~ No hay huevos ~

50 4 0
                                    

La ley "No Hay Huevos" tiene unos antecedentes bastante claros. En mi opinión, todo comenzó tras la Primera Guerra Mundial. A Hitler le habían echado de Austria por tener poco espíritu de liderazgo. Por lo que está claro que cuando invadió Polonia, alguien le dijo algo así como: <<No hay huevos a conquistar el mundo>>. Y ahí comenzó todo, empezó puede que una de las mayores meteduras de pata que jamás he cometido.

Todas las chicas habían venido a casa a cotillear -como de costumbre- sobre mi vida sentimental.  Lo bueno de esa situación era que como estaba Noah, no podían hacer comentarios subidos de tono. Por esa parte, me alegraba de que Nany (mote que se le había puesto a Anastasia porque parece la madre del grupo) se hubiera quedado sin niñera.

-Neuronas -llama Queen a Jennifer.

-No me gusta que me llames así -responde la aludida.

-Pues acostúmbrate porque los motes son para toda la vida.

-Son ganas de hacer la vida más difícil -responde ella cortante.

-A lo que iba -continuó Queen-, ¿tendrías huevos de lanzarte a Tesifonte?

-A penas le conozco.

-¡Deja de pensar con tu parte racional un poquito! ¿Tendrías? -inquiere nuestra sexóloga personal.

-Hablando en un lenguaje que tú entiendas, está bueno -dice mientras se cruza de piernas.

-¿Ves, Lana? Ella tendría huevos. ¿Por qué tú no?

-Porque yo no lo quiero sólo para alegrarme el cuerpo.

-Si no te lanzas tú, lo haré yo -dice desafiante.

-Queen eso no está bien -dice Donna con un tono tranquilo-. Es el chico de Lana. Ella decide.

-Donna, lo que pasa es que no tiene huevos a plantarse delante de su puerta y abalanzarse sobre él nada más abra.

-¿Tan gallina me crees? -pregunto asombrada por lo que mi amiga acaba de decir.

-No hay huevos -dice mientras me ofrece la mano, la cual acepto. Ese apretón de manos significa que he entrado en su estúpido juego de niñas de instituto.

Menos mal que estaba Noah presente porque si no, creo que los comentarios de Queen habrían sido muchísimo más bastos.

En cuanto mis amigas se van cada una a sus respectivas casas, llamo a Tes. Debo recuperar ese honor que he tirado por el suelo en cuanto he aceptado la mano de Queen. No sé lo que voy a decirle, ni cómo, ni dónde... Debería dejar de guiarme por mis impulsos para callarle la boca a Queen.

-¿De dónde vienes? -le pregunto a Tes al verle con un montón de bolsas.

-De comprarme ropa de verano.

-Todavía es primavera -digo extrañada.

-Bueno, pero está al caer.

-No es verano hasta que no lo dice el Corte Inglés -digo mientras miro de reojo lo que hay dentro de las bolsas.

-Me gusta seguir mi propio camino -responde mientras se sirve un vaso de agua.

Le miro de arriba a abajo. Lleva un jersey verde que consigue marcar a la perfección su ancha espalda y unos pantalones vaqueros le quedan más bien en... Lana, Lana. ¡Concéntrate!

-Tes -le llamo a lo que él se da la vuelta mirándome con esos ojos rasgados que tan nerviosa me ponen cuando se posan en mí.

-¿Pasa algo?

El amor a los 30 (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora