~ Un mal diagnóstico ~

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Llevo varios segundos reprimiendo las ganas de reír. ¿Realmente se llama Tesifonte? Esto es demasiado bonito para que sea verdad. Esto hacía que no notara el dolor de mi pierna rota.

-Tú eres Lana, ¿verdad? –me pregunta el policía mientras se acerca más a la cama de hospital en la que me encuentro.

-Sí, ¿cómo lo sabes?

-El médico que te atendió, te conocía y murmuró algo así como que debes dejar de salir con hombres que intentan matarte. ¿Sabes qué quería decir con eso?

-Supongo que tengo muy mal ojo eligiendo a los hombres con los que salgo.

-¿Te ha maltratado algún hombre? –pregunta poniéndose tenso en la silla blanca.

-No, tranquilo. Tuve una cita con un chico que era muy patoso y en uno de sus patosos actos, acabamos los dos en el hospital y es por eso por lo que el médico me conoce.

-La bella durmiente despertó –dice una voz masculina que reconozco al instante. Jared aparece de entre las cortinas blancas que rodean mi cama-. ¿Qué tal te encuentras? –me pregunta mientras saca una linterna del bolsillo de su bata blanca y me enfoca a los ojos.

-Sólo me duele la pierna –respondo y cierro los ojos por lo potente que es la luz amarilla con la que me apunta.

-Te tuvimos toda la noche en observación por si tenías algún traumatismo, pero al parecer, está todo bien excepto tu pierna. Tendrás de que hacer reposo absoluto durante mes y medio, y después tendrás que ir a rehabilitación.

-No puedo estar tanto tiempo parada. Tengo que mandar currículums a las empresas. Ya casi no me queda dinero para pagar el alquiler.

-Lo siento, Lana pero la salud es lo primero –dice Jared mientras guarda la linterna de nuevo en el bolsillo de su bata de médico.

-¿Puedo irme a casa? –pregunto mirándole fijamente.

-Tus amigas te han estado llamando y por supuesto, ya están al tanto de todo lo ocurrido. Han insistido en venir a recogerte pero él –dice apuntando al policía con el dedo- quiere ser todo un caballero contigo y llevarte a casa –dice asqueado.

-¿Puedes dejarnos solos un momento? –le pido a Tesifonte, a lo que él coge sus cosas y sale fuera de la sala de observación sin mirar atrás.

-Deberías salir con alguien con el que no peligre tu vida, ¿no crees? –dice seriamente Jared.

-No salgo con él. ¿Por qué te comportas así? Tú y yo no somos nada.

-Ya sé que no somos pareja, Lana. Sólo me preocupo por ti.

-¿Y por eso tienes que mirarle con desprecio?

-Por poco te mata.

-Eres un exagerado

-Y tú muy inocente.

-Voy a vestirme –digo intentando dar por terminada la conversación a la vez que quito las mantas que cubren mi pierna no escayolada.

-Llamaré a una enfermera para que te ayude a vestirte –murmura y se va de la sala.

La misma enfermera que me ha ayudado a vestirme, pone delante de la cama en la que he estado, una silla de ruedas. Me siento con mucho cuidado y apoyo la pierna escayolada sobre un soporte para llevarla en alto. La enfermera me da un par de muletas para cuando quiera moverme por casa o andar un poco por la calle, aunque eso aún no me lo han autorizado. Cuando salimos de la sala de observación, Tesifonte insiste en empujar la silla de ruedas hasta su coche. El policía mete las muletas en el maletero del coche patrulla y me ayuda a ponerme de pie para entrar en el auto. Mientras me acomodo en el asiento trasero, Tes lleva la silla de ruedas al hospital y se la da a uno de los múltiples celadores que hay en la puerta principal.

El amor a los 30 (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora