Cumpleaños

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—¿Estás seguro hijo? ¿Por qué no aquí?

—Sí. Además, así estarán más tranquilos. Nos vemos más tarde...— dijo tomando el teléfono.

Nana observo marcharse a su hijo. Soltó un su piro y luego fue a la habitación de sus nietos. La situación entre su hijo y sus nietos estaba cada vez más complicada.

Fue una sorpresa verlos entrar a la casa con sus maletas. Ryō parecía haber llorado por días, y le platico todo lo que había sucedido desde el accidente. Entendía el punto de sus nietos, pero no era para que le dijeran que lo odiaban, y cuando intentaba tocarlos, rehuían de él.

—Arriba. El desayuno está listo— dijo arrancándoles las sabanas.

—Abuelita— se tallaron los ojos y bostezaron.

—Feliz cumpleaños— dijo a cada uno besándole las mejillas.

—Gracias abuelita.

—etto... ¿Papá?— pregunto Ryōdai.

Se sentó en el bordo de la cama y miró a sus nietos —Salió.

—¿A dónde?— cuestionaron.

—No lo sé. Dijo que a lo mejor ustedes estarían mejor sin él aquí...

Las lágrimas surcaron las mejillas de ambos —¿Ya no nos quiere?

—Mis amores, su padre los adora. Pero como se han comportado con él, creyó que era lo mejor para ustedes, para que estuvieran tranquilos y felices. Prometió regresar a buena hora para ayudar con lo que haga falta para su fiesta— dijo revolviéndoles el cabello.

—Yo quiero a papá— dijo Ryōdai abrazándose a su abuela.

—Lo sé. Pero ustedes no han querido hablar con él, y tampoco dejan que los toque. Por eso decidió eso... por ustedes— le acarició la mejilla –Arriba. Ryō, antes de marcharse les dejo preparado su desayuno preferido.

Sonrieron. Se levantaron y fueron a bañarse. Al llegar a la cocina, olía a hamburguesas teriyaki con bastante piña y sus malteadas de chocolate.

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Era la primera vez que dejaba solos a sus hijos. Desde que nacieron, el día de sus cumpleaños, siempre los pedía libre para poder estar con ellos; esta vez también lo había hecho a excepción que tuvo cambio de planes. Miro el reloj, faltaban 4 horas para la fiesta, tenía que ayudar a su madre e ir por el regalo de sus hijos.

—¿Ry? ¿ que fais—tu ici ? (¿Qué haces aquí?)— cuestionó — Vous avez fait à la maison avec les jumeaux (Te hacía en casa con los gemelos).

— Professeur (Profesor)— dijo asustado. No había escuchado la puerta abrirse.

— Combien de fois je dois lui dire de me appeler Tristan (cuantas veces tengo que decirle que me llame Tristan)— se aproximó al castaño — Mais il le fait ici (pero que hace aquí).

— Désolé , Tristan . Même moi, je ne peux pas m'y habituer . Je suis ici parce que ma cuisine est très petit et ne pouvait pas bien cuire . En fait déjà fait (Lo siento, Tristan. Aun no me acostumbro. Estoy aquí porque mi cocina es muy pequeña y no podría cocinar bien. De hecho ya termine).

— Je l'avais dit et il avait mis en Aidé (Me hubiese dicho y le hubiese avisado).

— Oh non. Je ne pouvais pas le déranger . Aussi , rappelez—vous qu'il est dans quelques heures et vous enseigne (Oh no. No podría molestarlo. Además, recuerde que es en unas horas y usted está dando clases).

— De sorte que vous avez terminé , les heures toujours portés disparus (así que ya terminaste, aún faltan horas).

—En fait, je suis en retard . Je dois prendre cela et ensuite pour des cadeaux . Ne savent même pas comment je vais faire le temps (De echo estoy atrasado. Tengo que llevar esto y luego ir por los regalos. No sé ni cómo me haré tiempo).

—Ecoute, je pars dans deux heures . Si vous voulez prendre tout et vous allez pour les cadeaux . En deux heures, il serait à la maison (Mira, salgo en dos horas. Si quieres yo llevo todo y tú vas por los regalos. En dos horas estaría en tu casa).

—hummm bien (hummm pues).

— ... Il sera plus facile (Será más fácil).

—ughhh Okay . Merci (ughh Está bien. Gracias) —Con ayuda de Tristan termino de dar los últimos detalles y gran parte de las cosas se fueron al refrigerador. Se despidió de Tristan y se dirigió al centro comercial para recoger los regalos de sus hijos.

Tristan Fontaine, un chef que impartía clases y era dueño de un pequeño restaurant que abría en las noches, lo había conocido en clases de repostería que había tomado hacía años y se hicieron bueno amigos. El que consiguiera trabajo al regresar de Japón fue gracias a él, pues le había dado una plaza en el restaurante.

Aunque también sabía que había detrás de aquella amabilidad, Tristan se lo había dejado claro después de muchos años: lo quería, pero no sabía qué hacer. A pesar de todo, su corazón le seguía perteneciendo a Aomine... No quería herir a Tristan usándolo, porqué Tristan sabía todo.

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—Ya llegue— anunció empujado la puerta y como pudo entró a la casa y se dirigió a la sala, pero no termino de llegar cuando fue mandando al piso con los regalos.

—Papá— se abrazaron fuertemente al castaño.

—Mis amores ¿Qué pasa?— los abrazo al ver que lloraban.

—Lo siento— dijeron al unísono.

—No lloren. Digan me qué pasa.

—No te odio mami— dijo Ryōki –Te quiero mucho mami. Siento haberte gritado mami.

Se abrazó aún más a ellos y se soltó a llorar –No tienen que disculparse, fue mi culpa por mentirles. Yo los amo.

—Mami/ Papi.

Nana y Ryōsaki se limpiaban las lágrimas al ver a su hijo y nietos reconciliarse. Escucharon el timbre y fueron a ver, eran los de los inflables.

Después de entregarles sus regalos, Ryōdai y Ryōki fueron a su habitación a jugar para luego bañarse faltando medía hora para el evento.

Faltando 15 minutos, Tristan llego con la comida que Ryō había preparado y los regalos para los gemelos, quienes al verlo se lanzaron a sus brazos. Los gemelos apreciaban mucho a Tristan porque siempre se daba tiempo para jugar con ellos.

La fiesta comenzó cuando comenzaron a llegar los amigos de los gemelos. También llegaron amigos de Ryō y de sus padres.

Se estaban yendo los últimos invitados cuando Tristan escuchó el timbre — Je vais (yo voy) – se dirigió a la puerta y abrió. Esos ojos azules los conocía perfectamente — Le père des jumeaux (El padre de los gemelos)— murmuró.

—¿Eh? Ryō...

— Dans le jardín— dijo dejándolo pasar junto con las otras personas.

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—¿Y Tristan?— preguntó Ryōki.

—Fue abrir la puerta, pero está demorando. Vamos— Ryō se dispuso a ir pero al girar se congelo, los Aomine estaban frente a ellos.

¿Realmente fue un error?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora