Capitulo 18: Celos

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Narra Willy

Estos dos últimos meses se pueden clasificar como los más largos de la vida, no por ser difíciles, es sólo que la escuela me está tocando os cojones de una manera que no es normal, flipo con la cantidad de deberes que nos mandan ¿acaso creen que somos máquinas o qué?

Las cosas en casa por lo menos van de maravilla, mi padre sigue trabajando en la capital, ese es un contra, pero es el único. Mi madre es estupenda como gerente de la sucursal de la compañía para donde trabaja, dos aumentos ha recibido, las cosas mejoran poco a poco.

Un local juvenil abrió en el centro, es muy chulo. Todo en el está pensado para los jóvenes de hoy ¿por algo será juvenil, no? Flipo con tus cosas Willy. Samuel consiguió empleo de medio tiempo ahí para ayudar aquí en casa, mi madre insistió que no era necesario, pero él quería sentirse útil, ¿Qué se le va a hacer? Entre ambos nos ayudamos en el instituto, él necesita más ayuda, no creí que fuera a ser tan tontaco el chaval. Vale, vale, es una broma, relajaos.

Diciembre está empezando, el frío de invierno que aún no comienza ya se siente. Este fin de semana iremos mi padre, Samuel y yo a buscar leña al bosque para la chimenea. Esto era algo que hacíamos padre e hijo, pero mi papá quiere incluir a Samuel en todo porque ahora es parte de la familia. Hoy apenas es lunes, y como siempre he despertado en el cuarto de Samuel, incluso ha tenido que comprar una cama más grande para estar cómodos los dos. Y no se crean, aún no ha pasado nada entre nosotros dos, vamos lento pero seguro.

Si se preguntan que paso con el blog aquel, les puedo decir que ni rastros de eso ha quedado. Casi nadie le dio bola al asunto y todos siguieron con lo suyo. El blog sigue ahí, pero no ha publicado nada más, y eso es grandioso.

—Eh chaval, ¿pensáis quedarte todo el día ahí o vas a ir al colegio?—aquella voz me saco de mis pensamientos, y vaya que es inoportuno el chaval.

— ¿Me estáis corriendo? —pregunte incrédulo, pero estaba bromeando.

—Si lo quieres tomar así, vale. Pero yo si voy a ir a estudiar, quédate aquí si queréis—como si mi madre fuese a permitir que yo faltara a clases, ni de coña, flipando o drogada mi madre jamás dejaría que yo no fuera al instituto.

Se levanto de la cama y me dejo a la vista su espalda, y es que últimamente él estaba durmiendo sin camisa y eso me daba paso libre para ver su muy bien ejercitado cuerpo. Se fue caminando al baño y me dejo a mí acostado en la cama.

Mirando al techo tenía tiempo para pensar, habían ya pasado dos meses junto a él. Las cosas simplemente eran maravillosas, cada mañana despertar junto a él. Ir juntos al instituto, y en tan poco tiempo que tenía al día conseguía volver a enamorarme siempre con cualquier cosa que hiciera. Hace unas semanas escribió en el cartel de los especiales del restaurante donde trabaja “Galletitas Willy para acompañar una tarde fría con un café Samu bien caliente”. Fue algo tan descuidado de su parte, pero a la vez tan dulce y tierno, cuando entre y vi me guiño desde detrás de la barra, necesite encerrarme en el baño por quince minutos para desvanecer mi sonrojo.

—Tío, debes dejar de sonrojarte de esa manera, no es normal—escuche desde la puerta del baño, por supuesto acompañado de una risa. Un almohadazo basto.

Me levante perezosamente de la cama y me fui a mi habitación a prepararme para empezar otra jodida semana llena de deberes, al menos ya se acercan las vacaciones por navidad. Solo dos semanas, quince días.

Mientras salía del baño, mi madre entro a mi habitación— ¡Mamá! —grite— ¡Toca antes de entrar! —le exclame mientras me cubría con la toalla.

—Oh por favor, no tienes nada que no haya visto antes—llevaba una caja envuelta en papel de regalo en sus manos. Se sentó en mi desordenada cama, yo hice lo mismo a su lado, puso aquella caja en mis manos—Ábrelo—dijo.

Un viaje juntos (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora