Lo siento

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Los Sakurai y Aomine se miraban fijamente. Algunos de los pocos invitados que daban se marcharon al sentir lo tenso del ambiente.

—Enfants au revoir (Adiós niños)— Vicent y su esposa se despidieron.

—Au revoir. Vicent— se despidieron los sakurai. Daiki miró al dicho Vicent y vio que era un adulto mayor.

Tristan miraba de un lado al otro —Ryo est le père (Ryō ¿Él es el padre?)— el castaños asintieron —Tu l'aimes?(¿Lo amas?).

—Désolé (Lo siento)— bajo la mirada a sus manos.

—Je savais que je ne serais pas l'amour (Siempre supe que no me amarías)— se aproximó al castaño y le dio un beso francés —Mon prix. être heureux. Au revoir (Mi premio. Se feliz. Adiós).

—Tristan...— susurró aún sonrojado viendo como el rubio se marchaba. La sensación de la lengua de tristan estaba muy presente.

—¡Tristan!— gritaron los gemelos.

—Enfants au revoir— levantó la mano y salió de la casa.

—Ryō... Tristan siempre lo supo— dijo Nana tocándole el hombro.

—Aun así...

—No es tú culpa— dijo Ryōsaki.

Ryō asintió y se limpió las lágrimas y miró a los enfadados Aomine —Supongo que vienen a ver a los niños. Con su permiso— intentó irse pero Daiki lo sujetó de la mano —Suélteme.

—Necesito que hablemos.

—No hay nada de qué hablar. No arruine el cumpleaños de mis hijos— se separó bruscamente y se fue a su habitación.

Daiki giró y miró a sus hijos —Yo...— una cachetada no lo dejó hablar, y luego otra tampoco.

—Una es por lo que le hiciste a mi hijo. Y la otra por lastimarlos— dijo Nana furiosa.

—Lo sé. Lo merezco.

—Me alegra escuchar eso— Ryōsaki se acercó y le dio un puñetazo en el estómago —Te debería hacer algo peor. Pero hoy es el cumpleaños de mis nietos y no quiero verlos llorar.

—Con permiso. Iré ver a mi esposa.

Después de un incómodo silenció Kimiko hablo mientras se acercaba a los gemelos y los abrazaba —Feliz cumpleaños mis nietos.

—¿Ahora si somos sus nietos?— cuestionaron al unísono.

Kimiko se quedó de piedra –Claro que sí, son mis nietos.

—Así es. Siempre han sido nuestros nietos— intervino Daisuke.

—Pues los últimos 7 meses no lo pareció— acordaron al unísono.

—Lo sentimos. Creímos que querían tiempo para asimilar todo— dijo Daisuke apenado.

—Esperábamos que cuando se sintieran seguros, nos llamaran pero eso nunca sucedió— dijo Kimiko llorando –Lo siento. Debimos tomar la iniciativa.

Los gemelos vieron el dolor en la cara de sus abuelos, se aproximaron a ellos y los abrazaron —Abuelo/Abuela.


Dai y Kimiko se pusieron al nivel de sus nietos, los abrazaron y lloraron aferrándose a ellos. Los habían extrañado tanto.

Daiki miraba consternado aquella escena, estaba feliz de ver a sus hijos después de varios meses pero había algo que no lo dejaba ser completamente feliz. Y, eso era el beso del rubio con Ryō, quien ni tan siquiera lo aparto. Odiaba no saber francés.

—Feliz cumpleaños— Kimiko beso a sus nietos y les entrego una pequeña caja a cada uno.

Ryōdai y Ryōki abrieron las cajas y encontraron una

—Gracias, es muy lindo— se miraron y vieron que su hermano tenía uno igual.

—En la familia Aomine siempre regalamos algo color azul. Atrás tiene su nombre.

—Gracias abuelitos— sonrieron a ambos.

Kimiko les coloco las cadenas a sus nietos –Se ven preciosos.

—Daiki no piensas decir algo— dijo Daisuke riendo por la cara molesta de su hijo. Sin duda ver a Ryō ser besado fue un golpe duro.

Miraron a su padre. Querían lanzarse a sus brazos pero no... No sabía que estaba haciendo allí.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Por todo lo que sucedido. Debimos decirles la verdad desde un principio pero estuve de acuerdo con Ryō. No queríamos que sufrieran por mis acciones. Saber la verdad por mimi fue lo peor que sucedió... Yo los amo, no solo por ser mis hijos, sino porqué son de Ryō, del doncel a quien he amado los últimos 10 años de mi vida. Entiendo si no me quieren perdonar, pero por favor permítanme estar con usted, verlos crecer, estar a su lado. Ya me perdí 10 años de su vida, no quiero perder más.

—Papá— dijeron llorando y se abrazaron al pelo azul.

—Mis bebés— susurró. Era la primera vez que lo llamaban así. Lo anhelo por tanto tiempo y ahora sentía que se desmoronaba en los brazos de sus hijos. Se sentía el hombre más dichoso del mundo.

Dai y Kimiko sollozaron en silenció. Esa hermosa sonrisa llena de lágrimas en su hijo jamás la habían visto. Ni cuando les confeso que tenía dos hijos con Ryō.

Nana y Ryōsaki observaban aquella escena padre e hijos. Sus nietos de verdad querían a Daiki... Lamentablemente para su hijo ya no había cavidad en la vida de Aomine Daiki, él ya estaba con esa mujer. Solo esperaban que Ryō lo tomara de la mejor forma posible por sus hijos.

—Les traje sus regalos. Están en la sala— dijo Daiki limpiándose las lágrimas.

Los gemelos le besaron las majillas y salieron corriendo a la sala. –Puedo hablar con Ryō.

Ambos se miraron —... La última puerta a la izquierda.

Con nervios a flor de piel, se aproximó a la puerta y toco para anunciarse. Escucho un breve adelante y abrió la puerta; el castaño limpiaba sus lágrimas... —Ryō.

Se tensó al escuchar esa voz; miro hacia la puerta y allí estaba él —¿Qué quiere Aomine?

—Disculparme por lo...

—No tengo nada que disculpar. Tenía razón, soy la persona que odia.

—No te odio. Lo dije porque estaba herido. Yo te amo...

—Hace siete meses lo hubiese creído. Me canse de esperar durante 18 años de mi vida, pero ya no. No tiene por qué mentir, si quiere ver a los niños puede verlos pero no quiero a su novia cerca de mis hijos. No quiero que esa desnudista sea mala influencia para ellos.

¿Realmente fue un error?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora