Capítulo 25 "Dulces Palabras"

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Advertencia: Preparen sus riñones, que hay mucha dulzura.

Cuando el sonido de los aplausos se hizo más claro y el aire más pesado, ellos se separaron.

Sentían el ardor de sus mejillas, y en un acto reflejo entrelazaron sus manos.

Los ojos curiosos aún no se apartaban de ellos, lo que aumentaba el sopor de sus rostros. Entonces, Yuuri salió del trance en que parecía estar, carraspeando la garganta y acto seguido todos volcaron sus ojos a la mesa.

-¡Beka viniste!

-Te dije que lo haría -acomodó delicadamente el mechón de cabello rebelde que osaba en ocultar esos hermosos ojos verdes, detrás de su oreja. Ocasionándole un ligero temblorcito que recorrió todo su cuerpo -Y yo soy hombre de palabra.

Yuri con una sonrisa radiante, lo abrazó y Otabek correspondió a su abrazo.

Antes de sentarse a la mesa y así a probar los exquisitos Pirozhki que su novio con tanto cariño había preparado, se despidió de su papá, agradeciéndole todo lo que hizo por él... por ellos, y prometiéndole que al día siguiente volvería a casa.

Víctor sacó las botellas de alcohol que traía escondidas de su Yuuri, aquél insistía en que solo podía beber en casa propia, cuestión que obviamente al ruso le entraba por un oído y le salía por el otro.

-Descuida solo traje de champagne -le dijo cuándo empezaba a regañarlo.

Y por el guiño pícaro que le hizo al abuelo, el que en buena hora sólo fue visto por Mila y Georgi, los llevó a la conclusión que su compatriota era capaz de colocarle la etiqueta del inocente champagne al resto de las botellas, que por el color trasparente de su contenido supusieron se trataba de vodka.

Pero ellos no dirían nada, esa noche del 2 de marzo había que celebrar.

Motivos no faltaban, el pequeño Yuri acababa de cumplir 15 años, se reconcilio con su novio Otabek, y esperaban o más bien confiaba que el humor del demonio que esa última semana llevaba por la ausencia del kazajo, se disipara tan rápido como lo había hecho recientemente el contenido de la copa del japonés.

Por otra parte, el mejor amigo del Ota, sonríe afectuosamente a la pantalla de su celular.

Life & Love, pensó Víctor.

Y por último, y aunque sonara un poquitín egoísta...Otabek, al fin volvería a su casa.

Y no, no es que no estuvieran agradecidos de todas las cosas que hizo por él y su Yuuri cuando estuvo viviendo con ellos, al contrario nunca habían desayunado tantas cosas deliciosas.

Incluso con la presencia del kazajo en su hogar, tuvieron la oportunidad de estar, como en los viejos tiempos, con su Yurio en casa. Durmiendo en su propia habitación y compartiendo con ellos.

Sin mencionar, las noches de chicos donde se quedaban largas horas conversando y bebiendo.

También agradecía, la presencia de Alex, que aunque en un principio lo quería asesinar por mirar a su Yuuri, siempre salía con algún comentario que les sacaba lágrimas de risa.

Es cierto, la casa se sentiría más sola, pero y aquí viene el punto egoísta, ahora su Yuuri no tendría excusas para dejarse amar como solo él lograba hacerlo.

Víctor, sonría lujurioso ante ese pensamiento.

Porqué su pareja se cohibía mucho al momento de tener relaciones, cuando había alguien más en casa. Yuuri gritaba mucho, e inventaba un montón de apodos a Víctor; apodos que por cierto, no dejaría que nunca nadie, más que él los escuchara.

¿Patinemos? NO!!  ¡Juguemos!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora