❀ El Dorado es el taller mecánico más reconocido de la colonia. Incluso los propios clientes van recomendando el lugar porque los muchachos que ahí trabajan tienen un excelente servicio. Acompañen a Yeol, Kai y Chen en sus travesías amorosas con cli...
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JongIn se levantó algo tarde ese día, como casi todos los días. Aunque era una persona bastante responsable, lo cierto es que muchas veces se quedaba hasta tarde porque tenía problemas para dormir. Así que levantarse demasiado temprano solo lo hacía sentirse como que iba directo hacia el infierno.
Y la realidad era otra, porque su jefe no era el típico gruñón, era un poco mandón y a veces demasiado exagerado con eso de ser bastantes cordiales con los clientes. JongIn siempre había sido muy amable con quien era amable con él. Pero si un cliente se ponía de mamón, literalmente lo mandaba a la chingada.
Y no malentiendan, que JongIn no haya podido ir a la universidad directamente después de graduarse por problemas económicos, no lo hacía una persona más ignorante. A él simplemente no le gustaba ser tratado mal por una bola de personas que se creían ser superiores solo porque era él quien les estaba haciendo el trabajo.
Corrió para no perder el metro y se metió en la bulliciosa estación, poniéndose los audífonos para no tener que escuchar el ruido a su alrededor. Se talló los ojos perezosamente contra sus manos cuando se anunció la llegada del tren que lo llevaría hasta la parada más cercana a donde trabajaba. No le quedaba demasiado lejos, pero lo cierto es que ya iba un poco tarde.
Se apresuró a entrar en el concurrido vagón y se dejó caer en el primer asiento disponible que vio, no sin antes percatarse de que no hubiese alguien más apropiado para ocupar el asiento, porque JongIn era esa clase de persona que suele ir parado en el vagón para ceder el asiento.
Se bajó en su parada un poco apresurado, observando su reloj plateado en su muñeca, un poco extravagante para él, pero era un regalo de cumpleaños por parte de Chen, uno de sus colegas y mejores amigos.
Se apresuró a caminar un par de calles para no llegar demasiado tarde y suspiró una vez que el anuncio de "El dorado" se mostró ante sus ojos chocolate. Terminó de acercarse al taller, que gracias a las buenas ganancias del año pasado había sido remodelado a principios de este.
Suspiró mientras se adentró en el pequeño cuarto que tenían para poner sus cosas personales y se apresuró a tomar su uniforme, que consistía en uno de esos trajes de cuerpo completo para evitar que la grasa y otros tipos de manchas se apoderaran de su ropa.
Si iba a ser mecánico, tenía que tener un poquito de estilo. Se peinó los cabellos castaños hacia atrás con sus propias manos y salió para encontrarse con su mejor amigo ya listo, observando su primer auto del día.
ㅡ ¿Qué onda Chen?
El aludido le sonrió con la comisura de los labios hacia el cielo, haciendo que su rostro peculiarmente cuadrado adaptara las facciones de un gato. "El gato" habría sido un buen sobrenombre para él, pero Chen había insistido que su nombre artístico tenía que ser ese.
