Night

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Todo estaba callado, lo único que podía escuchar era el hermoso sonido de las olas chocando contra la arena. La suave marea se encargaba de mecernos con calma.

El cielo estaba colmado de estrellas y la noche solo se iluminaba por la media luna que ya estaba en lo alto del firmamento.

Él continuaba con su barbilla recostada sobre mi cabeza y yo con el oído pegado a su pecho. No podía borrar esa enorme sonrisa de mi rostro porque al menos para mi, esa noche había sido perfecta.

— ¿Kat? —Su voz salió ronca y pude sentir la vibración en su pecho por esta.

— ¿Mmh? —No tenía ganas ni de hablar, aquel momento era perfecto.

— B-bueno... —parecía nervioso— no soy de decir estas cosas, pero... —sentí como su pecho se infló, llenando sus pulmones de aire—. No sé que haya pasado con tu madre, tu hermana o porqué tienes tantas cicatrices en el cuerpo —me tense al oír esas palabras— pero no quiero volver a verte así, ¿sabes? —Algo en su tono de voz me hacía sentir extremadamente bien, como si estuviese preocupado por mi—. No quiero volver a verte tan quebrada, tampoco quiero que vuelvas a llorar. Odio cuando lloras.¿Sabes por qué no quiero volver a verte así? —Negué con la cabeza— porque no puedo hacer nada... —la frase se perdió en el aire, al igual que lo hacía el olor a sal o la fría brisa que soplaba cada tanto—. No sé qué te está pasando o qué es lo que te pone así. No sé qué pasó, por lo tanto no sé qué hacer o como actuar. A veces quiero saber todo de ti —al igual que yo de ti— pero tampoco quiero presionarte a nada, porque lo único que sé es que no fue nada lindo... Me pone mal y me enoja no saber qué hacer cuando te veo llorar.

Bajé las piernas, que aún seguían enrolladas en su cintura. Me puse de pie frente a él y con ojos aguados lo miré directo al rostro. No podía creer que él mismo hombre de ayer me estuviera diciendo todo aquello, no podía creer que él fuera siquiera capaz de decir palabras tan dulces. Y es que este hombre podía hacerme sentir como la mujer más feliz del mundo por unos segundos, pero como la más miserable por horas y días. Y no era hasta ahora que me daba cuenta que este hombre tenía todo poder sobre mí. Con manos temblorosas y respiración entrecortada, rodeé su cintura con mis dos brazos. Dejé la cabeza pegada a su pecho y lo estruje tan fuerte como pude, en el abrazo más sincero que he dado en toda mi vida.

Lloraba en silencio sobre su pecho, él solo acariciaba mi espalda con la yema de los dedos.

— Esto es lo que no quiero... —tomó mi rostro entre sus grandes manos— que llores y que estés triste, porque no entiendo qué es lo que te pasa y juro que si lo entendiera, haría todo lo posible para que no vuelvas a llorar, para que eso deje de lastimarte.

Lloré con más fuerza y empujé mi mejilla contra su mano, ese tacto me resultaba sumamente dulce y agradable. Sentía que solo con el tono de su voz, podía tranquilazarme de cualquier cosa.

Puse ambas manos en sus hombros y estiré mis pies tanto como pude para alcanzar sus labios. No sabía exactamente si eran mis lágrimas o el hecho de estar en el mar lo que tornaba el beso salado.

Lo besé como nunca lo había echo, dejándole en claro todo lo que sentía por él y lo mucho que esas palabras se habían significado para mi.

Me tomó por la cintura, acercándome más a él. Su pecho estaba completamente pegado al mío, nuestras respiraciones se mezclaban y nuestras narices se rozaban.

— Creo que debemos irnos.— Apenas se separó de mi. Solo asentí, aún con la frente pegada a la suya.

Me tomó de la mano y juntos caminamos hasta la orilla. Me quedé viendo fijamente a la arena y sonriendo como una idiota. Lo miré a él con una sonrisa torcida y los ojos apunto de salirse de su órbita.

Call me Daddy ❣ Choi SiWon ❣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora