Mis amigas no paran de convencerme de que él es un capullo, que no me merece y que me busque a otro que realmente lo haga.
Ya, bueno, eso es lo que se le dice a una amiga aunque sabes que no es verdad. ¿Pero qué más puedes hacer?
Siempre se ha dicho que hay muchos peces en el mar. Bueno, pues eso es mentira. ¿Sabéis por qué? Porque a ver, es verdad que hay muchos pero, ¿cómo son esos muchos? Algunos, tienen novia. Otros, son homosexuales. Hay otro grupo bastante grande que son los chicos a los que no les interesas. Y después están los típicos chicos que su mayor virtud es que son majos y que jamás tendrías ganas de acostarte con ellos.
Tras ver lo que me espera, decido ir a un bar y olvidar la mierda de vida que llevo.
Anoche me pasé bebiendo. Tengo una resaca que me está destrozando por dentro. Estoy en la cama, desnuda. A mi lado, se encuentra un hombre roncando. No sé quién es. Seguramente un hombre de aquellos con los que bailé en aquel bar lleno de solteronas cuarentonas. Creo que yo era la excepción ya que tengo treinta y siete años. A eso hay que sumarle que me acaban de despedir por la misma razón por la que me dejó Alex. Me estoy volviendo vieja.
El móvil suena y despierta al hombre desnudo que está en mi cama. Lo cojo de la mesita de noche.
-¡Buenos días! –grita Molly, una de mis mejores amigas, al otro lado del teléfono.
-No grites. Tengo la cabeza que me va a explotar –respondo con la voz ronca.
-Ayer te pasaste bebiendo. Pero venga, vístete. Estaré allí en veinte minutos.
Molly no me deja responder. Cuelga y yo me doy media vuelta para mirar quién es el hombre con el que he pasado la noche. Él me mira y sonríe. Es un hombre bajo, no va al gimnasio y no es para nada guapo.
Anoche debió parecerme el hombre más atractivo de todo el puñetero bar. Intento sonreírle, pero no me sale. Sólo me dan ganas de vomitar. Me levanto y me pongo una bata.
-Anoche... nosotros...guay... -dice el imbécil con el que me he acostado.
-Ya, bueno. No me acuerdo. Vete, tengo cosas que hacer –digo saliendo de la habitación y entrando en el baño para tomarme una pastilla que acabe con este horroroso dolor de cabeza.
-¿Me llamarás? –se pone la ropa que está esparcida por el suelo con gran torpeza.
-Claro, tú tranquilo –le aseguro desde el baño.
En cuanto oigo la puerta de la entrada cerrarse, salgo del baño y comienzo a elegir la ropa que voy a ponerme. La coloco encima de mi cama deshecha y entro en la ducha.
Pienso en lo que pasó anoche mientras me enjabono, pero no me acuerdo de nada. Todo es una cortina de humo que me tiene muy confusa y puede que avergonzada. Ya no tengo dieciséis años para andar emborrachándome hasta que no me tengo en pie.
En mi defensa diré, que al haber trabajado durante diez años en aquella puñetera oficina dándolo todo, estaba realmente deprimida y cabreada, y supongo que lo que realmente quería era olvidar ese horrible día. Aunque por desgracia, lo que no recuerdo es la noche. Seguramente mis amigas sí y no pararán de reírse a mi costa porque me fui con el más feo de todo el bar. Capullas.
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El amor a los 30 (En proceso)
HumorLana Jones, a sus 37 años, está soltera y desempleada. La locura de sus amigas le harán cometer la tontería de meterse a una web de citas. Amor, odio, sexo y humor le proporcionarán estos hombres a Lana. ¿Encontrará al hombre de sus sueños o tan só...