CHAPTER ELEVEN.

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Tyler caminaba por el corredor a paso acelerado. Su respiración podía ser fácilmente escuchada, casi jadeos exhaustos. Sus manos moviéndose intranquilamente. Su mente revuelta en opciones e ideas.

'¿Qué demonios voy a hacer?'

Él nunca había tenido tanta suerte con las chicas. Y sinceramente sonaba sin sentido alguno considerando su estatus y su vistosa apariencia. Por supuesto que había tenido un par de novias, pero siempre terminaban dejándolo por no mostrar interés en satisfacer sus necesidades íntimas. Y no era porque no quisiera. Tenía miedo de cometer algún accidente y que su padre lo asesinara.

Pero esta vez se sentía sumamente obligado a hacer esto. Encontrar a una chica. Encandilarla. Acostarse con esta.

Sentía sus entrañas contraerse con tan sólo pensarlo. Y no le estaba gustando.

Entre todo ese charco de inseguridad, había algo de lo que si estaba seguro: No iba a besar a aquél tipo. Ese nefasto ser. Jamás.

Sólo de pensar en él le causaba un sentimiento de enojo. Inquietud. Embarazo. Uno inusual, uno que ni siquiera trataría de entender.

Él se consideraba muy heterosexual y no iba a permitir que un imbécil que apenas conocía dijera ó pensara lo contrario.

Fue ahí, a medio camino de las gradas, donde tuvo una revelación. Una opción. La que aparentaba ser única. La que era más sencilla.

Un nombre salió de sus labios antes de que lo procesara bien.

Hayley—se escuchó como un bisbiseo.

¿Podría ser ella la solución a su aprieto?

¿Sería correcto tan siquiera?

Ella era buena y pura. Bella y capaz. Todo un primor. La chica soñada por muchas mentes menesterosas.

Y ella sentía algo por él. Y él por ella. O por lo menos es lo que estaba escrito en los recuerdos del anterior acto casi ocurrido en la terraza.

Tyler divagaba, sentado en la grada. Meditando.

Era algo difícil para él pensar en que podría lastimar su tan inmaculado y buen corazón. Jugar con ella estaría mal, no importando si a él le atrajera.

Ella era tal vez sólo una ilusión falsa que su mente había creado conforme al paso de los años. Tyler siempre se sentía solo después de todo.

Él sólo era un desahuciado.

Antes de que su mente le jugara más, se levantó, siguiendo su camino. Empezó a ver por todos lados en busca de la bermeja chica, pero ella ya no estaba. Se había ido.

'¿Por qué?' Tyler soltó un suspiro. Una parte de él estaba aliviada. Otra parte empezaba con su preocupación despertando.

Tyler sólo divisaba todo el animado panorama. Chicos y chicas cantando y bailando.

Chicas.

Sonrisas tan comúnes como sus rostros empolvados. Figuras tan esquálidas como sus mentes. Ni siquiera sus cortos vestidos eran sugerentes, no como querían aparentar.

Tyler basqueaba internamente. No quería aceptarlo.

Mátenme—murmuraba al oscuro cielo.

Esperé por mucho tiempo que dijeras eso, querido—Alex estaba borracho, como siempre en las fiestas. Tocó el hombro de Tyler—. ¿Qué te pasa, lindo? Se supone que debes disfrutar tu fiesta, más que yo—mostró todos sus dientes, riendo temblorosamente.

PANDØRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora