CHAPTER EIGHTEEN.

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La escena volvía a repetirse. Aquella humeante noche era un espejo, reflejando la misma música esnob, mismas luces cegadoras, mismo olor a sibaritismo, mismo éxtasis. Largó un suspiro, arrepentido de dejar que la media luna fuese su mezquino manipulador.

Tyler... — la llana voz reclamaba. Sentía su aliento cercano a la nuca, haciéndolo sentir aún peor.

¿Crees que es una buena idea estar aquí?— le respondió sin dedicarle mirada. Sus manos se movían hiperactivamente y sentía a su cuerpo palpitar con cantinela. La incomodidad era evidente.

¿Por qué lo dices? ¿Hay algo mal? — el pálido bajó su mano y de un movimiento palpó la tersa y parda mano del contrario, haciendo que este súbitamente se alejase, oprimiendo su propio instinto.

E-es sólo que... — unos atrevidos dedos en su cintura terminaron por él.

Cálmate, todo está bien. Disfruta mientras la noche vive, mientras los dos aún estamos vivos.

Aquellas ambiguas palabras, aquél picante aliento. Su cuello no controlaba esa carga eléctrica. Todo era de lo peor. Tórrido.

Con un demonio... — susurró entre dientes. Sus ojos se entrecerraban por el humo artificial que emanaba de todas las esquinas de la pista de baile. Cada vez sus oídos se sentían más irritados. Pesado.

¿Quieres beber algo? — sintió la vibración de los adentros de su voz, casi gritando — hay que quitarte la tensión de alguna manera, sabes — sonrió despreocupadamente, cosa que hizo a Tyler rezongar internamente. El bufarron de la noche.

¿En serio crees que con embriagarme vas a lograr lo que quieres? — alzó la ceja.

Soy exigente, siempre espero mucho más.

Aquella media luna era más que codiciosa, flameando junto con su vieja amiga, la ambición. Una condenación categórica. Un tirano de primera clase.

Entre codazos y achaques a cuerpos inmersos llegaron al bar.

Lo de siempre, Allen — se dirigió al bartender, quien le sonrió amenamente al ver de quién se trataba.

A la orden, señor Dun — Tyler no tenía la capacidad de escuchar con precisión, pero al percatarse de los gestos dobles pudo fácilmente deducir lo que ocurría. Una mueca se evidenció antes de que su conciencia se atrancara.

Antes de que pudiese comenzar a divagar, las bebidas fueron servidas. La duda—simplona e ingenua—, comenzó en Tyler , quien sin grima le inquirió a Josh.

¿Qué es esto? — alzó su voz lo más que pudo.

Josh exhaló por la nariz, mostrando otra vez aquella molesta sonrisa, acercándose a la oreja del contrario — ¿tú qué crees? es alcohol, niño.

Sólo quería saber qué tipo de bebida utilizas con los demás — arrugó su expresión con mofa —. Parece que sueles traer a tus urgencias sexuales a este lugar.

Sólo cuando se hacen los difíciles, justo como tú — se acercó a él, casi juntando su cuerpo al calor —. Vamos, bebe — levantó el vaso, arrimándolo a la boca contraria.

Lo difícil es más intrigante, ¿no lo crees? — tomó el vaso y de un solo tragó todo, tosiendo con ardor al instante — ¡demonios, esto es espantoso¡

Después te gustará — sentenció, dejando que el tiempo y el alcohol hicieran su cometido.

Después de todo, Tyler era tan fácil de embriagar. Un cuerpo inmaculado tan fácil de liar. Una noche tan fácil de arrasar.

PANDØRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora