Call me Daddy ❣ Choi SiWon ❣

Sugar Daddy.

Me puse unos vaqueros negros, algo rasgados y una blusa blanca. Me calcé mis Converse y salí de casa cuando vi que Soon Mi hacía su tarea.

Caminé algo nerviosa hacía la parada de autobuses, la tienda a la que debía ir quedaba algo largo de mi casa.

Bajé del bus y siguiendo la dirección que tenía, llegué a un lugar que parecía de ricos. La lujosa tienda que ponía en frente Luxe con letra dorada y luces parecía demasiado costosa. Dudé unos cuantos minutos en si debía entrar o no. La gente que salía y entraba de la tienda me miraba como si fuera un bicho raro.

Puse mis ojos en blanco y entré a la tienda, decidida. Toda la valentía que sentía abandonó mi cuerpo al ver como todas las miradas se volvían hacía mi.

Las chicas que trabajaban ahí me miraron raro, susurraron entre ellas y se rieron. 

¡Malditas!

Una chica más operada que Carmen de Mairena se acercó a mi.

—¿Puedo ayudarla?—La chica disimuló su risa con una tos.

Yo me sentí mal en aquel lugar, con la mirada de todas esas personas sobre mí que me veían como un mendigo.

Yo suspiré y hablé en un susurro.— Choi SiWon me envió aquí.

La chica se puso más pálida que un fantasma. Miró a sus compañeras y les hizo señas, todas corrieron hacía ella e hicieron una reverencia al verme.

¿Tanto miedo causaba el tipo ese? 

— L-lo siento mucho—dijo la que se había reído de mí.— Por favor acompáñeme por aquí.— Se hizo a un lado y me dejó pasar, mientras otra de ellas me guiaba por un enorme pasillo.

Llegué a una sala enorme, parecía privado. Habían varios probadores y espejos gigantes por todo el lugar. Un candelabro enorme colgaba del techo, sillones de lujo color rojo decoraban el lugar. Habían varios percheros con ropa en el salón.

Una chica con porte elegante y hermosas facciones se acercó a mi.

— Perdone la tardanza. Soy Hye Jin, seré su consejera de modas hoy. A su lado hay varios percheros con ropa—apuntó a mi derecha— puede elegir el que quiera. Yo misma he elegido los vestidos. El señor SiWon prefiere los colores opacos, un consejo—dijo guiñándome el ojo.

— G-gracias—dije con una sonrisa tímida.

— Los vestidores están tras usted. Puede usar el que guste, tómese su tiempo. Si necesita algo solo diga mi nombre.

— Gracias —dije de nuevo.

Me volví hacía los percheros y acaricié la suave tela de los vestidos. Debían valer una fortuna. Por el suave tacto que tenían, supe que eran de gran calidad.

Los miré uno por uno y un vestido color negro llamó mi atención. Lo bajé del perchero y me metí al vestidor con el.

Pero que tonta... jamás se me vería bien un vestido así. Era demasiado pegado al cuerpo y yo ni siquiera tenía un cuerpo para lucir.

— Señorita ¿todo bien? -preguntó Hye Jin desde el otro lado del vestidor.

— Ah sí, sí—dije mientras me seguía mirando en el espejo.

— ¿Puedo entrar?—preguntó con voz dulce.

— Claro pero... me da un poco de vergüenza—susurré lo último.

Hye Jin entró y sonrió al verme. Juntó ambas manos y se puso a mi lado, poniendo sus manos sobre mis hombros.

— Se ve hermosa señorita —dijo aún sonriendo y mirándome a través del espejo.