Capitulo 8: Loco por él.

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Narra Vegetta

Madre mía, pero ¿Qué hace Samanta aquí? Pensé que se había ido para no volver luego de que termináramos hace un año cuando me di cuenta que tenía otros gustos—Samanta, ¿qué haces aquí? —mi voz se quebraba con facilidad.

— ¿A caso no puedo venir a verte ahora que regrese al pueblo? — ¿regresar? Pero que leches.  Esto me está tocando las narices.

— ¿Regresar? —solté como un grito ahogado.

—Si Samuel, regrese al pueblo, ¿qué tiene de raro?

—Nada, nada. Es solo que…—lo veo y no me lo creo.

—Es solo ¿Qué?

—Te veías tan entusiasmada por irte a Madrid, tu carrera como modelo, todo eso. ¿Dónde quedo? —tengo que encontrar la manera de salir de esta. Y rápido.

—Pues ahí está, solo vine a pasar un tiempo aquí en Valle de Plata, vamos Samu, te noto poco entusiasmado. — ¿en serio chaval? —antes éramos amigos, muy buenos…

—Tú lo has dicho chaval, éramos. Y ahora si me disculpas, tengo tarea que hacer. —me fui a mi habitación dejándola a ella con cualquier cosa que pudiera decir, no es que me cayera mal o la odiara, si, fuimos amigos y muy cercanos pero ella se fue hace un año y jamás supe de ella, y ahora vuelve sin avisar y esperando que la acepte así tan fácilmente, no chaval. No.

Pasaron unos segundos antes de que mi padre subiera a mi cuarto en plan de “se cortes” —Samuel. —llamo desde la puerta.

— ¿Qué? —estoy siendo muy borde con mi padre.

— ¿Te sucede algo con Samanta? Pensé que eran buenos amigos…—voltee a verlo desde el escritorio donde estaba a punto de hacer las tareas.

—Éramos papá, éramos. Y no, no me sucede nada con ella. —hice una pausa y volví mi vista a mis cuadernos. —No quiero hablar con nadie, por favor, si puedes retírate de mi habitación. —que me la estoy jugando de una manera descomunal.

—Vale hijo, lo siento—salió sin reclamar absolutamente nada, ¿Quién es él y que hizo con mi padre?

Estuve haciendo tareas hasta las nueve de la noche, faltaban solo tres horas para encontrarme con Willy en el lago, no sé él vaya a ir, ¿por qué habría de ir? Estoy demasiado convencido de que podre lograr algo con Willy, quizás el no sea como yo, tal vez termine liándola.

—Vamos Samuel, no te desanimes—exclame, tal vez Willy no guste de mi y quizás solo sea un amigo para el pero de todas formas quiero hablar con él, no voy a dejar que mi padre me prohíba tener un amigo por un simple grafiti.

Deje mis tareas a un lado y me puse a revisar el móvil, normalmente tendría muchos mensajes para responder… este no era el día. Entre mis pensamientos sobre él porque mi teléfono no había sonado en todo el día entro mi padre a la habitación.

—Samuel—dijo entreabriendo la puerta para asomar la cabeza.

— ¿Si? —me senté en la orilla de la cama esperando la típica charla.

— ¿Puedo pasar? — ¿mi padre preguntando si puede pasar? ¿En su propia casa?  Flipo.

—Claro papá—abrió la puerta y me vio con cara de entenderme, no creí que eso fuera posible.

—Hijo—aquí viene—discúlpame. — ¿QUÉ?

— ¿Ah? —esto no me lo creía ni en un millón de años.

—Se que fui muy duro al decirte que no vieras más a tu amigo Guillermo, pero debes entender que lo hago por tu bienestar.

— ¿Mi bienestar? ¿En que afecta Guillermo mi bienestar?

Un viaje juntos (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora