Capitulo 9: Sueños y revelaciones.

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Narra Willy

Luego de que Samuel me dejara en casa, me fui directamente a la cama, no me importaban los moretones y mi labio sangrante, lo único que quería era descansar, dormir como si estuviera muerto y no despertar en semanas.

Al tocar mi cama caí en sueño pensando en el beso que Samuel me había dado hace rato, hizo como si no hubiera pasado, ¿se habrá avergonzado de haberlo hecho? Yo jamás habría podido hacer algo como eso. Jamás. Sin darme cuenta ya estaba casi dormido. Mañana sería otro día.

Aparezco en una fiesta, estoy bailando con Samuel, todo está muy bien, nadie nos mira extraño, todos hacen como si no fuéramos dos chicos bailando juntos como pareja. Estamos bailando una canción muy… empalagosa diría yo. Cuando de la nada la canción cambia a una que jamás había escuchado.

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Empezó con un solo de guitarra muy flipante, pero de pronto la lírica hablaba de cómo unas reglas de cómo ser un rompecorazones, “juguemos diciendo te amo” esa frase resonó en mi cabeza, toda la canción estaba en plan haciendo ver todo adorable, era pegajosa pero no me gustaba lo que decía.

Mire a Samuel que estaba concentrado mirándome, parecía buscar palabras para decirme, el coro era más de lo mismo, “a los chicos les gusta el peligro”, el estribillo de la canción nombraba 4 reglas para un romper un corazón, cuando, según pude entender, mencionaba la tercera regla. Mire de nuevo a Samuel que de nuevo estaba viéndome de una manera que me incomodaba un poco. Se acerco a mi oído y pronuncio unas palabras que me dejaron la piel de gallina.

 ¿Escuchas esa canción? Te la dedico, porque es lo que estoy haciendo. Rompiéndote el corazón.

Sus palabras me dejaron helado, ¿estaba Samuel intentado hacerme daño? ¿O era mi mente que me jugaba una mala pasada? ¿Me odio tanto que soy capaz de inventarme estas cosas? Él seguía bailando como si no hubiera dicho nada, yo estaba quieto cual estatua, todos empezaron a alejarse dejándome solo en un espacio negro. Las lágrimas empezaban a caer por mi rostro mientras imágenes del beso que me había dado el mismo hace escasas horas. Todo se sintió tan perfecto, lo sentí eterno. Mi universo entero se detenía por un simple gesto como un beso, un simple roce de labios hizo que por unos segundos mis problemas y preocupaciones se fueran. ¿Y si esto es solo un juego de Samuel y sus amigos para lastimarme?

No Willy, no. En el fondo sabes que el también te quiere. — ¿Y si no es así? —me seguí cuestionando y contradiciendo hasta que de pronto estaba despierto, mi móvil estaba sonando como loco, era la alarma.

—Ostras Julián, que sueño—me revolví el cabello buscando obtener la compostura luego de ese pesado dilema que había tenido.

Salí de mi habitación y como todos los días baje a preparar el desayuno, llame a Caro, hice todo lo que tenía que hacer, cuando ella bajo al comedor y me vio su cara se volvió un rotundo signo de interrogación combinado con una preocupación que vamos, flipo.

— ¡¿A ti que cojones de tigre te ha pasado?! —le reclamo histérica.

—Pues, fui al lago. Como tú sabes—hice una pausa mirando al suelo recordando el beso—Samuel si fue, pero…

— ¿Pero? Joder Guille, que te reviento.

—Vale, vale, calmada—le conté como esos chicos casi me dan una paliza y Samuel llego a mi rescate y los volvió pulpa a todos, también le conté del beso.

— ¿Y tú sigues sin ver que esta caído del árbol por ti? —ella sigue insistiendo, tal vez, no. Si, ¿Por qué me beso? —Ay Guille, estás más ciego que un pez abisal. —ella y sus analogías me dejan flipando de una manera nada normal.

Un viaje juntos (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora