~ Adiós ~

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Me encuentro en el salón, sentada en el sofá con la cabeza entre mis manos sin terminar de creer lo que me acaba de decir. No puedo evitar llorar en silencio para que ni el niño ni Leonor se despierten.

-Lana, por favor, deja de llorar –me pide el policía atrayéndome hacia su cuerpo.

-Te vas y no puedo hacer nada. ¿Cómo te sentirías tú? –siento que me ahogo con mis propias lágrimas, impotente, iracunda... Como si mis pulmones hubiesen dejado de funcionar correctamente. Mi pecho sube y baja con desesperación y mis ojos ya no tienen más lágrimas que llorar. El capitán se hunde junto a su barco.

-Lana, te quiero –es lo único que dice como si eso pudiese curar cualquier enfermedad, como si con decir esas palabras se hiciese la paz.

-Pero te vas.

-Vendré siempre que pueda, te lo prometo –me susurra al oído y me da un beso en la sien causando que una lágrima resbale por mi mejilla.

-Te quiero, Tes –le abrazo con fuerza intentando callar mis sollozos escondiendo mi cabeza en su pecho. Ese pecho al que una vez llamé hogar.

Me gustaría saber por qué me pasa a mí todo lo malo. Es como si la vida no me dejase ser feliz. Aunque Tes quiere que tengamos una relación a distancia, yo no lo veo nada claro. Llevamos meses viviendo juntos y de repente, separarnos... Va a ser duro. Le quiero, de verdad que lo hago y sólo por esa razón voy a intentarlo. Podría no estar tan mal estar separados. Además, así no nos cansaremos antes el uno del otro. No obstante, estoy segura que me pasaré las primeras noches sola, llorando. Puede que incluso decida dormir con Noah.

-¿Cuándo te vas? –pregunto con un nudo en la garganta. La verdad es que soy tonta por hacer esa pregunta puesto que preferiría no saberlo, pero algo dentro de mí se muere de curiosidad.

-En un par de semanas. He pedido retrasarlo lo máximo posible para poder celebrar tu cumpleaños y estar así más tiempo contigo. Será duro al principio pero nos veremos cada mes. Pertenecer a un alto cargo de la ley tiene sus ventajas.

-Te voy a echar muchísimo de menos.

-Tranquila, aún tenemos tiempo para estar juntos –la luz de la luna ilumina su rostro, mostrando una sonrisa que intenta calmarme. Un hoyuelo se hace presente en una de sus mejillas recordándome a la cara de un niño pequeño. Consigue que le vea adorable incluso en una situación como esta.

De este modo, el pálpito que tenía Tes esa misma mañana se hizo presente en nuestras vidas. Ojalá hubiese sido una simple tontería como decía su madre, ojalá... Hoy no me habría importado que esa odiosa mujer hubiese tenido la razón.

A la mañana siguiente, las maletas de Leonor se encuentran en la puerta de la entrada. Parece que al fin ha decidido irse. No sé si está al tanto del ascenso de su hijo, sólo espero que ese no sea un motivo para quedarse en el piso por más tiempo. Ahora Tes y yo necesitamos estar solos. Necesitamos recuperar todos esos momentos que ella nos fastidió, toda esa intimidad que destruyó con su llegada.

Inconscientemente, mi mirada busca al policía. Es como si tuviese la necesidad de saber que él aún sigue aquí., a mi lado.

Nunca pensé que podría querer tanto a alguien. Puede que sea por este suceso tan repentino pero tengo la sensación de que toda nuestra relación ha sido casi perfecta lo cual no es cierto pero mi mente insiste en pintarlo todo de color de rosa.

Acaricio su piel blanca como si quisiera recordar su tacto por siempre. Su barba de un par de días roza mis dedos causándome unas agradables cosquillas. Los besos se vuelven lentos y cierro los ojos con fuerza intentando poder rememorar cada uno de los sentimientos que afloran en mí. Todo parece ir a cámara lenta como en una película.

El amor a los 30 (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora