CHAPTER NINE.

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Tyler caminaba a paso rápido, fúrico. Con una ola de confusión ahogando a su cerebro.

'¿Qué mierda acaba de pasar?' '¿Quién demonios se cree él que es?' Era lo que se repetía a el mismo una y otra vez, y eso sólo lo hacía sentirse hervir aún más.

Ese imbécil me las va a pagar. Lo prometo.

Otra promesa. Perjudicial. Nada parecida a la del otro.

A la primera persona a la que visitó, y a la primera que sabía que no podía mentirle, fue a Alex. Sus ojos eran muy expresivos, nada cuidadosos. Tartamudeaba involuntariamente. Sus manos transpiraban. Realmente era un fracaso como mentiroso.

Tocó la puerta, fuerte y frenéticamente. Tyler iba a buscar respuestas pacíficamente. Ó tal vez Alex debería empezar a orar.

¡Demonios! ¿Quién diablos toca así tan... —se escucha esa algo chillona voz, acercándose más. La puerta se abrió, revelando un semblante sorprendido y nervioso—T-ty, h-hola amigo, pasa—el castaño sin mirarlo y sin mediar palabra entró a la casa.

Alex vivía solo; sus padres eran grandes personas de negocios, por lo que vivía tan acomodado como Tyler. Sólo que para su rubio amigo, la imagen era sumamente importante. Tyler creía que era un superficial de primera, pero con buen corazón.

¿Cómo estás, amigo?—Dijo el castaño, mostrando una sonrisa falsa mientras se sentaba en uno de los sillones de cuero beige de la sala principal. El rubio teñido sólo se quedó parado enfrente de él, expectante.

Alex apenas si le dirigía la mirada. Sabía que todos podían leer sus mentiras. Se veía tan febril. Tan... Incapaz. Tyler se estaba empezando a divertir.

Muy bien, ¿cómo estás tú?—dijo, inseguro.

Mala pregunta.

Ahm, no lo sé, desperté semidesnudo, apestando a mis desechos y seguramente de otro idiota, sin recordar nada y con un celular mas destrozado que tus relaciones—se tomó unos segundos para poner más nervioso al otro, lo cual funcionó—pero, olvidando esos insignificantes detalles, estoy bien—dijo, esbozando una estirada sonrisa, sin mostrar los dientes.

Eso es una tragedia y...

Oh espera, querido, no te he dicho la mejor parte—dijo, interrumpiendo secamente.

Alex tenía un semblante neutral que luego se transformó en uno desorientado. Sus espesas cejas levemente fruncidas—A-ah, ¿si?

Si—dicho eso con la misma falsa sonrisa, Tyler se paró y su sonrisa se desvaneció completamente y sus ojos se llenaron de enojo e indagación—. Un hombre que probablemente se hacía pasar por chófer me llevó a un burdo restaurante con un imbécil que quería violarme, ¿puedes creerlo?—dijo, subiendo el tono, riendo falazmente—. Dijo que me conoció en el club, estuvo todo el tiempo viéndome obscenamente.

Wow, qué loco—dijo Alex, fingiendo una risa, fingiendo ignorancia. Su vista estaba hacía abajo, quería evitar a toda costa la mirada inquisitiva de Tyler.

Luego de un silencio incómodo para Alex, Tyler no podía soportar más este "juego de mentiras" y habló de una vez.

¿Por qué mientes, Alex?—lo vio de una manera, de esa manera en la que todos le tenían miedo, en la que todos pensaban que podía matar a alguien sólo con ese tan simple contacto—. Sé que sabes de qué hablo. No puedes mentirme, lo sabes.

Y-yo... —dio un suspiro resignado y finalmente se sentó en el sillón que se encontraba en frente del castaño—¡Lo siento! ¿Okay?, e-ellas me obligaron a no decirte nada, me dijeron que ni siquiera te abriera la maldita puerta por si venías aquí, pero no pude, ¡soy un maldito debilucho!—en sus grandes ojos azules se reflejaba el genuino arrepentimiento y frustración—. Pero quiero que sepas que fue por tu bien. Creímos que no necesitabas saber eso, que no era relevante, que sólo debías olvidarlo y ya.

PANDØRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora