CHAPTER SEVENTEEN.

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Los días habían Transcurrido sin pauta. Presurosos. Gentiles. Atípicos. Días sentimentalmente ahogados.

La línea entre la realidad y la fantasía era sumamente débil. Tan peligrosa y engorrosa como la cuerda floja. Provocadora.

Tyler había estado atribulado lucubrando, ideando, preguntándose la manera en que debía sobrellevar su situación. La universidad en sí lo ayudaba a aventajar su deterioro; libros por leer, polvorientos, fastidiados por el hombre y su historia superior, condenados a servir como forma mortífera para el cerebro novicio. Toda una onda de faena. No obstante, con cinismo le daba más significación al otro problema.

¿Estaba saliendo con ese idiota egocéntrico, la persona a la que aborrecía por sus métodos insanos de llamar la atención? ¿Cómo debía sentirse al respecto?

Las preguntas eran más que taladros sin tregua. Eran bombas rencorosas de tiempo. Calamitoso.

Sin duda era la primera vez que estaba en el radar de un ser masculino. La primera vez en que su perspectiva era vilmente manipulada por uno. Y lo que más le divertía amargamente era que aquella figura, aquella última gota derramadora, aquél que lo obligaba a hacer cosas muy estúpidas era Josh, el petulante de cabello rojizo y sonrisa refulgente.

De todos los seres existentes, de toda la selección infinita de esencias...

Mientras más se preguntaba, más atraído se sentía. Y más ahogado.

Cuán interesante pauta. Cuán temeraria maroma. Dulcemente agria.

No se sentía normal.

Antes de decir o seguir articulando discernimiento alguno, una leve tono telefónico irrumpió en su oír.

Ni siquiera posó su vista en la pantalla, tenía una probable idea. Inhaló hondamente, sintiendo el aroma a repeluzno propio.

— ¿Hola? — saludó con su frágil y apagada voz.

Un suspiro escapista se dejó oír del otro lado — tu voz suena extraña por teléfono-dijo, soltando una jolgoria nasal, acción que fue repetida por el otro —. ¿Cómo estás?

— En serio Josh, ¿ahora quieres ser cordial conmigo? — sonrío cerradamente.

 — Una de mis virtudes es la capacidad de ser impredecible-respondió ambiguamente, casi sintiendo como los ojos marrones se rodaban con una inocente mofa.

— Y bien, ¿qué deseas?

— De ti, muchas cosas.

— Gracioso — elogió, fingiendo una tarda risa —. Hablo en serio, ¿se te ofrece algo, anciano?

El ronroneo se repitió, logrando que Tyler volviese a inhalar con profundidad — ¿No es obvio? Quiero que salgas conmigo, tonto.

 La palpitación de Tyler volvía a enloquecer. Su mano constreñía el agarre del teléfono, comenzando así su extraño sentir — ¿S-salir?

— Si, Tyler, salir — una pequeña pausa se estadió, permitiendo a Josh examinar la reacción del contrario —. ¿Está bien?

— Ahmm — mordía su labio inferior con incomodidad, tratando de formular una excusa racional —, ¿no crees que es algo precipitado? — inquirió musitadamente.

— ¿Lo es? — devolvió. Estar en un coloquio así era más difícil sin contacto somático, al no tener la capacidad de interpretar sus emociones a certeza, al no poder escudriñar en sus expresiones. Nada más usando la tonalidad de la voz como guía. Embrollado.

PANDØRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora