Come back to me

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Maratón 2/3

Desperté por el delicioso aroma del café. Me removi bajo las sábanas y estiré mi cuerpo un poco para desperezar los huesos. Toqué todo a mi alrededor aún con los ojos cerrados en un pobre intento por encontrar a Jong Hoon.

Me senté en la cama y talle mis ojos con pereza. Las tripas me rugían y fue eso lo que me motivó para salir de la cama.

Salí de la habitación y caminé directo a la cocina, Jong Hoon no estaba ahí. Lo único que había eran dos tazas vacías junto al coffeemaker, el cual ya se había encargado de preparar café.

Caminé arrastrando los pies hasta el comedor, luego hacia la sala de estar. Tenía una manzana en la boca y con ambas manos tomé el periódico para ojearlo un poco. Escuché un ruido así que rápidamente volteé para ver que era.

La manzana cayó de mi boca directo al piso, haciendo algo de ruido. Los papeles del periódico se desparramaron por todo el piso.

Jong Hoon venía caminando totalmente desnudo, pero se detuvo al oír el ruido que hicieron la manzana y diferentes papeles.

Me quedé de piedra, aún con la boca abierta y sin mover un solo músculo.

— Mira, he visto muchas reacciones hacia mi magnífica Yeyeconda, pero ninguna tan épica como la tuya. —Comenzó a reír a carcajadas. Sentí todos los colores subir a mi rostro y cuando pude reaccionar, lo primero que hice fue tirarle medio periódico a la cara.

Comenzó a reír más fuerte.

— ¡Ten vergüenza! —Salí corriendo a toda prisa hasta la habitación, me cobije hasta la cabeza, pero no tardé en escuchar el sonido de la puerta.

— ¿Si sabes que esta es mi habitación y que necesito venir aquí para vestirme? —lo escuché reír.

— De todas maneras no saldré de aquí —abracé con más fuerza la cobija.

— Oye, tengo que hablar contigo. —Sonó serio así que salí de mi escondite. Estaba abrochando el botón de su pantalón, aún no tenía camisa.

Debía decir que tenía un cuerpo genial y de allá abajo... Bueno, estaba muy bien de todas partes.

— Dime. —Me acomodé mejor en la cama, cruzando ambas piernas.

— He... —se sentó en la cama frente a mi— por favor no te molestes... —Estaba dudando, pero mi mano sobre la suya le dio la valentía para hablar—. He contactado a mi abogado, es el mejor abogado que conozco. Si estás lista... —no necesitaba que dijera una palabra más para entender a lo que se refería— mañana mismo podríamos empezar con el caso.

No pude retener el llanto y me tiré a sus brazos. Él me sostuvo con fuerza y pude sentir su sonrisa contra mi piel. Asentí muchísimas veces mientras las lágrimas se escapaban de mis ojos sin permiso.

Jong Hoon era un ángel... Mi ángel.

— Bien, por cierto tengo una sopresa más. —Me separé de él y limpié las molestas lágrimas de mis ojos y mejillas—. Sé que estás estudiando, pero también sé que estás desempleada —me miró como buscando aprobación en mis ojos, asentí levemente para hacerle continuar—. Recientemente perdí una secretaria —recordé a la chica que había contestado el teléfono la última vez—. Así que... —se levantó de la cama y se colocó una camisa blanca— ¿quisieras ser mi nueva secretaria? —Lo miré incrédula y una sonrisa comenzaba a dibujarse de a poco en mi rostro.

— A su servicio señor Jong —ambos reímos al mismo tiempo.

Bajamos y tomamos el desayuno juntos, ambos nos encontrábamos de un excelente humor. Yo por la gran noticia, al fin podría ver a Soon Mi y ahora no tendré que hacer algo sucio para ganar dinero y Jong Hoon... No sé, solo era Jong Hoon.

— ¿Te apetece salir o hacer algo? —Dio el último trago a su café y dejó la taza vacía frente a él.

Miré al cielo a través del enorme ventanal. Todo estaba cubierto por nubes grises, el clima no me inspiraba nada más que quedarme en casa con muchas cobijas encima. De pronto un pensamiento cruzó por mi mente.

«Él corrió bajo esas nubes grises por ti, se empapó hasta el punto de enfermarse por ti». Mi ceño se frunció.

«Lo hizo, después de haber estado con otra mujer frente a tus ojos». Mi cerebro se debatía con mi corazón, ambos con buenas razones.

— ¿Gato? —Jong Hoon movió una de sus manos frente a mi.

— ¿Oh? —sacudí un poco la cabeza—. No, creo que prefiero quedarme en casa. —Abracé la taza de café con ambas manos.

— Okay, yo tengo que ir un momento a la oficina. Prometo que no tardaré. — Asentí y él se puso de pie, iba a mitad de camino. Se detuvo a la mitad entre la puerta y la silla en la que yo estaba sentada. Apretó los puños y con mucha decisión se dio la vuelta. Caminó hasta mi y plantó un largo beso en mi frente. Me quedé quieta, tratando de entender el significado de sus acciones.

De pronto se separó de mi y casi corrió hasta la puerta, para luego volverse y dedicarme una sonrisa tímida. Mantuve mi expresión sorprendida incluso minutos después de que él salió por la puerta.

Jong Hoon era tierno y atento conmigo, como un hermano. Pero por alguna razón no me sentía cómoda cuando hacía cosas como esas.

Moví mi cabeza de un lado a otro para intentar despejarme de lo que me molestaba. Tomé ambas tazas y luego los platos, para llevarlos hasta la cocina y lavarlos.

Jong Hoon había partido hacía casi una hora, cuando el timbre sonó. No vivía en esa casa, así que no me tomaría atribuciones de atender la puerta. Estaba por sentarme en el sillón, quería buscar una película interesante para compartir con Jong Hoon, pero aquella voz me paralizó.

— Kat —fue apenas un susurro, pero bastó para dejarme clavada justo donde estaba. No entendía porque mi cuerpo reaccionaba de esa manera, solo dijo mi nombre y miles de lágrimas se agolparon a la velocidad de la luz en mis ojos—. Katherine, mi Kat... —llevé una mano a mi boca para evitar hacer sonidos y con mucho cuidado me acerqué a la puerta—. Sé que estás ahí, sé que puedes escucharme... Él me lo dijo—guardó silencio por algunos segundos, segundos que tardé en recostar mi frente contra la fría madera—. No deja de hablarme de ti, de como... —suspiró con tanta fuerza que incluso yo llegué a escucharlo— de como lo abrazas por las noches —su voz se quebró, haciendo que yo lo hiciera también—. No sé porqué estoy llorando —rió irónico al mismo tiempo que sorbía por la nariz— fui yo quien no te permitió hacer eso junto a mi, fui yo quien no se quedó en las noches que más lo necesitabas —mis piernas temblaron al punto en el que mis rodillas golpearon suavemente la puerta—. Sabía que estarías escuchándome, nena —su voz denotaba felicidad—. No tienes que decir nada, solo escucha esto muy bien. —Las lágrimas que caían en silencio de mis ojos, resbalaban por mis manos, las cuales se ceñian con fuerza a mi boca—. Volveré a recuperarte —sonaba decidido— haré que regreses a mi, de la manera correcta. Te prometo que ya no habrá tu cuarto o el mío, solo mis brazos y mi pecho para acunarte. Te prometo que esperaré mil años, si es necesario, para saber qué ocurrió contigo. Te prometo que te haré la mujer más feliz del mundo, porque créeme, nena... En ese poco tiempo junto a ti, no ha habido hombre más feliz en esta Tierra. He aprendido a decirle por favor y gracias a Eun Ri gracias a ti. Eres lo mejor que he tenido en mucho tiempo y solo por mis inseguridades te he perdido... —Escuché un leve golpe, como si recostara su frente en la puerta, o al menos eso quise creer—. Cuando sientas que debes hacerlo, cuando sientas que lo he ganado... Vuelve a mi, nena.

Sabía que se había ido justo después de eso, pero no quise alejarme de ese lugar. Quise guardar con lujo de detalles en mi memoria todo acerca de ese momento. Incluso las lágrimas que derrame, incluso el dolor que me causó el oírlo llorar. Jamás me había dicho palabras tan bonitas y jamás mi corazón había latido de aquella manera... Todo es tu culpa, Choi Si Won.

Call me Daddy ❣ Choi SiWon ❣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora