Friend

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Sentí como alguien sacudía mi cuerpo. Abrí los ojos lentamente, al instante sentí un horrible dolor de la cintura para abajo, todo me ardía y me dolía moverme. Hice una mueca de dolor.

— Tienes que vestirte, es hora de irnos—. Él ya estaba completamente vestido.— Te lo advierto, tienes que caminar normal. Una sola mueca de dolor y te castigare otra vez, por no decir que no caminarás en una semana.

Mordí el interior de mi mejilla, quería decirle hasta de lo que se iba a morir. Pero no podía, eso supondría un obvio despido y no podía dejar que eso pasara.

— ¡Contestame! —Se acercó a mi y me tomó de la cara, apretando mis mejillas.

— Sí Daddy —Mi voz sonaba llena de odio. Él probablemente lo notó pero no dijo nada.

A como pude salí de la cama y comencé a vestirme. Sentía como si con cada movimiento que daba me clavesen mil cuchillos. Aparte del terrible ardor.

Terminé de vestirme y respiré hondo un par de veces.

— Ya estoy lista —hablé bajo.

Él pasó junto a mi sin decir nada y salió de la habitación.

«No la cagues Kat, no la cagues»

Volví a respirar profundo, repitiendome mentalmente que el asesinato es un crimen.

Salí unos segundos más tarde que él. Me miraba con una expresión neutra, cuando llegué hasta él me extendió un brazo.

De mala gana lo tomé y comencé a caminar lento. Al menos su brazo me servía para apoyarme, así podía disminuir el dolor.

Cuando llegamos a la planta baja, él fingió una sonrisa. Se notaba a kilómetros que él odiaba estar en ese lugar.

Después de sonreír 2 horas seguidas como una idiota, por fin abandonamos el lugar.

— Te dejaré descansar por esta vez. No quiero dejarte obsoleta apenas empezando —sonrió.— Te llevaré a tú casa, pero para la próxima te quedas en la mía.

— Sí Daddy —susurre.

Llegamos a mi casa y él ni siquiera se despidio de mí. Supongo que así serán las cosas siempre, no es como que importe mucho de todos modos.

Caminé hasta mi habitación con las piernas temblorosas, me ardía el trasero y me quemaba la entrepierna.

Tan pronto como me senté en la cana, comencé a llorar. Sabía que no debía hacerlo, pues era yo la que había decidido hacer esto desde el principio. Pero jamás imaginé que al final del día fuera a sentirme menos que basura. Le había vendido mi cuerpo, tiempo y vida a un hombre. Tengo que estar a su disposición las 24 horas del día. No soy diferente a una puta...

A la mañana siguiente.

Me levanté por el dolor que me provoque al moverme. Me dolía ¡todo! Podría jugar que incluso las uñas.

Cerré los ojos y apreté las sábanas con un puño para según yo, intentar calmar el dolor.

Escuché ruidos fuera de mi habitación. Definitivamente esa no es la voz de Soon Mi. Al recordar a mi pequeña hermana y escuchar una extraña voz que no era la suya, entré en pánico.

Salí de la habitación tan rápido como pude. Comencé a buscar con la vista, aunque era casi inútil, pues me la pasé llorando la mitad de la noche y ahora mis ojos están tan hinchados que casi ni puedo ver.

— Soon Mi —la llamé con voz desesperada.

— Buenos días —solté todo el aire que tenía preso en los pulmones.— Hye Jin unni está aquí.

Call me Daddy ❣ Choi SiWon ❣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora