CHAPTER FØURTEEN.

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Segundos sinuosos. Minutos de insoluble frenetismo. Horas superficialmente ecuánimes. Poco a poco se habían convertido en días. Agobiantes días sin pudor.

Era como una órbita que aparentaba ser farisea. Empezaba y terminaba en el mismo lugar. Por más que intentara desviarse, no podía evitar entrar en el tentador trance. Magnético.

Tyler necesitaba una lobotomía inmediata.

Aún después de la conciencia activa y taladrando, no le dijo nada a su Círculo de Hermandad. Creía que era algo que estaba fuera del rango de comprensión de todos. Incluso de Alex.

Desafiaba a su padre, quien lo veía raro, como si quisiera saber, como si supiera. Su rostro era una incógnita. Le daba miedo. 'Sabe que estoy fuera de mi mente de todas maneras' se decía a sí mismo, tratando de consolarse.

Entre todos esos días llenos de discernimiento extra, siempre hubo un sentir presente. Uno al que su atención no podía evitar llamar. Uno al que quería pasarle la brecha del olvido o simplemente reducir.

Extrañeza. Una moderada pero presente extrañeza.

¿Por qué la contención era tan impenetrable?

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Debes venir, Ty. Por favor—suplicaba Brooke, tomando sus manos, al borde de las falaces lágrimas.

La facultad de Brooke estaba organizando una fiesta a beneficio de la misma. Todos los chicos y chicas estudiantes estarían ahí, pagando por escuchar ruidosa y anticuada música rock mientras se embriagan de sustancias fabricadas y se drogan con algún alucinógeno prohibido. Típica fiesta estudiantil. Y debido a la popularidad que Tyler había acumulado por su fiesta en yate, todos esperaban su presencia.

No puedo, lo sabes—levantó la mirada, irradiando vergüenza—. Ella estará ahí.

Brooke soltó las pardas manos de Tyler, enfadadamente pasmada—¿No has hablado con ella? ¡Tyler!, ¿Qué clase de amigo eres?—su expresión era áspera, profanando su encanto.

N-no lo sé—su tono era frágil y lejano—, soy un idiota empedernido. Sólo dilo.

Brooke examinó su expresión; sus arrepentidos ojos, su labio temblante, su ceño cansado, su odio propio. Se compadeció finalmente. No podía enojarse con él de todas maneras. Lo quería demasiado.

Oh, vamos Ty—volvió a tomar sus manos delicadamente—, no lo eres. No eres un idiota—Tyler levantó la mirada, conectándose con la de la Brooke—. Eres una persona maravillosa.

Al ver la tan pura y confortante sonrisa de Brooke Tyler se abrumó, sintiendo una culposa opresión al mismo tiempo, pero sólo apoyó su cabeza en el hombro de la chica, tratando de ignorar, ahogándose con el vacuo silencio.

¿Estás seguro que todo es por Hayley?—preguntó, sugestionada.

Silencio. Las profundas respiraciones de ambos cuerpos era lo único audible, lo que hacía que Brooke se preocupara más.

Es todo, lo prometo—respondió Tyler, aparentando firmeza y seguridad.

Entonces sí que eres idiota—dejó ir una risa burlona—. Tyler, ella jamás podría odiarte.

Eso espero.

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Después de tantas horas de ocio luego de que Brooke se fuera, Tyler se sentía desesperadamente aburrido, sin agregar que su cabeza no descansaba de eso, de lo que quería evadir.

PANDØRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora