Capitulo diecisiete

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Diecisiete 

Iker me guía hacia la azotea de la escuela, el cual en realidad está vacío. Planeo si por alguna razón planea empujarme  de aquí o algo así, me alejó un poco. 

—¿No ibas a decirle a nadie lo que te hizo Betty?  —Dijo, me quedé esos segundos mirando fijamente. Nunca me había dado el tiempo necesario para comprobar que en realidad era lindo.

Negué, volviendo a la realidad.

¿Cuál era la pregunta? 

—No, no tenía intenciones de decir lo que pasó pero Ashton  insistió.  Aún  así, podría haber sido peor digo...Podría haberles dicho a mis hermanos, ahí si sería malo.

Apoyado en la barandilla del balcón volteo a mi, a poca gente le quedaba bien el uniforme del instituto, sin embargo Iker había encontrado una manera de lucirlo.

¡Joder! Se supone que estábamos hablando  de algo importante. Maldita falta de concentración.

—Deberías dejar que ellos hagan lo que quieran, ella te ha golpeado. —Protesta.—Deberías aprender defensa personal.

—No creo que me de el cuerpo para tanto.—Confieso dando una mirada en blanco.—Pero gracias por el consejo.




Ahora sí sé giró hacia mi,  me preguntaba si el uniforme me quedaba tan bien como a él. Con ese cabello castaño tirando a un negro que igual mente parecía suave y olía rico. Y su piel también era perfecta, eso sí me hacía morir de envidia.

—¿Qué tienes?  

—Ahora nada, pero estuve un poco mal y la recuperación requiere paciencia y tiempo.

Él asintió, parecía entender todo lo que estaba diciendo. Recordé que Ron había dicho  que no estaban bien las cosas en casa de Iker. 

—No volverá a molestarte.

Pestañeo sin entender. 

—¿Cómo  dices?

—Se cosas, Olivia. Y solo  confía en mí, Betty no volverá a molestarte.

—¿Cómo estás tan seguro de eso?

—Porque ella está enamorada de mi.

¡Carajo!  Su confesión me tomó de sorpresa, él lo estaba afirmando. Parecía tan seguro de sus palabras qué  me llevó a suponer que Betty ya se lo había dicho en alguna ocasión. 

—Te haré caso, pero no seas malo con ella. —Dije mirando hacia abajo. —Creo qué es tiempo de regresar ¿No?

—No almorzaste ¿Verdad?

Con la visita desprevenida de Ian se me había olvidado por completo comer, había dejado la hamburguesa sin terminar  en la mesa.  Era asquerosa la idea de regresar por ella, solté un suspiro y pasé mis manos por mi cabello.

—No, no he llegado a comer nada. Pero no tengo hambre.

Iker chasqueo su lengua y empezó a buscar en sus cosas, de su lonchera  sacó un sándwich  de carne y me lo dio. 

No Todo Es Una Cuestión  De  AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora