CHAPTER FIVE.

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La mañana había llegado. Ordinaria, pacífica. Ruidos débiles y cotidianos podían escucharse afuera, intensos rayos de luz que en esa habitación entraban, obstruyendo el sueño del hombre que en su habitación dormía plácidamente.

Su cuerpo en la cama, algo grande para una sola persona, pero lo suficiente para traer a alguien y divertirse con esta como usualmente él acostumbraba cada noche en la que se sentía bien consigo mismo.

Josh entreabría los ojos cada 10 segundos, dudando si levantarse o no. La noche anterior había sido como las habituales, sin poder conciliar el sueño; no podía con esas alucinaciones, esos mórbidos fantasmas que eran el reflejo de su pasado, los que lo hacían estremecerse y temblar como si estuviera en un congelador.

Su acabose nocturno.

El pacífico silencio de la habitación fue roto por una leve melodía que venía del teléfono de Josh. Este soltó un pequeño quejido y levantó su brazo para agarrar el celular y contestó la llamada, sin ver quién era la estúpida persona que se atrevía a despertarlo.

¿Quién diablos es?—dijo sin importarle la poca amabilidad con la que estaba tratando a la otra persona.

Oye viejo, cálmate, no sabía que seguías dormido. Es tarde—era Matty, su amigo más cercano. Llevaban mucho tiempo siendo amigos así que eso había hecho que Josh confiara plenamente en él. Matty sabía todo sobre él, incluso sobre su pasado, del cual sólo él tenía conocimiento. Realmente había mucha confianza entre ellos.

Con un demonio, Matt, ¿qué diablos te pasa? No es tan tarde; además, sabes que tengo insomnio—dijo intentando abrir completamente los ojos.

Como sea, necesito que traigas tu trasero a trabajar, hay cosas que tienes que venir a resolver por aquí—él y Matty trabajaban juntos, casi se podía decir que entre los dos habían construido un negocio que ahora les traía muchas ganancias.

¿Es en serio? La noche aún no llega, ¿Y ya necesitas mi ayuda?

Siempre hay trabajo por hacer, incluyendo en el día—dijo Matty con tono divertido.

Josh se empezaba a levantar de la cama lentamente—está bien, sólo cállate, ¿si?—le dijo exasperado, soltando un bostezo.

Wow, parece que esta vez fue duro, ¿no?—aunque sus pesadillas eran un tema serio, lo dijo en tono de burla—. Lo que a ti te falta, mi amigo, es una noche de tragos y buenos acostones.

Tal vez tienes razón, no he tenido una noche interesante desde hace mucho tiempo—dijo pensando en todas las noches solitarias en las que terminaba "haciéndose justicia por él mismo".

Eso se puede arreglar.

No sé si alguien esté dispuesto a estar conmigo—no lo dijo con intenciones románticas.

Vamos, eres Joshua Dun, puedes tener a quién quieras—dijo soltando una leve risa.

Josh no respondió.

Bien, entonces, ¿te veo en una hora?—Matty preguntó.

Sólo espero que sea por algo importante, me había planeado ver porno todo el día—dijo Josh algo molesto.

Matty sólo soltó una gran risa—Aw, eso sonaba más divertido, qué lastima—sonó sarcásticamente con tristeza—. Bien, nos vemos, compañero—dijo y colgó antes de esperar respuesta por parte de Josh.

El trabajo de Josh era por mayoría en las noches, pero había veces en las que debía encargarse de "algunos problemas" antes de su horario laboral.

Josh fue hacia el baño a darse una rápida y fría ducha para despertar.

Al terminar, como siempre lo hacía, se vio en el espejo del baño; cicatrices, pequeñas y poco palpables recorrían por su pecho y cuello al igual que en su espalda.

Recuerdos fluían por la mente de Josh; recuerdos que lo asfixiaban cada noche, que lo hacían sumirse a las tinieblas, que lo hacían retorcerse en frialdad, que lo hacían ser quien es.

La vida de Joshua no era vida. Aunque tuviera un negocio exitoso que le proporcionaba grandes ganancias, que siempre obtuviera lo que quisiera, él no era realmente feliz.

Solamente seguía vivo, sólo estaba... respirando. E intentó llenar ese profundo vacío que sentía con muchas cosas detestables.

Pero había sólo una cosa, la única que se acercaba a llenar eso, y era el sexo, pero no romántico, claro que no. Era algo más... Placentero.

Una melodía proveniente de su celular lo sacó de sus no muy buenos pensamientos.

Era él, la silueta oscura, el proveedor. Josh sólo bufó y contestó.

¿Qué quieres?—inquirió con molestia.

Sabes lo que quiero—su tono con él siempre era insinuador. Le gustaba molestar a Josh.

Jódete.

La otra voz sólo se limitó a dejar ir una carcajada que para los oídos de Josh era asquerosa.

No estoy para perder tiempo, idiota. Dime qué quieres.

Directo al grano, ¿eh? Veo que así es como te gusta.

Josh ya estaba perdiendo la paciencia, pero no respondió, dándole lugar a la otra voz para responder.

He conseguido nuevos dulces, y creo que te van a encantar—se podía escuchar como su boca formaba una sonrisa.

Josh no respondió. Estaba pensando.

¿Sigues ahí, Joshie? ¿Te comió la lengua el gato?

¿De cuánto estamos hablando?—preguntó finalmente.

Bueno, creo que será un poco más que la última vez. Es un producto en el que he estado trabajando. Es seguro, lo juro—dijo para después reír con una pizca de maldad.

Josh lo estaba pensando. Pasaron muchos segundos en silencio. Decisiones, decisiones...

Bien...lo compro—dijo después de unos segundos. No estaba realmente seguro, pero sabía que esos "dulces" le traían más ganancias, y el dinero de más nunca le hacía mal.

Sabía que no me fallarías. Eres mi comprador estrella.

¿Cuándo estará listo?

¿Sabes? Pensaba darte una sorpresita, y ya que cediste a comprar, iré el viernes y te daré lo tuyo.

Créeme, tú visita no me es agradable, así que no te emociones.

Pues yo si estoy emocionado, mucho mucho, Joshie—dijo, incitante.

Como sea—y antes de recibir respuesta, colgó abruptamente. Tiró el celular a su cama.

Josh no se sentía una buena persona haciendo eso. Creía que seguramente le estaba arruinando la vida a muchos chicos; pero de alguna manera, estaba atado a eso, atado al dinero, atado al hombre de voz ronca, atado a las sombras, atado al mal.

Josh estaba extraviado. Sentía su cuerpo inducirse en ansiedad. Necesitaba intentar llenar ese vacío urgentemente, pero sabía que debía aguardar.

Él no escogería a cualquiera para ese trabajo, el de complacerlo.

Sólo debía esperar el momento adecuado, y a la persona adecuada.

PANDØRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora