CHAPTER SEVEN.

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Todos estaban teniendo un muy buen tiempo; Alex estaba bailando con otro chico que acababa de conocer, Hayley estaba en el baño, seguramente tomándose algunas fotos para Instagram, Brooke y Tyler estaban bailando juntos.

Una noche en donde el límite no existía.

Elevación total.

¡Chicos, los amo!—gritaba Tyler, exultante.

Y pensar que no querías venir, maldito idiota—dijo Brooke.

Dios, ¡Podría vivir así toda la maldita vida! ¡A la mierda todo! ¡A la mierda, papá!—Tyler estaba muy borracho, pero sabía lo que estaba diciendo. Estaba harto de vivir así, como un vasallo de la vida que su megalómano padre planeó para él.

Entre tanto bailoteo y carcajadas, Tyler sintió algo, era un sentir... Raro, como de esos sentires cuando estás... Siendo observado.

Tyler volteó a ver a todos lados, hasta que en una de las mesas cercanas al bar, se topó con una mirada. Unos ojos oscuros, pero no sólo por su tono, sino por su esencia. Esos ojos reflejaban algo extraño, algo oscuro, algo... Malo.

Aunque el aspecto del hombre no era malo, le daba miedo verlo. Pero afortunadamente estaba tan borracho que no le importó y se disponía a seguir bailando hasta que otra sensación afloró en su cuerpo. Sensación muy familiar.

Tyler se tapó la boca con la palma de su mano y fue corriendo hacía los baños sin avisarle a sus amigos, rogando por retener el tiempo suficiente ese ácido y amargo líquido que sentía salir de su esófago.

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Josh iba caminando lentamente hacia el hermoso chico, hasta que vio cómo de repente él se fue corriendo hacia los baños con una mano tapando su boca.

Bufó, molesto y decepcionado, pero luego se dio cuenta de la gran oportunidad que aquello representaba.

Sólo sonrió más y se dirigió a los baños, deseando con todas sus fuerzas que ese cuerpo fuera a ser suyo.

Entró a los baños masculinos. En los lavabos no había nadie, pero un sonido si estaba presente, uno desgarrado, vomitivo.

'No puede ser que hasta vomitando provoque algo en mi'

Al pasar de unos minutos, se escuchó movimiento, indicando que el chico se acercaría a lavarse las manos (si es que lo hacía). Josh finalmente lo vio. Era tan perfecto, tan endeble, y tan... Ebrio. Vio cómo el chico pasaba agua por toda su boca, esa dulce boca, con esos dulces labios. Josh sintió conmoción.

Antes de que el chico pudiera lavarse las manos, Josh habló, con una voz baja y ronca.

Hola, bello—¿En serio acababa de decir eso? Qué idiota.

El chico sólo dio un saltito de sorpresa y lo vio por el reflejo del espejo. Tenía una mirada penetrante, con esos grandes ojos brillantes y marrones. Esos ojos eran tan curiosos, tan atrevidos, tan... Indescifrables. Sentía que después de esa noche, esos ojos jamás se irían de su mente.

Después de unos segundos de contacto visual, el chico de mirada especial se volteó y soltó una risa, una que sonaba delicada y suave como miel. La piel de Josh sintió un escalofrío al escucharlo.

H-hola, ¿Q-quién eres?—dijo aquel chico, fue ahí entonces donde Josh se dio cuenta de que el chico estaba realmente ebrio, su voz sonaba tan temblorosa y con tono descuidado.

No temas, bello, no voy a hacerte daño. No aquí, si no quieres—dijo, viéndolo de arriba a abajo con un toque de seducción y atrevimiento. El otro chico sólo se río con la cabeza levantada y los ojos cerrados, mostrando esa sonrisa que lo estaba haciendo perder la cordura que aún le quedaba. Sólo con esa imagen, Josh ya estaba sintiendo cosas allá abajo. Realmente lo tenía anonadado.

PANDØRA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora