Capítulo 012

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Apenas salió del edificio, Mariano, marcó el número que había copiado del celular de Alex, habló con quien correspondía y ahora se tenía que encontrar con ésa persona en un bar. Nuestro “morocho” llegó primero y unos minutos después, llegó quien esperaba.

MARIANO – ¡Me alegro que estés aquí! Tenía mis dudas de si vendrías o no.

GONZALO – Me dijiste que era muy importante para Alex, ¿cómo no venir? (Se sienta)

MARIANO – Mira, voy a ser conciso y concreto. Alex necesita una carta de recomendación para poder conseguir trabajo.

GONZALO – ¿Y a mi qué? ¿Qué tengo que ver yo con eso?

MARIANO – No seas idiota, ¿quieres? Tú eres quien se la va a conseguir.

GONZALO – Primero que nada, no me insultes y segundo, mi jefe la detesta, nunca me va a dar una.

MARIANO – (Bastante molesto ante la pasividad de su interlocutor) A ver, Gonzalito, te lo voy a poner de esta manera: Alex dejó todo en esa porquería de estudio y en su relación contigo, lo mínimo que se merece de su parte es que le brinden una excelentísima carta de recomendación y TÚ vas a conseguírsela, ¿me explico?

GONZALO – ¿Y si no lo puedo hacer?

MARIANO – (MUY molesto con Gonzalo) Dime algo, ¡patán! ¿Alguna vez amaste a esa mujer?

GONZALO – (Disgustado por el adjetivo) No soy ningún patán y no amé, YO AMO a esa mujer.

MARIANO – Bien, entonces ponte los pantalones de una vez y ¡demuéstralo! (Se pone de pie) Gracias por el café. (Se va)

GONZALO – ¿Me dejó la cuenta a mí? ¡Qué idiota! (Piensa un momento) Pero tiene razón, esta es mi oportunidad de recuperar a Alex y no la voy a desperdiciar, ¡mozo!, la cuenta, por favor.

Gonzalo se fue a su oficina y empezó a planear cómo conseguir la dichosa carta. Le dio mil vueltas en la cabeza, hasta que se le prendió la lamparita: tomó una hoja en blanco, escribió la mejor recomendación que pudo y colocó el papel en una carpeta que contenía distintos documentos para que su jefe firmara. Llevó la carpeta a su superior y este, que confiaba ciegamente en su empleado, firmó todo sin siquiera ver qué decían esos papeles. Nuevamente en su propia oficina, tomó un sobre con el membrete del estudio, puso la carta dentro y llamó a Mabel, la secretaria, que dicho sea de paso, adoraba a Alex y le explicó qué pretendía. De esta manera, consiguieron los sellos para hacer oficial la carta. Una vez sellado el sobre, Gonzalo lo guardó en su maletín, sacó su celular y mandó un mensaje de texto.

En un taxi, una mujer leyó un mensaje de su ex novio: “Tengo que darte algo realmente importante. Te espero en el departamento alrededor de las 20 hs. No faltes, por favor.”

ALEX – ¿Y ahora? ¿Qué demonios querrá darme?

CHOFER – ¿Me habló, señorita?

ALEX – ¿Eh? No, perdón, sólo pensaba en voz alta… ¿Voy o no voy?...

Francamente, la idea de volver al departamento de su ex, no le divertía, pero conocía a Gonzalo y si no fuera importante, no la habría citado…

ALEX – ¡Voy! Total, ¿qué puedo perder?

Un minuto más tarde, aún en su oficina, Gonzalo recibía una respuesta: “Ok, ahí estaré”.

Pasados quince minutos de la hora 20, Alex entró al inmueble. Gonzalo, muy cordialmente, le ofreció un café que, con la misma cordialidad, Alex rechazó.

ALEX – No, gracias. (Acomodándose en el sofá) Te agradecería que vayamos al grano, ¿qué quieres?

GONZALO – ¡Qué directa! Veo que no te hace feliz estar aquí.

"Quiéreme, (como te quiero yo)" - El verdadero amor te atrapaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora