Llegando al departamento de sus amigos, Alex y Mariano seguían conversando de lo que les estaba sucediendo, ya que en el trayecto desde la estancia hasta ahí, que fue de más o menos, hora y media, fue de lo único que hablaron…
ALEX – No te puedo creer que te dijera eso.
MARIANO – No, ni yo, pero eso me dijo, así como lo oyes.
ALEX – ¿Fue como una amenaza, una advertencia, o qué?
MARIANO – Mira, tratándose de Victoria, no tengo idea, nunca estoy seguro de a qué debo atenerme con ella.
ALEX – De veras que es rara esa respuesta, pero al menos reaccionó. Gonzalo estaba más preocupado por que no lo despidieran que por que lo estaba terminando… (Llegan a la puerta del departamento) ¿Me das las llaves, por favor?
MARIANO – Si, espera un momento. (Deja los bolsos en el piso, saca las llaves del bolsillo y se las entrega) Aquí tienes.
ALEX – Gracias. (Abre la puerta, entran los dos y cierra sin llave) Deja los bolsos por ahí que después acomodo todo.El departamento tenía varios ambientes. Al entrar, se encontraba el living y detrás, con un merendero que los separaba, una cocina – comedor. Ellos se quedaron en la sala y se acomodaron en unos de los sillones que combinaban perfectamente con la mesita ratona del centro de la sala.
ALEX - ¿Quieres un café?
MARIANO – Si, por favor, gracias. (Deja los bolsos junto a la puerta) Me decías que Gonzalo no reaccionó…
ALEX – No, para nada.
MARIANO – Quizás no se haya dado cuenta de lo que pasaba.
ALEX – Quizás no le importe lo suficiente.
MARIANO – Cómo no le va a importar, Alex, ¡por favor! Se nota que es inteligente.
ALEX – (Intrigada, se ríe ante el comentario) ¿¿Inteligente?? Si lo es, pero ¿eso qué tiene que ver?
MARIANO – Todo. Un hombre inteligente, no pierde a una mujer como tú y ¡no le da importancia!
ALEX – (Más intrigada) ¿Y cómo soy yo? Apenas me conoces, no creo que sepas lo suficiente sobre mí. Al menos, no como para decir eso.
MARIANO – Te equivocas, Alex, no hace falta conocerte tanto. Apenas te vi, me di cuenta que valdría la pena hacer cualquier cosa por ti.
ALEX – (Muy intrigada) ¿Qué se supone que significa eso?
MARIANO – Es más que obvio que eres inteligente, dedicada, muy afectuosa, honesta y sobre todo, ¡eres leal! Hay que ser un tarado para dejarte ir así como así. Créeme, en cuanto se de cuenta de lo que pasó, vas a ver que te pide regresar.
ALEX – Mira que observador… ¿De todo eso te diste cuenta en una sola noche?
MARIANO – De eso y más, en realidad… (Se calla al darse cuenta que habló de más)
ALEX – (Súper, mega, re contra intrigada) ¿Qué más?
MARIANO – (Tratando de no echarse de cabeza) Ya te dije antes, tengo grandes referencias sobre ti y bueno, cuando te miré a los ojos, pude entender porqué Caty y Julián te quieren tanto. Ellos hablan mucho de ti.
ALEX – (Con cierta desilusión) Si, lo se, y yo los adoro a ellos. A Caty la conozco de toda la vida, es mi hermana del alma y Julián es un tipazo.
MARIANO – Es cierto, es un gran hombre.
ALEX – (Sirviendo el café) Sabes que de ti también me hablan mucho, siento que, de alguna manera, ya te conozco a través de sus palabras.
MARIANO – Me pasa lo mismo contigo, (agarra la taza de café) Gracias… (Suena el celular de Alex)
ALEX – Es un mensaje, aguárdame un momento. (Empieza a leerlo)
MARIANO – Seguro es Gonzalo que se dio cuenta.
ALEX – (Su rostro cambió totalmente) No, no puede ser…
MARIANO – (Preocupado) ¿Qué pasa?
ALEX – (Lo mira al borde de las lágrimas) ¡¡Ése viejo miserable!!
MARIANO – (Se pone de pie y se acerca a Alex, se sentía realmente mal de verla en ese estado) ¿Qué tienes, preciosa, qué te pasa?
ALEX – (Sin prestarle atención al “preciosa” y con las primeras lágrimas cayendo por sus mejillas) Me despidió, (levanta el rostro y queda casi pegado al de él) ¡Ese viejo idiota me echó!
MARIANO – (Con toda la ternura del mundo, la abraza fuertemente) Ven acá, preciosa… (Ella responde al abrazo) Tranquila, y no llores, por favor, me estás rompiendo el corazón.
ALEX – (Llorando, se separa un poco del cuerpo de Mariano) Perdón, no debo ponerme así… Ni me conoces y ya me ves chillando como mensa…
MARIANO – (Se ríe por el comentario, pero luego, la mira fijamente y se pone serio) No digas eso, serías de otra especie si no lloraras después del día tan difícil que has tenido.
ALEX – (Se estrecha nuevamente a él) Gracias, eres muy amable… (Se sentía muy bien en esos brazos)
MARIANO – Llora lo que te haga falta, no te preocupes por lo que yo pueda pensar… (Se sentía hermoso tenerla entre sus brazos) “¿Qué me pasa contigo, Alex?”, pensó…