Capitulo 36

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Estar a solas con Terry me pone tan nerviosa, debería estar acostumbrada, la mayoría de veces que lo miraba en el colegio San Pablo siempre estábamos los dos solos.

Terry y Candy caminaron un poco más de donde los dejo el cochero.
Terry llevo a Candy a  una colina que estaba junto a un pequeño arroyo, también habían varias flores con distintos colores y aromas.

-Bueno hemos llegado.- dijo Terry

-Vaya, se me ha hecho eterno llegar.- dijo Candy cansada.

-No es para tanto.

-Es hermoso Terry.- dijo Candy admirando lo bellísimo que era ese lugar.

-Lo se. Ayer caminaba un rato cerca de aquí y me encontré este lugar y supuse que te gustaría venir.

Él piensa en mi.

-Que suerte que haya aceptado venir.

-Sabia que me dirías que si.- miro a Candy pícaramente.

-Oh que optimista.- se burló Candy.

Las horas han transcurrido, hablaron sobre muchas cosas, sus nuevas vidas. Lo que fue de Candy después de ser enfermera, la carrera de actuación de Terry en Juilliard, la amistad que habia surgido entre los Leagan y los demás, lo doloroso que fue cuando la tía Erloy falleció, había tanto de que hablar y estaba bien para ellos dos, podían interactuar después de tanto tiempo, el único tema que no habían hablado eran sus amoríos, si se habían vuelto a enamorar de alguien. Aunque para cualquiera de los dos eso era casi imposible porque ambos se pensaban en distancia.

-Y entonces es así como llegue aqui a Chicago a una presentación, nos vamos ya en un par de días o menos.- dijo Terry mirando a Candy, realmente desde que se vieron no a dejado de mirarla. Es como si el tiempo se detuviera y no tuviera otra cosa más por hacer.

-Tambien nosotros tenemos que regresar a Lakewood, la pierna de Albert se curó muy bien gracias a mis cuidados así que tengo que regresar a mi trabajo, o más bien buscar un nuevo trabajo. La verdad me facina ayudar a las personas y especialmente a los niños, siempre me agradaron, cuando el pobre John estaba enfermo no podía pensar en otra cosa que en él y en las posibles cosas que le pudieran ocurrir, hasta que apareciste tú aquí en Chicago.- la rubia de avergüenza de lo último que ocurrió entre ellos dos.

-Fue la primera vez que nos vimos después de tanto tiempo. Y déjame decirte que no has cambiado nada Tarzán Pecosa eres igual de revoltosa. Y así me gustas.- se podía notar lo colorada que se puso Candy en ese instante.

-Me esfuerzo demasiado por cambiar pero es inevitable en mi.

-Tu no tienes que cambiar por nadie, tu eres asi y así eres perfecta.- después de eso los dos se quedaron en completo silencio Candy no tenía las palabras suficientes para enfrentarlo.

Terry saco de su bolsillo una pequeña cosa. La cual Candy trataba de mirar y saber que era. No lo podía creer, aún la conservaba. La armónica estaba desgastada pero era la misma, se nota que Terry le tomo un gran aprecio a ese regalo tan dulce.

-Esa es la armónica que te regalé.- dice Candy aún no creyendo que la conservara tanto tiempo.

-Si- asintió Terry mientras le tocaba una melodía, al paso de unos minutos se detuvo.- Siempre que me sentía triste, solo o a veces que me sentía tan feliz la tocaba. Es mi única compañera, está pequeña armónica me recuerda tanto a mí rubia favorita.

-Tu rubia favorita en ese entonces era Susana.

-Susana nunca fue y nunca será mi rubia favorita, ella era dulce pero con el tiempo se volvió diferente, ya no tenía sentido estar con ella, me reclamada por cualquier cosa. Nunca la ame, si me casé con ella fue por compromiso, su madre la Señora Marlow me obligó a algo que yo nunca quise a hacer.- se notaba la tristeza en las palabras de Terry. Era raro verlo triste porque era un joven demasiado alegre para verlo de esa forma, todo decaído.

-Tranquilo eso ya pasó. Míralo desde otro punto de vista. Estoy aquí contigo.- decía Candy quería levantar su ánimo y lo lograba.

-Gracias Pecosa.- dijo Terry.

Ya empezaba a ocultarse el sol, ya era hora de volver. Pero aunque quedará todo en completa oscuridad Candy se sentía segura a lado de Terry. Y Terry la cuidaría como su propia vida.

La luna mantenía la claridad. Ambos chicos caminaron de regreso. El regreso fue igual todo lleno de risas y bromas.
De vez en cuando ambos se miraban y se podía reflejar el amor de cada uno de ellos.

En la entrada de la mansión Candy se despidió de Terry quien desapareció en la oscuridad desde de un rato.

Que día, nunca me imaginé que estar con él sería tan divertido como antes. Pensé que habría indiferencia pero no fue asi, todo fue magnífico. De verdad lo amo.

Un carraspeó espanto a Candy. Saltando y gritando un poco alto.

-¡Ahhhhh!

-Tranquila Candy soy yo.-dijo la voz dulce de Albert, tenía la cara de preocupado si Candy seguía así va a matar a Albert de preocupaciones.

-Albert casi me sacas el corazón de un susto.- dijo Candy sintiendo las palpitaciones de su corazón. Albert si que le dió un buen susto.

-¿Porque tan noche?.- pregunta Albert, sabía que el mismo le había dicho a Candy que fuera en busca de Terry pero tampoco que llegara a media noche.

-Perdón.- dijo Candy con la cabeza gacha, no era su intención llegar tan noche. Pero se le fue el tiempo hablando con Terry.- No era mi intención, todo paso tan rápido.

-¿Estabas con Terry?

-Si.

-Bueno, así creo que estoy mejor, estoy enterado que alguien cuidaba de ti, con Terry a tu lado nada malo podría pasarte. Me siento más aliviado sabiendo que estaba contigo.

-Tambien yo me sentía segura con él.

-A llegado la hora de dormir. Ve a descansar también haré lo mismo, ahora que ya estás aquí ya me siento mucho mejor.- Candy asintió a las palabras de Albert, asi que se fue a su habitación al igual que él. Esta noche descansaría  pensando en todo lo ocurrido el día de hoy.

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Para mi, este capítulo se me hizo tan bonito escribirlo. Creo que sería uno de mis favoritos.

Disfrútenlo.

Nos leemos pronto.

~El Fin~ Candy Candy/COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora