Capítulo 8 "Papis al Rescate"

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Otabek y Jean se despidieron, quedando de acuerdo en verse al día siguiente, porque el canadiense contaba con poco tiempo.

El de ojos celestes, estaba radiante, feliz de haberse reencontrado con Beka.
Por su parte Otabek, tampoco dejaba de sonreír
Sin embargo....

¡Yuri!

Se sentía la peor persona del mundo, había olvidado a Yuri.
Lo llamó, pero su celular lo mandó directo al buzón de voz.

Ya estaba por tomar su moto , con el fin de ir a casa del menor, cuando se acordó de Víctor y como si estuvieran conectados, en ese preciso momento, recibó una llamada de él.

-Víctor. ¿Sabes algo de..

-Otabek, tenemos que hablar- su voz se escuchaba molesta.

Antes de cortar el llamado, le dio una dirección en donde encontrarse.

No sabía que estaba pasando, pero el tono cortante del mayor lo dejó preocupado.

Insistió un vez más, pero en vano ¡ese chico no quería contestar!.
Se pusó su casco y partió a la dirección indicada.

Mientras tanto y en otro punto de la ciudad, Yuuri tocaba insistentemente el timbre de la casa.

-Ya voy- al fin puedo escuchar, la voz perteneciente al abuelo de Yuri.

-¿Quién demonios es?

-Señor Plisetsky, soy Yuuri

-¿Katsundon?

Al otro lado de puerta, Yuuri revoloteo sus ojos.

-El mismo- respondió.

Cuando abrió la puerta observó a aquel muchacho, su estado era agitado.

-Hola abuelo- saludó haciendo la típica reverencia, lo que causo gracia en el hombre mayor.

-¿Está Yurio en casa?

-SÍ, Pero mi nieto dijo que no querían ver a nadie, !Estoy muy preocupado!

El pelinegro, notó aquello en su semblante.

-Desde que llegó, no ha querido bajar a cenar- continuó diciendo- -¡Y hecho que prepare Pirozhki!-

-Abuelo es urgente que hable con él, ¡por favor ayúdeme!- le suplicó.

-No estoy muy seguro, pero bueno no puedo hacer nada más- dijo levantando los hombros.

El nipón entró a la casa.

-Llévale esto, si es que logras que te deje entrar a su dormitorio.

Pasándole una bolista de papel con los bocadillos recién hechos.

-No importa cuánto enojado esté, nunca hay que dejar de alimentarse bien- concluyó el mayor.

Y Yuuri sí que sabía de eso.

Subió la escalera que le conducía al segundo piso, donde estaba el dormitorio del menor.

Yuuri supuso que no le abriría la puerta tan fácil, el conoce a su hijo.

Debía decirle una mentira piadosa.

Acomodó la bolsa en la mochila que traía en su espalda.

Debía ser rápido, la maniobra o era un éxito o un rotundo fracaso.

¡Vamos Yuuri tu pueden hacerlo!

Tocó la puerta de la habitación del rubio. No hubo respuesta alguna

Un segundo toque.

-Abuelo ya te dije que no quiero nada- la voz del menor aun sonaba acongojada.

¿Patinemos? NO!!  ¡Juguemos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora